Con la crisis, volvió la interna entre Divinas y Populares
Con emergencia administrativa decretada y un gesto político mínimo al bajar el 20 por ciento de las bonificaciones, en el Gobierno saben que deben reducir la planta política, por lo que comenzó una guerra sorda por la permanencia. Además, entre los que más cobran de la planta de empleados también hay preocupación por el famoso artículo de disponibilidad.
En el gabinete se miran de reojo porque hay planes de bajar los más de 515 mil pesos mensuales que cuestan los funcionarios políticos en un Municipio donde de los 980 agentes 18 son concejales, siete secretarios, 17 son directores, otros 17 jefes de departamento, 12 jefes de división y 16 técnicos clase I, con sueldos que llevan amplia ventaja de la del resto de los trabajadores.
Cada una de esas categorías tiene su particularidad salarial y, por supuesto, cada una de las personas sus condiciones especiales producto de la antigüedad, las bonificaciones, la proximidad con el poder y las buenas migas.
El Gobierno de Pablo Guacone nació con una puja interna que quedó zanjada con la expulsión de la plana mayor del barbierismo a los pocos meses de transitada la gestión. Pero esas disputas nunca cesaron.
Ahora, en plena emergencia económica anunciada como administrativa, con artículo de “disponibilidad absoluta” incluido, todas las relaciones tienen el roce propio de quienes aspiran a quedarse y saben que en estas condiciones financieras no hay lugar para todos.
Nadie pasa de esta esquina
Lo que alguna vez La Opinión bautizó como la guerra entre “Las Divinas” y “Las Populares” tiene su reedición en el gabinete. Los integrantes del primer grupo no han variado y son los que han puesto en frente a otros.
Bianchi y Borgo son los que pueden ser señalados como los principales actores del asunto pero, claro está, no son los únicos. En tiempos de disputa, cada ballestero apunta sus dardos donde cree necesario para la permanencia del grupo al que pertenece y, por supuesto, la propia.
Pichioni y Mosteiro lo evidenciaron la semana pasada. Sualdea lo persigue a Cheyllada para que le firme decretos y apure las recategorizaciones. En el gabinete creen que cuando Borgo dice que hay secretarías cuyas funciones hay que revisar, está claro que habla de Bianchi, que a su vez alimenta resquemor para con Yoyi Villafuerte.
De todas maneras, Borgo y Cheyllada (Batman y Robin o al revés, depende de la situación y el adversario que tengan enfrente) están dentro del mismo grupo y contienen algunas de las disputas.
Las diferencias están a la orden del día en materia de gestión y en la reestructuración de las áreas, con empleados incluidos. Lo que alguna vez fueron breves discusiones en las reuniones de gabinete, hoy ya son un corrillo imparable que agrieta las relaciones dentro del Gobierno.
“Volvieron las Divinas y las Populares”, dijo a los gritos un asiduo caminador de pasillos, que entre risas analizó: “Eso sí, de hacer las cosas, poco y nada”. Los que están a veces cerca, a veces lejos de ambas partes y prefieren no involucrarse sentencian: “El protagonismo está resquebrajando todo”.
Pasos posibles
Como publicó La Opinión la semana pasada, el aporte del 20 por ciento menos en bonificaciones por función y gastos de representación que estableció el decreto de emergencia administrativa asciende a alrededor de 30 mil pesos, fáciles de ahorrar si se recortan áreas.
Parte del análisis es que el Secretario de “Casi Todo” Pablo Ojea y hasta por voluntad propia podría volver a ser Director de Producción y cobrar unos cuantos miles de pesos menos; no es esa la voluntad de Bianchi que podría dejar de ser Secretario; y varios directores que son empleados de planta permanente se convertirían en Jefe de Departamento en lugar de ocupar un cargo político. Al menos cuatro directores tienen “reserva de cargo”.
Todo es materia de especulación, incluso dentro del propio gabinete, por lo que ahora cada cual atiende su juego, mira de reojo al resto y anda a los codazos para que la suya sea considerada una gestión imprescindible.
