Comienzan las indagatorias por el crimen de Nicolás Castillo
El cuerpo del joven de 20 años fue hallado por unos pescadores en inmediaciones del río Arrecifes y la exruta 9. Estaba boca arriba y en avanzado estado de descomposición. Tenía un golpe en la nuca y rastros de haber sido incinerado en el sector del tórax. Hoy en la Fiscalía se define cuándo comienzan a citar a familiares y posibles testigos que hablaban desde hace semanas de “un cuerpo sin vida”.
La aparición de los despojos del cadáver de Nicolás Castillo no hizo más que confirmar las hipótesis que se fueron tejiendo a medida que pasaban los días y los datos que aportaban familiares y amigos, que siempre hablaron de un final tan trágico como anunciado.
El joven oriundo de Río Tala, de apenas 20 años, había sido visto por última vez el 12 de enero pero comenzó a ser buscado desde el 14, cuando la familia radicó la denuncia y organizó una marcha con corte de ruta incluido.
Los rastrillajes barrieron campos, basurales, arroyos y hasta el río fue surcado por buzos tácticos. El cuerpo apareció en un bañado ubicado a pocos metros del río Arrecifes, en un sector internado unos 700 metros de la exruta 9 a la altura del Km 147, en un yuyal donde hasta hace unos días había más de 50 centímetros de agua, según atestiguó Francisco, un baqueano y cuidador de ganado del arrendatario del predio.
Fue Ramiro, un niño de 14 años que llegó junto a su padre y sus amigos esa mañana y se distanció del grupo para buscar ranas que querían utilizar como carnada, quien se encontró de lleno con la macabra escena de un cuerpo al que confundió con partes de un animal muerto para entender en pocos minutos que se hallaba en presencia de lo que había sido un ser humano. Corrió hasta donde estaba su papá, volvieron al lugar y de inmediato se comunicaron con la Policía. Eran las 9.20 de la mañana cuando los agentes llegaron al lugar y constataron la presencia del cuerpo. Procedentes de Pilar, jamás imaginaron una escena semejante.
La policía había rastrillado la zona en al menos tres oportunidades pero nunca había estado en ese sector. Es más, para esa jornada estaba programada una nueva búsqueda en Río Tala y para eso se había convocado nuevamente a la brigada canina de Bomberos de Alcorta.
El cuerpo de Nicolás Castillo fue encontrado boca arriba, con sus piernas separadas casi en posición de estaca, con la dentadura expuesta, desollado (casi no quedaba piel) y reseco por la acción del agua, el sol y las alimañas. De su brazo derecho se desprendía apenas un colgajo de retazos de una remera azul. Luego se supo que llevaba una pulsera en uno de los tobillos y que quienes tuvieron la posibilidad de examinarlo apreciaron la presencia de lo poco que quedaba de un tatuaje. No tenía pantalones ni ropa interior, y tampoco el calzado estaba en el lugar.
El cuerpo presentaba signos de haber sido incinerado en la zona del tórax. El fuego podría haber sido provocado varios días después de su muerte, aunque ante versiones que daban cuenta de fechas precisas, la Fiscala Viviana Ramos informó a La Opinión que es “difícil de determinar” y que de ninguna manera podría decirlo con exactitud.
Los primeros indicios
Promediando la tarde del martes concluyó la operación de autopsia que los médicos practicaron en la Asesoría Pericial de San Nicolás pero fue al mediodía cuando Mercedes Robles, la madre de Nicolás Castillo, había reconocido la remera azul y la pulsera que el joven llevaba en la pierna derecha. No se le permitió observar el cuerpo ni tampoco se hizo entrega del mismo ya que se impartieron órdenes para tomar muestras de ADN para terminar de confirmar legalmente su identidad.
