Condenaron por abuso a Pablo Pérez con 12 años de prisión
Concluyó en San Nicolás el Juicio Oral y Público contra quien estaba acusado de abusar sexualmente de dos menores de edad. El Tribunal lo sentenció con 12 años de reclusión. Además se elevó a juicio una nueva causa en su contra.
En el Tribunal Criminal Nº 1 se dictó sentencia sobre una de las causas más aberrantes que ha escrito la historia policial de la ciudad. Los jueces, Dres. Laura Mercedes Fernández, María Belén Ocariz y Cristian Eduardo Ramos hallaron culpable a Pablo Enrique Pérez y lo condenaron a cumplir 12 años de prisión efectiva por el delito de abuso sexual agravado contra dos menores de 13 y 14 años, hecho acontecido el 1º de enero del 2009.
Durante la jornada de testimonios y alegatos, la Fiscal de Juicio, Dra. Gabriela Ates, había solicitado 22 años de prisión, pero finalmente se le impuso la pena ya conocida.
El lunes a las 14:00 horas tuvo lugar la jornada final en la que se leyó la sentencia ante el imputado, que se mantuvo siempre cabizbajo.
Según se desprende de la causa quedó establecido que ese día, aproximadamente entre las 06.00 y 06.30 horas de la madrugada, en circunstancias en que las menores regresaban del tradicional baile del Club Náutico, caminando por inmediaciones de Padre Santana y 3 de Febrero, fueron interceptadas por el condenado, quien las tomó a ambas por la espalda. Le cruzó los brazos por el cuello y bajo amenazas las trasladó hacia un galpón ubicado en calle Padre Santana, donde se encontraba estacionada una combi color gris de la empresa Ru-Car, que habitualmente conducía. En ese lugar las obligó mientras las amenazaba de muerte a bajarse la ropa interior y las accedió carnalmente vía anal, propinándoles “golpes de puño y compresión manual” en el cuello, además de otras lesiones de diversa gravedad. Pérez permanecerá alojado en la Unidad Penal Nº 3 de San Nicolás.
La última estocada
Durante la jornada de sentencia, el Tribunal estimó la sinceridad de los testimonios de las víctimas.
Fue determinante el relato de las menores quienes coincidieron a la hora de señalar el lugar y momento, como así también un brillo y una cadenita que quedaron en el lugar y fueron secuestrados por la Policía Científica horas después, y las ropas que fueron reconocidas tras ser secuestradas en el allanamiento efectuado en el domicilio del condenado. Un buzo marrón y las zapatillas fueron reconocidos como las que llevaba en el momento de sorprender a las jóvenes.
Pruebas contundentes
El informe hospitalario a cargo del médico de policía fue determinante para la causa y el desarrollo del juicio, secuestrando ropas y confirmando que había realizado el hisopado que permitió las pruebas científicas. Lo mismo aconteció con la exposición brindada por la pediatra que atendió a las menores que se presentaron denunciando lo que les había sucedido.
Durante el Juicio no hubo un solo testigo que desvirtuara lo que se venía sosteniendo durante la instrucción. La mayoría de los relatos fueron contundentes y precisos, como el testimonio de los trabajadores de la fábrica que esa mañana fueron trasladados por Pérez. Estos aseguraron que fue el acusado quien los llevó en la combi gris de la empresa Ru- Car, coincidiendo con los dichos de las víctimas que habían asegurado que el abusador utilizó el vehículo como reparo ante el galpón de calle Padre Santana. También pudieron constatar que el joven había conducido la combi porque desde su interior se retiró la documentación a su nombre.
Precisos y contundentes
Hubo dos testimonios que resultaron clave para la causa: Dos mujeres que habían mantenido una estrecha relación con el imputado durante los últimos años. Una de ellas testimonió que por la hora que se señaló en la causa, Pérez, luego de cometer el hecho estuvo con ella pero que ya no tenía esas ropas. Que se levantaron y se bañó como siempre. Además señaló que consumía anabólicos y que concurría al gimnasio diariamente.
Mientras tanto, otra de las mujeres en cuestión, que había sido señalada por Pérez como la que pasó la noche con él, y que fue la destinataria de un mensaje de texto que el propio imputado envió desde el calabozo pidiéndole ayuda, derribó la coartada utilizada. La mujer negó los dichos de Pérez y confirmó que sí había recibido el mensaje de texto en el cual le solicitaba “que lo sacara de esta”.
La defensa
Pérez, en la declaración efectuada durante la instrucción, dijo haber mantenido relaciones consentidas con las menores en las mismas circunstancias que declararon las niñas.
La defensa de Pérez, compuesta por los Dres. Marcelo Jiménez y Daniel Díaz, buscó desvanecer las pruebas presentadas incluido el ADN, por ejemplo, y expresaron que las lesiones eran de larga data y que no tenían nada que ver con lo acontecido el primer día del 2009.
Los profesionales aseguraron que su defendido padece parafília. El Tribunal recordó que todas las pericias psiquiátricas efectuadas al imputado determinaron que tenía capacidad para comprender la criminalidad de lo acontecido, descartándose cualquier inconveniente de salud.
Si algo quedó en claro, fue que cada una de las expresiones de la defensa se desvanecía ante lo declarado por el propio Pérez reconociendo que la relación con las menores había existido.
Todas en contra y
otro abuso
Mientras Pablo Pérez escuchaba la sentencia, la Justicia elevaba a juicio una nueva causa en su contra. Tal como lo había adelantado La Opinión Semanario el ADN efectuado a una menor de edad que fue sometida en plena vía pública en junio del 2008, también dio positivo y este es el hecho puntual que se le imputa a Pérez.
Mientras tanto se aguarda la confirmación de otros dos vejámenes registrados en ese período y que tienen mucho en común con los acontecidos durante los años 2007 y 2009. Lo particular de estos dos casos es que uno fue el primero en tomar mayor trascendencia porque tuvo como víctima a una maestra en el barrio Estrada. El otro aconteció a mediados del 2008. Tuvo como víctima a una joven menor de edad que circulaba por Colón y Uruguay y fue sometida en un terreno baldío ubicado a mitad de cuadra.
La defensa recurrirá a Casación con la intención de reducir la pena aplicada aunque cabe la posibilidad de que le sea aumentada por la reiteración de hechos y las características del caso. De todos modos con la confirmación de un tercer caso, la imputación de Pérez sería más grave aun enmarcándolo como “violador serial” perdiendo todo el derecho a ser beneficiado con arresto domiciliario o salidas periódicas si se comprueba su reincidencia.