El fin de semana largo fue una vidriera para algunos y una tilde en el cuadro de “ausente” para otros. Algunos estuvieron como Droopy, en todos lados, y atendieron cada frente abierto que apareció; otros también fueron vistos como el famoso perro animado aunque sólo para la foto, por lo que muchos otros se acordaron de personajes del alguna vez cómico programa de Tinelli que eran arquetipos del figurón.
El acto por el aniversario de la muerte del máximo prócer argentino encontró un gabinete diezmado en Santa Lucía, a pesar de que era “obligatoria” la presencia de todos los funcionarios.
Los “compañeros guaconistas” ya no lo son tanto. Algunos hasta dicen entre sus íntimos que están porque quieren “profundizar el modelo a pesar del conductor”; otros consideran que hay que “respaldar al Intendente” porque, después de todo, es el que sostiene a cada uno de ellos en sus cargos.
Dentro del equipo también hay resquemor porque algunos pidieron adelanto de sueldo y lo obtuvieron, algo que también habría sucedido en el Concejo Deliberante antes de la sesión del jueves pasado, oh! casualidad.
Más abajo también suman
El jueves pasado, cuando Guacone anunció que cobrarían más de 750 empleados y finalmente pagó a todos los municipales, nunca dijo quiénes quedaban afuera en términos de dinero y se refirió a ellos como “los jefes de área”.
En el vetusto escalafón actual no existe esa denominación. Antes del anuncio oficial que Guacone hizo en su despacho ante dos periodistas, uno de ellos de La Opinión, este semanario pudo saber que los que cobrarían serían todos los que ganaran menos de 9.000 pesos. Ahí estaría lo que los sindicalistas llaman “el corte”.
Son la gran mayoría de los empleados. Los que quedan afuera son los Jefes de Departamento, 17 de ellos, que cobran entre 17 y 30 mil pesos; los Jefes de División, que son 13 y cobran entre 12 y 20 mil; y los Técnicos Clase I, que son 16 y cobran entre 10 y 20 mil pesos.
Entre estos últimos llama la atención la inclusión de sindicalistas, parientes de sindicalistas y otros tantos nombres que guardan alguna que otra relación con quienes ocupan o han ocupado espacios de poder en la Municipalidad.
Un profundo conocedor del escalafón destacó que la diferencia de este tipo de empleados con el resto es importante. El analista señaló con el dedo uno por uno. Dice que lo propio hicieron quienes los nombraron.
Cuántos sueldos y que montos
Los secretarios del gabinete son siete: Verónica Mosteiro, de Desarrollo Humano, cuyo sueldo bruto es de 36.011,95; Javier Sualdea, Salud, 34.571,88; Pablo Ojea, Desarrollo Económico, Cultural y Turístico, 28.279,19; Roberto Borgo, Economía, 27.298,99; Raúl Cheyllada, Gobierno, 25.350,67; Adolfo Benincasa, Obras Públicas (interino), 25.173,19; Fabián Bianchi, Coordinación, 20.408,44.
Los directores son 17: el Juez de Faltas Miguel Adeff, cuyo bruto es de 27.559,22; José Ignacio Macchia, Asesoría Letrada, 25.912,29; Ángel Álvarez, Servicios Públicos, 21.970,59; Martín Noseda, en el área de Obras Públicas, 21.204,66; Juan Carlos Mariño, Discapacidad, 20.662,25.
Christian Rial, Rentas, 20.408,44; José Luis Aguilar, Cultura, 20.402,39; José María Villafuerte, Turismo, 20.238,91; Martín Rodríguez, Delegado de Santa Lucía, 18.110,64; Gerardo Castón, 17.807,89; Luis Zapata, Delegado de Gobernador Castro, 16.890,58.
Cecilia Berreta, Inspección General, 15.917,77; Gregorio Gutiérrez, Obras Públicas, 15.723,01; Carlos García, Comisiones de Fomento, 15.137,10. Además hay otros dos directores que no pertenecen al staff político, cuyos salarios son similares a estos.