La Fiscala Viviana Ramos, quien subroga a Marcelo Manso, que está de vacaciones, aseguró que no se puede entregar un cuerpo sólo porque lo hayan reconocido por su remera. Es más, indicó que se debe confirmar en una tienda de Baradero si efectivamente el joven había comprado esa prenda azul hace un tiempo atrás, como para terminar de confirmar lo asegurado por la progenitora.
También fue constatado un golpe en la nuca, las quemaduras en un 40 por ciento de la superficie del cuerpo, estimando que su deceso se produjo en el tiempo en que se advirtió su desaparición.
Las muestras obtenidas en la autopsia serán enviadas a la Asesoría Pericial de La Plata para ser analizadas en laboratorio y cotejadas con cada una de las pruebas registradas en estos días.
Sospechas y certezas
Desde que la causa se recaratuló como “Homicidio” y comenzó la investigación del Fiscal Marcelo Manso, la instrucción apuntó hacia otro lado, quizás al círculo íntimo del joven.
A los pocos días, varias de las personas que merodeaban en torno a la familia en cada una de las protestas y reclamos que hicieron para que se busque a Castillo comenzaron a alejarse, y llamó la atención la situación de un sujeto apodado “el Mono”, a quien se lo relaciona con el caso pero que desde ese momento se ausentó de los lugares que frecuentaba.
En su muro de Facebook, lamenta la desaparición de su amigo y hasta dice textualmente: “Hay personas que piensan lo peor de mi pero gracias ah dios tengo mi consensia limpia y esas personas les digo que desde arriba hay dos ojos que todo lo ven y que castigan pero no cn latigo sigan hablando personas que dioz sabe lo que soy y ah esas gentes les deseo lo mejor enverdad x que hablan sin saber lo que dicen solo me queda decir que te extraño mucho amigoo y donde kieras que estes espero qe estes bien vs sabé lo que soy wachoon kiero que sepas que todos los días le pido a dioz al gaucho porque estes bien amigoo sabes que te kiero mucho loco”.
Las hipótesis
En cuanto a las sospechas que se ciernen sobre Nicolás Castillo, en primer lugar se lo emparentó con un problema vinculado a una relación que el joven mantendría con una joven y que habría molestado a alguien. Ese podría ser uno de los orígenes del caso. Por más que suene odioso, no es en vano que los investigadores no pierden de vista las condiciones en que estaba Castillo cuando fue hallado: sin ropa interior, sin pantalones y sin calzado. ¿Lo sorprendieron en una situación comprometida y lo golpearon en la nuca? Es una de las preguntas que se hacen los investigadores.
La segunda hipótesis apunta a un ajuste de cuentas y a una posible deuda que podría mantener con otra persona, que se la cobró con la vida de Nicolás. Por último, se piensa en un caso de inseguridad, donde la venta de una moto podría estar en medio de esta historia.
En el lugar no se hallaron elementos que puedan certificar que el joven fue asesinado en el mismo escenario donde se encontró su cadáver. Estiman que lo mataron en otro sitio para luego trasladar el cuerpo hasta el bañado. Allí sostienen que quien o quienes lo hicieron conocen perfectamente el amplio terreno al que no todos pueden acceder.
Entre las hipótesis que se manejan y posibles pruebas halladas en el lugar, llamó la atención la presencia de unos trozos de cámaras de moto o bicicleta que se encontraban debajo del cuerpo. Esto hace pensar que el joven hasta podría haber sido atado, teniendo en cuenta la posición en que había quedado el cuerpo para impedir que flotara, ya que es un lugar que se inunda muy a menudo. Ahora, a pleno rayo del sol, el pasto estaba bastante crecido y el piso seco.
¿Qué es lo que saben?
Mientras en la Fiscalía analizan comenzar a indagar de inmediato a las personas que en su momento dijeron saber algo, todo hace suponer que en primera instancia serán los integrantes de la propia familia de Nicolás Castillo quienes deberán sentarse delante del Fiscal Marcelo Manso o Viviana Ramos.
