Confirmaron que a Gallo lo echaron por una denuncia en Asuntos Internos
Así se lo informó el Ministro de Seguridad, Cristian Ritondo, al intendente Cecilio Salazar. Aún no definieron quién será el nuevo Jefe Distrital. En Pueblo Doyle, seguían limpiando el destacamento. Las teorías sobre el desplazamiento y desafectación del Comisario Inspector que llegó a trabajar en la Comisaría y alcanzó ascenso y jefatura.
Desde el viernes pasado, San Pedro no tiene titular de la Jefatura Distrital de la Policía, tras el desplazamiento y desafectación de servicio del Comisario Inspector Fabián Gallo, decisión tomada por una comisión de la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad que llegó a Pueblo Doyle para verificar el estado del destacamento de esa localidad tras una denuncia recibida respecto a la situación que se vivía en la antigua dependencia policial de esa localidad.
El Comisario Miguel Ferreyra, segundo en la Jefatura Distrital, quedó a cargo como máxima autoridad de la fuerza en San Pedro, mientras se espera que el Ministerio de Seguridad –cuyo titular Cristian Ritondo recibió al intendente Cecilio Salazar por el tema– designe a un nuevo jefe.
La medida se precipitó el viernes, cuando Asuntos Internos llegó a Doyle y se encontró con el destacamento cerrado, con que un efectivo de la Patrulla Rural de Ramallo vivía ahí en pésimas condiciones de higiene y consideró que hubo un descuido de bienes del Estado por parte de las autoridades policiales locales.
Sin demasiada cortesía, delante de los vecinos que habían ido a ver qué pasaba y a los que luego relevaron testimonio, el personal del Ministerio de Seguridad le comunicó a Gallo que quedaba desplazado del cargo y además “desafectado de servicio”, lo que significa en jerga policial “sacarle la ropa” a un agente mientras se sustancia el sumario en su contra.
“La ropa” incluye el arma reglamentaria y el sueldo, ya que hasta que haya resolución el ahora exjefe distrital cobrará el salario básico mínimo y deberá permanecer a la espera de lo que Asuntos Internos defina tras la investigación del caso.
Qué pasó en Pueblo Doyle
El personal de la Auditoría General de Asuntos Internos llegó el jueves por la noche. Estuvo en San Pedro, hizo algunas consultas de rigor sobre horas adicionales y otras cuestiones de rutina. Ni siquiera hubo mención al hecho más grave que Gallo enfrenta como jefe en ese organismo: una investigación por el presunto robo de un arma desde la propia Jefatura Distrital.
Al otro día, temprano, se dirigieron a Pueblo Doyle, a constatar lo que decía la nota que habían recibido desde el Foro de Seguridad con la firma de decenas de vecinos de esa localidad, que había sido elevada también al Gobierno local tras una reunión que tuvo lugar el 13 de octubre pasado.
“Desde hace más de un año y medio que la ciudadanía de Pueblo Doyle no cuenta con presencia policial permanente (esto significa que no tenemos dependencia ni efectivos policiales)”, decía la nota de los vecinos.
Cuando llegaron a Doyle, los de Asuntos Internos se encontraron con la dependencia cerrada. Se enteraron que allí vivía un policía que revista en el Comando de Prevención Rural de Ramallo y tuvieron versiones distintas acerca de si en el destacamento de Santa Lucía, la Comisaría local y la Jefatura Distrital sabían del tema.
“Vinieron a ver el Destacamento y le tomaron declaración a todos los vecinos acerca del funcionamiento del destacamento, los servicios, quién vivía allí, si había patrulleros, etc.”, contaron vecinos de Doyle a La Opinión.
El efectivo que residía en esa casa –en “pésimas condiciones de higiene, pero pésimas”, enfatizaron fuentes del Ministerio– “hacía horas extras en el banco Provincia de Santa Lucía”, relataron vecinos del pueblo.
“En La Plata no sabían que este destacamento estaba cerrado”, aseguró otra vecina. Hablaron de “desidia”, de “descuido de bienes del Estado” de “mala administración” y el sayo le cupo, como máxima autoridad, a Gallo, uno de esos jefes policiales que, a fuerza de presencia y trabajo, logró tener una buena consideración de la comunidad.
El destacamento no era tal. En términos precisos, ese lugar fue abierto como “puesto de vigilancia”, que dependía del destacamento de Santa Lucía, que a su vez responde a la Comisaría local, que se debe a la Jefatura Distrital.
Es una casa y tiene dueño. Se llama Sabino Pérez Menéndez. En el Municipio está registrado que tiene una deuda de más de 40 mil pesos por tasa de alumbrado, barrido y limpieza, desde 1947.
