Causa Camioneros: los motivos de Cabaleyro para pedir prisión domiciliaria, cuyo análisis está en Cámara
El sindicalista y concejal nicoleño está detenido desde el 8 de abril, acusado de "pedir coimas" para "dejar trabajar tranquilos" a los dueños de la empresa Rey Distribución. El Juzgado de Garantías rechazó el pedido de su abogado, que apeló a Cámara, por lo que aguardan la resolución.
Maximiliano Cabaleyro, sindicalista por herencia del gremio de Camioneros de San Nicolás y concejal por el Frente de Todos de esa ciudad que entró de licencia tras ser detenido, permanece alojado en una celda de la unidad penal 3 de San Nicolás a la espera de una resolución judicial sobre su pedido de prisión domiciliaria.
El sindicalista está detenido desde el 8 de abril, cuando la Justicia ordenó su captura en el marco de una causa que comenzó cuando los titulares de la empresa Rey Distribución lo denunció por “pedir coimas” para dejarlos “trabajar tranquilos” en medio de un conflicto laboral.
Cabaleyro está imputado por los delitos de turbación de la posesión, coacción en grado de tentativa y extorsión junto al sindicalista de Camioneros de San Pedro, Fernando Espíndola, cuya prisión domiciliaria ya fue rechazada en las dos instancias previstas por el sistema de Garantías penal.
Con la asistencia del abogado Mauricio Gugger, el planteo de Maximiliano Cabaleyro ante la Justicia para que le otorgue la posibilidad de atravesar el proceso penal camino al juicio detenido en su casa con pulsera electrónica está basado en cuestiones de salud y de malas condiciones de detención en la superpoblada cárcel nicoleña. El de Espíndola también, pero fue rechazado en las dos instancias.
Arraigo, contención familiar, domicilio conocido, mal estado de los establecimientos carcelarios, problemas de salud apoyados con certificados médicos, presencia de cámaras de seguridad en su casa y hasta fianza o caución real forman parte del planteo.
La propuesta de prisión domiciliaria es para que Cabaleyro la cumpla en su casa del barrio Avambae, donde convive con su esposa, vivienda que fue visitada por una asistente social. Cabaleyro y su pareja tienen una familia ensamblada: dos hijos son de él y una mujer con la que tuvo matrimonio anterior, y uno es de ella con su exmarido.
Los hijos viven de manera alternada entre el hogar de Cabaleyro y el de sus otros progenitores, una semana en cada vivienda. La casa del sindicalista está sobre una calle pavimentada alejada del radio céntrico de la ciudad.
La casa es de la esposa de Cabaleyro y él se mudó allí en 2019. Desde entonces, colaboró para refacción de la vivienda, que tiene dos pisos, con el dormitorio matrimonial en la planta alta y otros dos en la baja. El acceso es un amplio portón eléctrico. Además del living y la cocina-comedor unidos en un mismo ambiente, el inmueble tiene quincho y piscina.
Hay wi-fi, cable y cámaras de seguridad con monitoreo las 24 horas, además de todos los servicios básicos esenciales. No tiene telefonía fija pero sí hay celulares en el hogar. La perito que recorrió la casa fue recibida en la cocina por una “amable, respetuosa y abierta al diálogo” pareja de Cabaleyro.
La pareja del sindicalista, que se casó con él en octubre de 2018, expresó sus intenciones manifiestas de ayudarlo y de recibirlo de nuevo en la casa en caso de que se le otorgue la medida de atenuación de su privación de la libertad. Además, señaló su preocupación por la posibilidad de que su esposo recaiga en el consumo de drogas.
Cabaleyro dejó de consumir prácticamente cuando comenzó su relación con su actual pareja. En la sede de la vieja iglesia Pompeya concurría a un grupo de narcóticos anónimos. El encierro, consideró ella, podría devolverlo a la problemática.
En el escrito obra no sólo la situación de adicto a las drogas en recuperación de Cabaleyro, que además está en tratamiento por hipercolesterolemia. Como se dijo, el sindicalista está “limpio” del consumo de cocaína, marihuana y otros estupefacientes desde hace casi cinco años, período desde el que formaba parte de un grupo de autoayuda para el control de las adicciones. Había comenzado a consumir a los 21 años. Hoy tiene 43.
