Casa y biblioteca para el Ciruja de las Letras
Gabriel Abate, el anciano que en La Tosquera comparte cultura y educación con los niños del barrio desde su rancho de chapas, está cada vez más cerca de pasar sus últimos años bajo un techo digno.
El barrio Los Cazadores, más conocido como La Tosquera, tiene, como todo barrio, su galería de personajes. Entre ellos está Gabriel Jorge Abate, un anciano de 84 años que desde hace más de veinte habita la zona. Allí tiene un rancho de chapas en el que, junto a una cama con algunas frazadas, atesora los libros que fue encontrando en el basural cuando trabajaba como ciruja y otros que le han sido donados en los últimos dos años, desde que fue protagonista de uno de los capítulos de un ciclo de la televisión local.
En 2007, la historia del Ciruja de las letras se hizo conocida en la ciudad a través de Sub_SP, Relatos de una ciudad oculta, ciclo de documentales que narraban la situación social del San Pedro subterráneo. Gabriel trabajaba por entonces como recuperador de residuos en el basural a cielo abierto, a pocas cuadras de su casa. Allí, entre los deshechos que revolvía en busca de materiales para vender y lograr el sustento diario, encontraba libros que se llevaba a su rancho de chapas, en el Callejón 1, donde, a la luz de velas y al calor del brasero en el que tiznaba la olla con lo que pudo obtener en su jornada de trabajo, leía y procesaba en su lúcida mente para luego compartir con los chicos del barrio.
A partir de ese momento, la vida de Gabriel tuvo giros esperanzadores, algunos que pudieron ser celebrados y otros que no llegaron a concretarse: le donaron una cocina con garrafa; pudo obtener el servicio de luz eléctrica; le llegaron decenas de libros, frazadas, ropa; Dora Apo —narradora y madre del conductor radial Alejandro Apo— lo conoció en la Feria del Libro local y le envió libros por correo; logró acceder a su jubilación para así dejar de revolver basura. El único problema que no obtuvo solución fue el de la vivienda, tal vez el más grave.
La casa del Ciruja de las Letras es un ranchito de cuatro por cuatro. Las chapas muestran un deterioro importante y, a su edad, soportar tanto el frío del invierno como el calor del verano es tarea complicada. Aun así, él no se amedrenta, en invierno pone su bolsa de agua caliente entre las frazadas y procura dormir para luego tomar sol durante el día, y en verano se escapa del calcinante horno en que se transforma su casa y se sienta junto a su perro bajo la sombra. Siempre con un bloque de hojas impresas entre las manos. Historia, Geografía, Literatura, Periodismo, Gabriel todo lo lee.
Durante la campaña electoral 2007, un grupo de jóvenes peronistas —ligados a la por entonces oficialista agrupación Todos por San Pedro que lideraba Carlos Rotundo decidió ayudar a Abate para modificar sus condiciones de vida y cumplir su sueño: fundar una biblioteca barrial con los libros que encontró en el basural y le fueron donando durante los últimos años. Así, comenzaron los trabajos para construir una casa donde él pudiera pasar sus últimos años dignamente y donde a su vez pudiera continuar de mejor manera la labor educativa que desarrolla en el barrio. Lo que se hizo mientras duró la campaña fueron los cimientos para una casa de 12 metros por 7, más un baño de tres por tres.
Algunos vecinos solidarios que habían donado libros y colaboraron para el acceso a la jubilación del anciano, solicitaron al Servicio Penitenciario una máquina de hacer blocks, para fabricar ladrillos con la tosca del lugar y preparar todo para la construcción de la Biblioteca Almafuerte, como le gustaría llamarla a Gabriel. Esa vez tampoco se pudo. La tierra de la zona de La Tosquera no era apta para lograr bloques que no se desgranaran. La biblioteca barrial seguía siendo un sueño. El Ciruja de las Letras seguía preocupado por no poder cumplir como soñara la tarea que llena de alegría sus solitarios días.
El Domingo pasado el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación organizó una jornada en la escuela 44, de La Tosquera. Allí estaba Gabriel, más que nada preocupado por saber si los chicos que asistieran al evento iban a almorzar, porque es él mismo el que se encarga junto a otros vecinos y vecinas de sostener el comedor que funciona en la capilla del barrio durante Sábados y Domingos, días en que los chicos no asisten a la escuela y, por lo tanto, tal vez no tengan un plato de comida.