En ese lugar, entre 2004 y 2015, funcionó el Comando de Patrulla Rural, que se mudó durante el interregno en el que el concejal Giovanettoni se tuvo que hacer cargo del Ejecutivo por renuncia del
intendente electo, Guacone.
Ese traslado tuvo lugar tras el escandaloso robo de armas que ocurrió una de las tantas noches en que los rurales se iban “a patrullar” – “a recorrer sábanas y almohadas se iban”, bromeaban en el pueblo– y dejaban el edificio bajo el cuidado de un perro, al que bautizaron luego “discípulo de Chonino”, el can héroe de la Policía Federal, que no tuvo tal heroicidad, después de todo, puesto que le robaron en el hocico. “Si llamabas de noche, no te atendían el teléfono. Al final no era tan bueno el perro”, siguieron las bromas en Doyle.
Desde entonces, el destacamento quedó más solo pero nunca vacío. Allí vivía –nadie sabe todavía con precisión con permiso de quién– el policía de la Rural de Ramallo de apellido Coronel con el que se encontró Asuntos Internos, dicen que “para que no sea usurpado” el inmueble.
La electricidad de esa casa la pagaba el Municipio de San Pedro. El teléfono el Ministerio de Seguridad, que debía cinco meses.
“Los de Asuntos Internos dijeron que dejan a una persona, que van a higienizar y ordenar el lugar, que era un desastre, según dicen acá, y que van a abrir el destacamento, con personal y patrulleros para la localidad”, señalaron testigos de lo que sucedió el viernes en el pueblo. Ayer, todavía seguían limpiando.
Teorías conspirativas
El viernes hubo un llamado telefónico que salió del Palacio Municipal y fue atendido entre San Pedro y La Plata por un funcionario muy cercano al Ministro Ritondo, que le dijo a su interlocutor, que llamó enojado porque nadie del gobierno provincial había avisado al local respecto de que esto sucedería, con tono afable pero firme: “Esto está decidido. Ni se calienten por hacer algo”.
Con menos eufemismos, sin demasiadas explicaciones ni detalles, pero tampoco con desdén hacia la consulta, el Ministro Cristian Ritondo le dijo algo similar al intendente Cecilio Salazar ayer martes cuando lo recibió en La Plata: “Que está definido, que ya está, que fue una cuestión de Asuntos Internos a raíz de una denuncia que recibieron”, reprodujo el Jefe Comunal a La Opinión, consultado al respecto.
Desde el mismo viernes y hasta el cierre de esta nota, las versiones acerca del desplazamiento de Gallo se multiplicaron. Algunas son más verosímiles que otras, acaso disparatadas.
Una dice que la nota que Gutiérrez envió en nombre de los vecinos fue el gran disparador, pero que no hubo intención del presidente del Foro de “jugar en contra” de Gallo.
Después de todo, señalan, el forista les informó al Jefe Distrital y al titular de la Comisaría Juan Ramón Catalano que habría una reunión en Doyle por el tema. En la Superintendencia de Zona Interior, que conduce el Comisario General oriundo de San Pedro Horacio Martínez, también habrían estado al tanto.
La pregunta que surgió fue por qué Gallo no fue a dialogar con los vecinos de Doyle ni informó al Ministerio acerca de la presencia de una persona en el edificio. La respuesta, consideran algunos, habría que buscarla en la posición del Gobierno local respecto a la reunión de los vecinos: “Ignoro la reunión, no sé qué se hizo ni nada, nadie nos invitó”, dijo a La Opinión el director de Coordinación de Policías, Juan Carlos Agüero, tras ese encuentro. El policía habría seguido esa postura, por “obediencia debida” al Municipio.
Hay quienes sostienen que la salida de Gallo habría sido pergeñada en un escritorio policial que tiene asiento en una especie de limbo del extenso territorio partido de San Pedro donde se conjugarían diversos aspectos vinculados a los hilos de las decisiones tomadas en el último año y medio respecto de asuntos relacionados con la seguridad local, apoyados en cierta capacidad de llegada a los despachos platenses.
Esa versión fue alimentada desde el propio Palacio Municipal, donde algunos consideraron que Gutiérrez habría sido una especie de “herramienta ingenua” de esos intereses. “Qué casualidad, estaban en el exterior”, dijeron otros sobre los que señalan como los “ideólogos”.
Hubo en la oposición quienes arriesgaron su hipótesis de que habría sido una “maniobra del gobierno local, que no lo quería a Gallo”, sin demasiado asidero.