En la audiencia el propio Cabaleyro dijo que está “en riesgo en forma permanente” por la cantidad de drogas que circula dentro de la cárcel donde está alojado. Señaló además que pidió estar en contacto con los grupos de adictos en recuperación dentro de la unidad penal, sin respuesta.
Su situación cardíaca es normal, determinaron los estudios médicos. El aumento del colesterol fue consignado. Los antecedentes de dislipemia fueron señalados con la preocupación respecto de la falta de tratamiento, por lo que los médicos recomendaron que retome la rosubastatina diaria.
Cabaleyro acusó desde que está alojado en la UP3 un dolor torácico prolongado “con sensación de cosquilleo en su miembro superior izquierdo”. Cuando se pasa el dolor, dijo, le queda una sensación de fatiga como si lo “hubieran molido a palos”.
Maximiliano Cabaleyro mide 1,79 m y pesa alrededor de 105 kilos. Es decir que está en una situación de obesidad de primer grado. La recomendación médica tras la pericia fue “modificar hábitos higiénicos y dietéticos” que impliquen un régimen hipocalórico e hipograso sin ingesta de etanol y gaseosas dulces, con actividad física aeróbica de intensidad leve a moderada de frecuencia diaria.
Los estudios, en general, señalan que todo está “dentro de los valores normales”, con excepción del colestrol y los triglicéridos. Aconsejan que deje la única adicción que mantiene: el tabaquismo.
Para la fiscala María del Valle Viviani, de esas pericias surge que “no existe ninguna circunstancia que amerite la concesión de la medida” de prisión domiciliaria, por eso se opuso y logró el rechazo en primera instancia. No hay “un diagnóstico de enfermedad que no se esté siendo atendida en la UP3”, destacó la titular de la UFI 7.
La defensa de Cabaleyro hizo hincapié en las pésimas condiciones de detención que tanto él como los otros más de 900 detenidos padecen en la unidad penal 3 de San Nicolás. El sindicalista duerme en una cama en altura de la que se cayó varias veces. Cuestionó que le dan de comer “polenta y fideos incomibles” y que a veces aparecen cucarachas en la comida.
El Servicio Penitenciario, señalaron, no les provee de elementos de higiene y limpieza, los que recibe de su familia, así como alimentos de mejor calidad que la que ofrece el Estado a los detenidos. En el pabellón de Sanidad, donde se encuentra, hay 94 presos. Para todos ellos hay dos baños, dos duchas y una pileta para lavar ropa y utensilios.
En la audiencia, Cabalyero dijo que está “tranquilo” respecto de lo que se le acusa y sostuvo que sabe que “Dios y el poder superior tomarán sus riendas y le darán fuerzas”, no sin advertir que “quienes están haciendo las cosas mal, pagarán por ello.
Reclamó en la audiencia no poder compartir lo días con su padre, que estaba enfermo de cáncer y falleció el 7 de octubre pasado, y no haber podido compartir el cumpleaños de su hijo ni el propio con el resto de su familia.
Los abogados defensores insistieron durante la audiencia respecto de que Cabaleyro sí tiene una enfermedad, contra lo que planteó Viviani, en alusión a las adicciones a las drogas.
El Juzgado de Garantías, cuando rechazó el pedido inicial, destacó que la situación de Espíndola era más complicada desde el punto de vista de la salud y que todo ello fue tenido en cuenta para otorgarle la domiciliaria, aunque luego Cámara lo revocó y obligó a que permanezca en la cárcel.
La jueza que rechazó el pedido dijo no desconocer la situación de las cárceles del Servicio Penitenciario, pero dejó en claro que otorgarle la prisión domiciliaria, a su entender, pondría en riesgo el proceso por lo que consideró que debe permanecer en la celda de la unidad penal.
Apelada la decisión de la jueza María Eugenia Maiztegui, ahora será el tribunal de Alzada, la Cámara de Garantías y Apelaciones, la que analice estos aspectos para resolver si otorga o no la prisión domiciliaria al sindicalista de Camioneros Maximiliano Cabaleyro.
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