Con su gimnasio remodelado, Los Andes resurge en la zona donde crece San Pedro
Hace casi dos años, la institución de Crucero General Belgrano tocó fondo e inició una reconstrucción que llegó a su cumbre con la restauración de un espacio indispensable para el desarrollo de las actividades en el club. “Apuntamos a que vuelva todo el deporte como hace muchos años, cuando el club tenía alrededor de 1200 socios”, aseguró el presidente, Mario Morosini, a La Opinión.
Los Andes se fundó el 17 de agosto de 1945 y, en sus años de esplendor, fue uno de los clubes con mayor actividad social y deportiva de San Pedro. Sin embargo, su luz mermó de a poco; aunque nunca se apagó, dejó de brillar en una zona de la ciudad en la que no abundaban las viviendas.
Hace dos años en la institución de Crucero General Belgrano había fútbol infantil y de mayores –que todavía se juntan varias veces por semana a despuntar el vicio–, hockey y, en verano, pileta y bailes de egresados. El gimnasio por el que pasaron cientos de niños se convirtió en una especie de “Elefante blanco” dentro del predio pero, a diferencia de la expiscina climatizada, el techo no se vendió. Las canchas de tenis y padel también siguieron el camino del espacio cubierto.
En febrero de 2016 hubo elecciones y se presentó una única lista con Mario Morosini como presidente. “Nosotros somos todos amigos del fútbol mayor y armamos una comisión como para ayudar a la anterior, en la que había quedado poca gente. Pensamos en ayudar y nos enganchamos todos. No pensamos que nos iba a ir tan bien e íbamos a tener tanto apoyo de la gente. Hay mucha gente grande que quiere mucho al club Los Andes”, señaló el dirigente, que está acompañado del tesorero Miguel Naya, Braulio Fellay, Miguel Bilo, Pablo González, Marcelo Farías, Adrián Bornia, Martín Pérez, Mauricio Laserna y Axel Benítez, entre otros.
Actualmente Los Andes tiene alrededor de 750 socios y la Comisión Directiva pretende superar los mil para que “funcione bien”, según admitió Morosini, quien agregó: “Apuntamos a que vuelva todo el deporte, como hace muchos años; yo he visto en revistas que me trajo una socia vitalicia cuando el club tenía alrededor de 1200 socios y tenía todos los deportes”.
Algunas disciplinas, de a poco, volvieron. Antes de que ingrese la actual dirigencia se recuperó el tenis por intermedio de un proyecto que presentó Maximiliano Silos y al que Morosini apoya tajantemente. Incluso, a fines de septiembre, en sus tres canchas se desarrollará un certamen profesional de la Asociación Argentina (AAT) que repartirá 20 mil pesos en premios. El hockey formó una subcomisión importante y dio el salto a la Asociación del Oeste (AHO) mientras que el fútbol infantil que tantos dolores de cabeza le trajo se reacomodó en los últimos meses con una nueva subcomisión y continúa como uno de los estandartes.
San Pedro crece hacia Los Andes
Años atrás, para muchos, llegar a Crucero General Belgrano y Emilio Frers era una utopía. Cualquier sampedrino sostenía que Los Andes “quedaba lejos”. El club afrontó durante años el costo de un colectivo que realizaba un circuito por la ciudad y depositaba a los niños deportistas dentro de la instalación y, una hora y media después, los devolvía a sus domicilios.
Pero todas las urbes crecen y San Pedro lo hace para la zona en la que se ubica este predio. En los alrededores ya no reinan la soledad y oscuridad sino hogares iluminados. La ruta se repavimentó y, de a poco, la entidad empezó a estar más cerca para los sampedrinos. “Estamos a 15 o 20 cuadras del centro. Ahora los chicos vienen en bicicleta, se han hecho muchas casas.
Internamente también vive mucha gente”, sostuvo Morosini, consciente de que la situación debe ser aprovechada para convertir su espacio en el refugio de las nuevas generaciones que crecen en sus inmediaciones.
El gimnasio, la carta de presentación
Una tarde de enero de 2017 La Opinión ingresó al espacio cubierto por la zona de vestuarios y se encontró con un panorama desolador, en el que reinaban las palomas y sus desechos. Era un gran depósito abandonado, apoderado por el calor de la época. Algunos pocos chicos se animaban a jugar un rato al fútbol en un piso de parquet devastado y peligroso. Las paredes despintadas completaban el panorama.
Luego de varios meses de refacciones, el gimnasio ya es otro. La nueva
madera del suelo brilla con cuatro manos de laca poliuretánica, por el techo ya no se filtra agua y las luces LED permiten observar el esfuerzo de la Comisión Directiva por recuperar uno de los gimnasios deportivos más grandes de la ciudad. Ya no hay palomas y los chicos esperan con ansias poder patear el balón y arrastrarse por el suelo. El estreno lo hizo el patín artístico, que se mudó desde
Independencia, con Viviana Zubiría como profesora, y desde septiembre utiliza el remodelado espacio.
“Esto es una de las últimas obras que hemos logrado en el club. Era un gimnasio que estaba bastante en malas condiciones y con ayuda de la Municipalidad y un fondo genuino que tenemos lo hemos hecho reparar. Es lo que se ve, todo cuesta hoy y mucho”, contó el presidente.
La obra insumió alrededor de 450 mil pesos. El Gobierno local colaboró por intermedio de la Comisión Evaluadora del Fondo Municipal del Deporte con 30 mil, mismo monto que recibieron otras instituciones para arreglos en sus instalaciones.
“Para nosotros es demasiado y se ha hecho en poco tiempo. Con la ayuda de todos los socios que han colaborado y siguen colaborando con este club se van a lograr muchas cosas más”, añadió el máximo dirigente.
El futuro ya llegó
“El futuro llegó, hace rato”, describe Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota en su canción “Todo un palo”. Para Los Andes, ese porvenir que su Comisión Directiva soñó cuando asumió, es hoy.
Morosini, Naya y compañía tienen con qué invitar a los sampedrinos a ser parte de un club al que también se le mejoraron sus espacios sociales con una nueva cantina y un salón para eventos.
“Apuntamos al deporte, este es un club social y deportivo y está muy bien ubicado en San Pedro. San Pedro tuvo la suerte de crecer para el lado de Los Andes y así va a crecer el club también”, cerró Morosini, con mucho optimismo y la certeza de que recién desarrollaron una mínima parte de sus proyectos.