Chau Pototo
La década del 90 llegaba a su fin cuando el Profesor Rodolfo Constantín nos propuso recopilar las historias de personajes sampedrinos “porque de ellos no escribe nadie Lilí y se van a perder”. Tenía razón. Así cada 15 días, el legendario maestro de historia de varias generaciones de sampedrinos y exconcejal peronista, describió con delicada pluma, una a una las historias de Arocena, Vaca Toro, “el viejo de la bolsa”, Maneco y tantos otros.
Una mañana llegó a saludar con el clásico imperial ruso de panadería Rotundo y fue más allá. “No quiero que diga nada pero voy a escribir sobre Pototo para arreglarle las ruedas del carro”. Así fue. A los pocos días de la publicación el hombre que llevaba helados a domicilio muy lejos del habitual delivery de estos tiempos, tenía nuevas cubiertas para su rodado tracción a sangre con un renovado y clásico color celeste y blanco.
Tras el deceso de Constantín nuevos personajes necesitaban de su memoria para ser parte del patrimonio histórico impreso de la ciudad.
Cansado de una vejez que lo atormentaba más de la cuenta y abrazado por sus recuerdos de los tiempos de gloria en los que con una moneda se podía elegir entre chocolate, limón, granizado, dulce de leche y crema con cucharita de madera, Pototo dejó los pedales que en los últimos tiempos extrañaban la fuerza de sus músculos hasta que el triciclo fue reparado con precisión por Mario Penduzzu para ser depositado como homenaje en el Sueño del Tano. Sólo cinco personas tuvimos el privilegio de aquella disección del hombre y su vehículo. Lloró, recordó, se emocionó y lamentó que el niño Federico Piñero que tenía 14 años y propuso construir un monumento “al heladero y su corneta” no haya podido cumplir su sueño.
Con una previsible ausencia de cronología, Eduardo Roberto Iturbe dijo que le gustaría que su monumento se emplace en la esquina del Bar Butti.
“Estaba sentado en una silla en el Butti, vino Denis y me dijo ‘Pototo, por qué no vendés helados’, relató en el aire del programa Sin Galera en el año en que fue votado por los oyentes como “personaje del año” y ganó la tapa del Anuario del año 2012.
Tanto helados como golosinas formaban parte de su oferta tras 57 años de recorrida por las calles y fiestas populares de la ciudad: “Salgo porque me gusta, juego con los chicos, si no en mi casa, metido en la cama…”.
Su infancia de padres sustitutos y abandonos lo atormentaba. Ya era un adulto cuando encontró a su verdadera madre y parecía nunca perdonarse.
La noticia de su partida estremeció los corazones de todos los que apenas comenzada la siesta esperaban que ejecutara a puro soplo los sonidos de su corneta metálica. La poca asistencia a la sala velatoria y el acompañamiento hasta el cementerio quizá obedezca a la ilusión de guardarlo permanentemente a bordo de ese teroro con ruedas que sabía bien dulce y frío aún cuando el bolsillo no respondía al precio del vasito más chico.
N. de la R.: Federico Piñero, el niño que propuso el monumento y hoy tiene 19 años, llegó al programa Sin Galera para brindar testimonio del destino de los materiales recolectados y entregados a la Dirección de Cultura que ante la repercusión del tema se “adueñó” de la idea y propuso a un escultor llevar adelante la obra. Esa misma mañana Leonardo Pascual, el actual titular del área se comprometió a brindar precisiones sobre la continuidad de los trabajos.