Hasta que ayer se reunió con Ritondo, a Salazar le horadaban el análisis propio con una diatriba que pretendía que se enojara con el Ministro. “Cómo no te va a llamar. Cómo van a tomar una decisión así sin avisarte, por lo menos. Qué digo, sin consultarte” y otras consideraciones similares le espetaron a un reflexivo Cecilio, que pidió audiencia y discutió, quién sabe cómo, a puertas cerradas con el titular de la cartera de seguridad provincial.
En la Jefatura Departamental San Nicolás consideran que no hubo ninguna irregularidad en el accionar de Gallo. En casi todos los estamentos creen que la medida fue “excesiva”. Quienes analizan todo con el cedazo político mueven la cabeza y repiten lo que ya decían de él: “Le faltó cintura para la jefatura”. “Se va como vino, ¿te das cuenta?”, dicen en alusión a su austera vida quienes saben que, aun así, fue uno de los últimos en presentar declaración jurada en La Plata. “De otros no se podrá decir lo mismo”, agregan, misteriosos.
Ritondo y Cecilio, mano a mano
“Charlamos largo y tendido. Fue una reunión muy importante”, dijo a La Opinión el intendente tras el encuentro en La Plata con el Ministro de Seguridad.
“No ahondó demasiado, dijo que es una decisión de Asuntos Internos. Yo no me puedo oponer a las decisiones del Ministerio”, dijo respecto a lo que charlaron sobre Gallo, que se reproduce en el cuerpo de esta nota.
“Sí le manifesté que, de acuerdo a mi criterio, Gallo y Catalano estaban trabajando muy bien, que yo no encontraba motivos para que los sacaran, pero que si había cuestiones que yo desconocía, eso es atribución de Asuntos Internos. Yo fui enfático en decirles que mi criterio era que cumplían muy buena función”, agregó Salazar.
“Le planteé mi preocupación por el tema de las drogas en San Pedro. Se ha incrementado, de acuerdo a lo que estamos viendo y creo que hay que intensificar el control. Quedó en que va a trabajar en el tema”, dijo sobre el resto de la reunión.
Además, como adelantó este medio en su web, el intendente planteó las necesidades de la ciudad respecto a seguridad: móviles, personal y equipamiento para los destacamentos de Pueblo Doyle y de La Tosquera, ubicado lejos del barrio y cuyo traslado ya fue aprobado. “Falta un pequeño trámite administrativo”, aseguró Salazar.
El adiós de Fabián Gallo
El extitular de la policía sampedrina publicó una especie de descargo en su muro de Facebook, dirigido “a la ciudadanía de San Pedro”.
“Sabrán, como es ya de público conocimiento lo que aconteció en el día de ayer. Deben saber también que ante las vicisitudes desafortunadas que dieran motivo a este fin, debo rendir cuentas (si se me permite la expresión) a los buenos vecinos de esta ciudad quienes juzgarán mi gestión.
“Se podrán decir muchas cosas pero jamás nadie podrá decir que soy un Policía indigno, deshonesto o corrupto. Toda mi carrera policial fue basada en los cimientos de la honestidad tanto intelectual como moral. Estando solo del lado de la vereda de la legalidad.
“Trabajar a destajo y no teniendo más que la casa que me brindó Policía. En San Pedro, la vivienda que a esos efectos de permanencia existe sobre el despacho principal y en la Jefatura Distrital una humilde pieza en el patio que da al río Paraná.
“No cuento con propiedades ni grandes logros mas que un automóvil que pude comprar con ahorros propios. Mi vida es Policía y ese es mi capital ahorrado a lo largo de casi 30 años de servicio sin máculas. Triste corolario hoy a mi carrera.
“Como jefe vi y sufrí junto a mis subalternos en muchas diligencias en pos de combatir el delito y prevenirlo, bajo la lluvia, con frío y calor, en los campos y en la isla, hasta el cuello en el agua o tiritando de frío tirados de panza en alguna investigación.
“Estando al lado de los vigilantes que se juegan la vida a cada momento sin saber de miedo, algunos le llaman vocación de servicio. Ellos saben quién es y qué da Fabián Gallo. A nadie, nunca, dejé a pie, o dejé de dar la cara como jefe que se respete, siempre que fuera en el marco de la ley.
“Lleno de agradecimientos a los que me brindaron su colaboración laboral y que supieron ver en mí un sampedrino más cumpliendo la función de dar seguridad ante todo. A los detractores que festejarán esto hoy deben saber que mañana puedo estar otra vez para impedirles que no germine el brote delincuencial que jamás ante mí pudieron plantar.
“Yo sé que no pude cumplir con todo, pero estoy seguro que lo intenté”, finaliza el texto de despedida del Comisario Inspector Fabián Galllo, que luego hace una emotiva referencia a su padre y agradece a su actual pareja por el acompañamiento.