Camiones con mercadería para “todos y todas” compiten de manera desleal con el comercio local
La llegada de un camión de pastas y lácteos disparó nuevamente la polémica respecto a la competencia en igualdad de condiciones con distribuidores y minoristas locales. La Ordenanza no tiene un canon especial para la actividad de venta ambulante a gran escala y Bromatología solo controla el ingreso de la carga. La necesidad de encontrar ofertas y precios bajos necesita de una coordinación que, por ahora, no está disponible.
La llegada de un camión con Pastas y Lácteos para “cuidar el bolsillo de la gente” despertó polémica en Gobernador Castro primero y en San Pedro después. Una restricción de acceso a esa localidad abrió el debate sobre las ventajas y desventajas de la comercialización por fuera de las bocas convencionales registradas y habilitadas ante organismos nacionales, provinciales y locales.
La venta ambulante y el canon a tributar por su explotación tienen su capítulo en las ordenanzas Fiscal e Impositiva, con un monto que, para este volumen de ventas, perjudica a los comerciantes.
Son sólo 582 pesos que, al menos en este caso, no fueron abonados. Así surgió de la consulta que La Opinión formuló a la Dirección de Rentas tras la protesta de quien dijo haber “gestionado” esta carga para San Pedro, un referente político que –con ofertas y combos más que convenientes– logró que fueran los habitantes del lugar los que exigieran su permanencia frente a la plaza hasta agotar el stock.
Este medio consultó a distribuidores y comerciantes minoristas a fin de cotejar las diferencias reales en costos con productos similares. La más importante fue la del litro de leche que se comercializa con la marca Yatasto y procede de un tambo regional que ha logrado incluso formar parte de programas de precios cuidados que han sido coordinados por municipios vecinos como Baradero y San Antonio de Areco.
“Yo lo propuse una vez para ir a los barrios con mercadería que hacemos nosotros”, dijo el sábado un fabricante de pastas artesanales que en su lista de precios tiene algunos productos por debajo de los que se ofrecían en los “combos” que contenían tapas de empanadas, pascualinas, fideos, ravioles y sorrentinos. “La plancha que hacemos nosotros pesa 380 gramos”, aclaró el comerciante y agregó que los datos a tomar en cuenta para comparar bien pasan por el peso y la calidad.
La competencia desleal que se desata en tiempos de crisis no sólo reside en que en un día alguien recauda dinero que luego se fuga de la ciudad sino en el que no ingresa. “El que viene de afuera no tiene que pagar el alquiler, no paga la luz, el gas, el empleado, las tasas y los impuestos. Empezando por ahí, ya nuestros clientes están sonados”, señaló la dueña de una distribuidora que en los últimos meses tuvo que reprogramar los recorridos por el descenso en las ventas.
En su lista de precios un paquete de tapas para 15 empanadas se entrega a 32 pesos, con precio sugerido en 42, mientras que en el camión se vendían tres paquetes de 12 unidades por 80 pesos pero de la marca El Sol, una de las que comercializa la cadena supermercadista Wal Mart y que tiene origen en una fábrica de Bella Vista. Se compre a la distribuidora de la marca de primera línea o al fabricante de pastas, la diferencia no es tanta y en ambos casos el dinero vuelve a circular en la ciudad.
Desde el gobierno municipal no se ha logrado coordinar el esfuerzo ya que la carga que vino a bordo del rodado tuvo que ser inspeccionada por Bromatología sin que haya tributado un centavo por las ventas. Tampoco existe fiscalización de ARBA y de AFIP sobre la facturación a los consumidores finales. Este medio estuvo en varias ocasiones en las que la propuesta era el pescado y comprobó que no sólo no se entregaban tickets sino que quienes manipulaban la mercadería lo hacían sin las mínimas condiciones de higiene y sobre una balanza que no funcionaba.
Desde hace semanas el Centro de Comercio releva las inquietudes de sus representados y para ello está buscando acciones conjuntas con el Municipio, al menos aquellas que garanticen que la competencia sea en el marco de la igualdad de oportunidades, sobre todo porque los controles sobre los locales habilitados son constantes y rigurosos. No descartan coordinar alguna acción encaminada hacia las ferias barriales con la participación de proveedores locales que permitan abaratar el costo para el consumidor final.