Más allá del dolor de la madre y la presencia de otros allegados una vez que apareció el cuerpo la primera en ser citada podría ser Mercedes Robles, ya que según trascendió habría sido la única que indicó que había que buscar en el río Arrecifes y lo hizo en más de una oportunidad.
También deberán dar explicaciones los demás testigos que indicaron distintos lugares para buscar a Nicolás, siempre señalando el sector donde habría sido enterrado o arrojado sin vida. ¿Por qué? ¿Qué sabían?
Mal que les pese, hasta que no se conozcan los resultados de ADN todo el círculo íntimo estará en la mira ya que las manchas de sangre halladas en la casa materna son humanas y se aguardan los resultados para confirmar si se corresponde con alguna de las personas que habitan esa vivienda o la frecuentan.
En el interior de la casa se encontraron machas hemáticas en una cama, en la suela de un zapato de dama, en un pantalón de varón y en el patio. Todas esas marcas serán cotejadas con las muestras que se tomaron a la víctima.
Un escrache frente a la casa
Ayer, pasadas las 17.00, allegados a Nicolás Castillo escracharon una vivienda frente a la casa donde residía el joven en Río Tala.
En las paredes de la vivienda, donde hay un comercio, pintaron: “Justicia por Nicolás” y la frase “hijo de puta, asesino”. Los propietarios de ese inmueble hicieron la denuncia correspondiente y señalaron que recibieron amenazas de que les incendiarían su hogar.
El mismo día, antes de ir a San Nicolás, la madre de Castillo le gritó a un proveedor que llegaba a ese comercio, que no le vendiera nada “a esos asesinos”. En Río Tala hay otra familia señalada que podría correr la misma suerte.
Los crímenes macabros
Cualquier asesinato es violento y por eso la cuidadosa utilización de expresiones es un deber para quienes relatan crónicas policiales.
El asesinato de Nicolás Castillo tiene detalles tan macabros como aquel que le costó la vida a Florecia Cuesta, una joven que, involucrada en un caso de comercialización de drogas, halló el final de manera cruel y ostensible frente a una sociedad cada vez más propensa a no sorprenderse.
El horror de aquella muerte y sus características más íntimas hacen que el macabro hallazgo del cuerpo del joven, desaparecido en Río Tala desde el pasado 12 de enero, traiga consigo mensajes que costará develar.
No sólo perdió la vida a los 20 años, sino que antes o después del crimen, él o los asesinos dejaron huellas claras sobre su cuerpo. Un golpe asestado en su cráneo y las señales inequívocas de haber sido sometido al fuego obligan a los investigadores a extremar recaudos para desentrañar dónde anida el mensaje en que ese despojo de carne y huesos resecos por el paso del tiempo se transforma en nombres, apellidos, motivos y circunstancias.
En medio de una batalla que se pierde frente al delito y la violencia es difícil discernir cómo la sociedad comienza a digerir casos como el que hoy nos ocupa. Hasta hace un tiempo nos eran ajenos, ahora empiezan a ser propios.
Los comentarios que circularon y los dedos acusadores apuntan a una resolución simplista y acorde al pensamiento de quienes han incorporado la muerte como estructura cotidiana; los hechos y circunstancias no deberían ser de morbosa liviandad. Todos y cada uno de los que asistieron al lugar donde fue hallado el cadáver entendieron con claridad el mensaje que subyace bajo el cuerpo de Nicolás: “Vinieron para quedarse”.
Es la Justicia la que deberá construir el andamiaje que permita recorrer minuto a minuto qué sucedió con este joven desde que se ausentó “a bordo de una moto”, como dijo su familia, para nunca regresar. Quién o quiénes cumplieron la misión de ultrajarlo de semejante modo y cómo pudieron llegar hasta el lugar donde arrojaron su cuerpo. El porqué de un homicidio de estas características pocas veces se conoce, pero el para qué está en la sensación cercana de una realidad que se avecina sin piedad sobre jóvenes víctimas y salvajes victimarios.