Capturan en Río Tala a asesino que violó su prisión domiciliaria
Leandro Sabino gozaba de ese beneficio pese a los dos crímenes por los que fue condenado y los antecedentes que posee. La policía lo encontró y verificó que tenía pedido de captura activo por no haber regresado a su casa en Campana desde mediados de enero. Está condenado por el asesinato de Fabián Pereyra en 2009 y cumplió sentencia por el asesinato de Alfredo Arroyo en 2005.
El nombre de Leandro Sabino fue tapa en 2005 y 2009, cuando aún se dudaba si por su condición de adolescente con la mayoría de edad recién cumplida podía ser capaz de cometer actos delictivos graves.
Sus frondosos antecedentes se fueron acumulando al pasar por el robo, la amenaza, las reyertas y las múltiples veces en las que el poder judicial le concedió oportunidades.
Sobre sus espaldas pesan los asesinatos de Fabián Pereyra y Alfredo Arroyo, ambos en distintos períodos pero con pruebas claras que lo incriminaron hasta aceptar un juicioabreviado.
Fabián Pereyra, más conocido como “el chivo negro”, fue ultimado en junio de 2009 cuando fue alcanzado por los disparos que descerrajaron dos sujetos que circulaban en una moto. Una de las heridas letales fue en la cabeza, la otra en el torax. Sabino tenía por entonces 22 años y había mantenido junto a su cómplice Lucas Fernández un fuerte enfrentamiento en la misma sede de la comisaría donde rompieron vidrios y hubo desmanes. Pereyra huyó de la dependencia caminando. Transitó seis cuadras y cayó a consecuencia de la balacera.
La condena fue de ocho años de prisión que precisamente se cumplían durante el presente año. Sin embargo gozaba de prisión domiciliaria en Campana. El 12 de Enero de 2017 la justicia consideró que estaba apto para cumplir el resto de su condena en el hogar. Nunca volvió y precisamente el pasado lunes la policía lo capturó en la localidad de Río Tala.
El otro asesinato
La mañana del 26 de agosto de 2005 sorprendió a los vecinos del barrio San Miguel con un cadáver que estaba tendido sobre una vereda de tierra cercana a una pequeña zanja de desagote. Allí yacía boca abajo Alfredo Arroyo con el cráneo partido, casi desnudo y visibles golpes en el resto del cuerpo y el rostro.
En principio nadie lo reconoció hasta que la familia supuso que el relato que los periodistas hacían en los medios de comunicación daban cuentas de su deceso.
“Nadie nos dice nada, tienen miedo de hablar”, explicó el padre de la víctima a los pocos días de cometido el crimen de su hijo y aclaró que nunca habían tenido contacto con la familia Sabino.
“Le sacaron la ropa antes de matarlo, tienen que haber sido más de uno”, dijeron los familiares e informaron que por entonces la víctima era padre de un varón de 8 años y una niña de cinco. Las prendas que vestía fueron halladas en el techo de una casa cercana al lugar donde apareció el cadáver pero sin manchas hemáticas.
Sabino fue condenado por ese homicidio y beneficiado en enero de 2008 con salidas transitorias. Después fue recluido por perpetrar un nuevo crimen en agosto de 2009, el de “el chivo negro”. Ahora tiene 29 años y está detenido desde el lunes en la Comisaría de San Pedro a la espera de una nueva decisión judicial.