Abate fue presentado a trabajadores sociales del Ministerio que estaban realizando sus tareas en las actividades planeadas para ese día. La Opinión acompañó a los agentes ministeriales hasta el rancho de Gabriel. Allí, los técnicos observaron las condiciones en que vive el Ciruja de las Letras, mientras escuchaban entre ofuscados y admirados la historia de sus días.
Al costado del rancho, se les señaló el lugar donde están los cimientos. Detrás de ello, un pozo de casi cuatro metros de profundo y más de un metro de diámetro llamó la atención. “Ah, eso. Estuve cavando para hacer un pozo para la descarga del baño”, explicó el hombre de 84 años. Los trabajadores sociales tomaron todos sus datos y las medidas del lugar para intentar gestionar materiales que permitan la construcción. “Es posible, porque ya están los cimientos. Tendríamos que ver la posibilidad de obtener un subsidio por única vez, porque los tiempos del Ministerio son otros, imagínense que las ayudas inmediatas tardan casi un año, y son inmediatas”, explicaron.
Se comprometieron a volver el Jueves para acercarle libros y tomarle los datos para comenzar las gestiones ante distintas áreas del Ministerio, a la espera de algún subsidio que permita solucionar el problema habitacional de Gabriel y sus libros. Recomendaron que se buscara voluntarios para la mano de obra, de manera tal que se pudieran agilizar las cuestiones.
En la mañana de La Radio, al hacer pública la situación y narrar la historia del Ciruja de las Letras, los oyentes comenzaron a ofrecer datos, precios, materiales y mano de obra para levantar la Biblioteca Almafuerte del barrio Los Cazadores (ver recuadro).
Ayuda “urgente”
El Martes por la tarde, un camión de un conocido corralón de la ciudad sorprendió la siesta del Ciruja de las letras. Gabriel se disponía a tomar un té bajo el sol, tras haber barrido el patio de su rancho, cuando dos empleados del corralón le hicieron firmar el remito y le bajaron un metro de arena, dos caños de PVC 100, dos curvas 100 a 90º, 300 ladrillos, 3 bolsas de cemento y 2 de cal. Los materiales fueron enviados a nombre del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para que el anciano pueda completar el pozo para los deshechos sanitarios que estuvo cavando en los últimos días. Tras la visita del Domingo, antes de la prometida del Jueves y tras la mañana en que los oyentes se sumaron a la movida de La Radio para ayudar a Gabriel, la “ayuda urgente” que en otro momento le tardó un año a él como a otros vecinos se efectivizó en menos de 48 horas.
La participación solidaria
Los oyentes de La Radio, solidarizados con la situación de Gabriel y los vecinos que se ven beneficiados con la actividad cultural y educativa que él desarrolla en su casa, están próximos a cumplir el cometido que Desarrollo Social de la Nación se plantea apenas como posibilidad.
Durante la emisión de Sin Galera, apelando a la buena voluntad y colaboración de la población, se logró reunir una importante cantidad de elementos para comenzar la construcción de la casa y biblioteca: Un ventiluz, una calefón eléctrico, ventanas de chapa, una vitrina con libros y revistas, una salamandra y otra ventana de madera y con celosías fueron ofrecidos por los oyentes de La Radio. Además, un pintor y un albañil ofrecieron trabajar gratuitamente para la concreción de la obra.
Para construir una pieza y un baño se necesitan unos 600 ladrillos, que cuestan alrededor de 1100 pesos; una bolsa de plasticor cuesta 17.50; una de cemento, 26.00; un inodoro nuevo, 120 y usado 90; un lavatorio nuevo 85 y uno usado con grifería para una canilla, 50; una puerta, 200; el metro de pinotea cuesta unos 9 pesos y una chapa de 3 Mts, 90 pesos. Debe sumarse además la mano de obra, que oscila entre los 80 y 100 pesos diarios. Construir una piezas y un baño para que Gabriel tenga donde pasar sus últimos años dignamente y pueda realizar su tarea comunitaria de educación con los niños del barrio puede costar entre cinco y siete mil pesos.
Con donaciones de material y mano de obra, tal vez Gabriel tenga su Biblioteca Almafuerte antes de que la burocracia del Estado ponga en marcha las promesas que le hicieran con los pies en la tierra de su propio rancho.