En 2006, un proyecto de la secretaría de Desarrollo Humano otorgó becas y comenzó con una propuesta de contención que incluía a “los pibes del pasillo” del Hermano Indio, quienes emprendieron tareas de limpieza en la zona.
Soñaban con un espacio verde donde hacer actividades deportivas, como otros soñaron luego con un edificio que integrara proyectos, al estilo CIC.
El grupo del Hermano Indio estaba conformado en esa época por chicos de entre 13 y 17 años. La Opinión charló con ellos una mañana en la que desayunaban té y rosquitas en la luego usurpada por un puntero Casa de la Mujer.
Querían retomar sus estudios y cambiar el barrio, decían. De ellos, algunos están presos, otros prófugos, otros muertos, todos condenados a la trayectoria de vida que veían a su alrededor y de la que querían escapar. Algo salió mal.