Con el dólar y los precios, crece la incertidumbre en medio de la crisis
El impacto de la devaluación recién comienza a sentirse. A nivel local, muchos rubros están detenidos porque no tienen manera de fijar precios para sus productos. La canasta básica alimentaria sube y estiman que seguirá aumentando. Las ventas, por su parte, cayeron y ya se nota que la gente se cuida mucho en los gastos.
La crisis económica que atraviesa el país se siente en cada familia argentina. En San Pedro, como en todas las economías de pequeñas ciudades, cada movimiento repercute de manera directa. Los aumentos de precios en productos y servicios se trasladaron al consumidor.
Varios rubros se vieron detenidos y sus referentes se quedaron en alerta ante lo que pueda suceder. Nadie tiene precios de referencia y en muchos sectores no saben qué responder a sus clientes cuando les piden un presupuesto. Aunque pocos lo hacen, muchos coincidieron en que “hoy sería más negocio no abrir y esperar qué va a pasar”.
Las pymes de la ciudad, en una semana en la que se liquidaron los salarios, entraron en un estado de alarma. El ritmo de la devaluación pone en riesgo la capacidad para cumplir con los compromisos. La posibilidad de que la cadena de pagos se detenga está latente. En los bancos, financieras oficiales y no tanto, las tasas aplicables a préstamos crecieron y mucho. Se sabe, en tiempos de crisis “el dinero es caro”.
Antes de que el jueves el dólar se disparara, la trayectoria de incrementos era sostenida. En los comercios, cada semana recibían proveedores que planteaban incrementos.
La crítica situación se notó en dos indicadores que son faro: la canasta básica alimentaria y las ventas minoristas de los comercios pyme.
Según un estudio difundido por la asociación Consumidores Libres, la canasta básica de alimentos aumentó un 3,64 % durante agosto y lleva acumulada una suba de 22,35 % en lo que va del año.
El seguimiento fue sobre 38 productos, en supermercados y centros de abastecimiento de barrios.
La Opinión hizo un recorrido por autoservicios locales, pequeñas despensas de barrio, supermercados de origen oriental, cadenas multinacionales y una proveeduría municipal. El resultado es similar.
El lunes, cuando abrieron sus puertas, los comerciantes del rubro alimentos sabían que sería una semana difícil. Durante el fin de semana, mensajes vía WhatsApp les advertían que al primer día hábil del mes no sabrían si los precios del viernes seguirían vigentes. El sábado, un reconocido supermercado abrió más tarde, aunque había gente en la vereda. Estaban remarcando precios.
Una distribuidora de productos de una multinacional con aceitados vínculos con la comunidad local elevó a sus clientes un listado con los aumentos: del 9 al 22 por ciento, todo subió.
Una reconocida marca de aceites y derivados, cuya sede central está en un pequeño pueblo de Córdoba y cuyo dueño es un exsenador, dispuso un incremento del 30 por ciento para todos sus productos, sin distinción.
En la proveeduría del Sindicato de Trabajadores Municipales, que permite que los afiliados a ese gremio puedan comprar a cuenta y pagar al mes siguiente, vía retención de sus haberes que luego el Municipio transfiere, la situación era preocupante.
Cada vez más afiliados optan por comprar allí, donde los precios no son tan competitivos porque compran a poco volumen a proveedores locales.
El lunes recibieron el listado de los productos que aumentaban: pan y lácteos, 10 por ciento; fideos, 11; harinas, 18 %; fiambres, 7 %; sopas y mayonesas, 15 %. “Estos proveedores vinieron ahora, pero en muchos productos estamos con precios retrasados. Sabemos que va a aumentar todo”, contaron en el sindicato.
Los porcentajes de aumento de la última semana y los que esperan para la próxima se suman a un proceso de incremento sostenido, sobre todo en los últimos cinco meses.
Un comerciante que abrió su autoservicio en mayo contó a La Opinión que la primera tanda de cajones de pollo que adquirió le costó 500 pesos cada uno. “Hoy los pagué 1.050”, reveló.
“Todas las semanas viene un aumento. Así no se puede seguir”, dijo otro colega del rubro. En un supermercado chino, el oriental responsable hacía ademanes con una carpeta en la que había reunido las listas que le dejaron esa mañana los proveedores. “No se puede creer que aumente todo, tanto”, dijo con su particular acento.
Con la botella de aceite a un promedio de 80 pesos; el arroz a $ 25; el azúcar a otro tanto; la harina entre 30 y 45 pesos, según el tipo; la leche a casi $ 30; la manteca, según la marca, entre 50 y 62 pesos el pan de 200 gramos; la mermelada común entre 25 y 30 pesos; el queso cremoso a 150 pesos el kilo, promedio; la yerba de marca al borde de los 100 pesos; y la Coca Cola de 2,25 litros a 80 pesos, no hay bolsillo que aguante para la
canasta básica alimentaria, que cada vez es más básica y menos alimentaria.
Para colmo de males, la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) informó que las ventas minoristas de los comercios pymes cayeron 8 % en agosto frente a igual mes del año pasado y acumulan una baja anual de 3,7%.
Frente a julio, agregaron, los precios se desplomaron 11,2 %. En ese sentido, aclararon que el consumo suele bajar en relación al mes anterior, aunque ahora se notó más por el pronunciado derrumbe de la demanda en general.
“El consumo viene bajando sustancialmente en los últimos meses, pero dentro de toda la caída de las ventas minoristas preocupa especialmente la baja en las compras de alimentos”, señaló Domingo Roberto Torres, de la Unión Industrial de La Pampa.
Se nota en la calle: la gente compra menos, los productos no paran de aumentar y los costos para los comerciantes se ponen cuesta arriba. Luz, gas, impuestos, tasas municipales, cargas sociales para quienes tienen empleados se suman a las dificultades que siempre generaron tributos cuestionados como la tasa de seguridad e higiene, el derecho de publicidad y propaganda o el que cobran Sadaic y AADI CAPIF.
El sábado, el dueño una cadena de supermercados dijo que “habrá un aumento de precios de entre doce y trece por ciento a lo largo del mes, si el dólar queda así”.
A ello hay que sumar aumento de los combustibles registrado durante el fin de semana, que también impactará en los alimentos. En las estaciones de servicio locales, la nafta Premium ya cuesta $ 45,15 aunque en un informe elaborado por periodistas de La Noticia 1 señala diferencias importantes entre lo que cuesta en Capital Federal y otros distritos bonaerenses. Los porteños pagan menos de 40 el litro mientras en Bolívar, por ejemplo, cotiza a 46 pesos.
“Ya ni fumar se puede”, se quejó un comerciante para graficar la situación. Es que el lunes, también, aumentaron los cigarrillos y cambió de marca.