Cambiar la escuela desde adentro
Un curso de 1º año de electromecánica presentó un proyecto junto a un profesor para refaccionar y pintar el aula. Los chicos se encargaron hasta de conseguir el dinero y llevar a cabo todo el trabajo. La tarea los unió y los profesores dicen que mejoraron incluso su conducta diaria. Otros alumnos de taller renovaron la instalación eléctrica del edificio, y los de informática la sala donde cursan.
La Escuela Industrial está cambiando, dicen. Y en realidad eso es muy cierto a simple vista porque con sólo ingresar al edificio puede constatarse que en diferentes sectores hay refacciones en marcha.
Los propios chicos y los profesores son los responsables de estas transformaciones que se decidieron en algunos casos en forma espontánea.
“La idea nació entre nosotros. Empezamos a hablar en una clase de lo feo que estaba el salón, y que teníamos que hacer algo”, explican los chicos de 1º Quinta de Electromecánica, que ocupan la última aula del pasillo de la derecha del primer piso. “Sacamos la cuenta y nosotros pasamos 41 horas semanales acá, así que teníamos que hacer algo”, dijeron los estudiantes, que pinceles y espátulas en mano recibieron a La Opinión en plena tarea.
Uno de los profesores responsables de esa “odisea” es Carlos Tórtola, quien dicta Filosofía en ese curso, y se tomó el atrevimiento de ceder parte de su clase para que los chicos puedan darle forma al proyecto. “Después lo pasamos a máquina y lo presentamos en dirección”, explican. El padre de uno de ellos, el constructor Moisés Vlaeminck colaboró con las primeras indicaciones para que los chicos empezaran la tarea. Aprovechando el día libre de clases del lunes posterior a las elecciones, arrancaron la obra.
“Tuvimos que sacar los dibujos que había en las paredes con espátula, enduir las paredes y después empezar a pintar. Después, revocar los zócalos y colocarlos”, relataron los chicos.
El cambio hacia adentro
“Lo más maravilloso es que no hubo adultos que los controlen para ver si hacían la tarea o no. Estoy muy orgullosa de lo que están haciendo porque cuando comencé como profesora suplente de ellos era un curso sumamente revoltoso. No tenían interés por nada pero fueron mejorando a lo largo del año y ahora pueden hacer una actividad en conjunto sin control como ésta”, explicó Paulina Gómez, una docente del Departamento de Química.
El curso de 1º Quinta, está formado por 24 chicos, aunque al comenzar el año eran unos 35. “Algunos dejaron. Había dos chicas pero ahora somos todos varones”, dicen. Del total, sólo diez pusieron manos a la obra para dejar de blanco inmaculado las paredes. José Cancelo, Franco Vlaeminck, Román Alvarez, Damián Rodríguez, Facundo Casas, Maximiliano González, Leonel Rodríguez, Jonatan Cardozo, Diego Romero y Jonatan Videla forman el grupo.
La tarea que empezaron para mejorar el aula, les permitió integrarse pero también valorar el espacio que comparten. “Antes nadie juntaba los papeles, pero ahora cada uno controla al otro porque el esfuerzo es de ellos. Lograron una pertenencia al lugar”, explica Gómez.
Los chicos también se encargaron de recaudar los fondos para comprar los insumos, y lo hicieron poniendo un poco de su bolsillo, pidiendo algo más a los padres, a los docentes e incluso logrando que algunos comercios del rubro les donaran materiales. De esa manera, aprendieron a valorar los costos económicos de contar con un aula impecable. “Preguntamos precios en todos lados, y la verdad es que todo es caro. Los zócalos nos costaron 20 pesos cada uno; queríamos poner una guarda pero también es caro”, explican.
Afortunadamente, el año que viene podrán solicitar que los destinen al mismo salón para cursar 2º año y por supuesto que así lo harán. “El otro día un chico sin querer apoyó el pie sobre la pared y la manchó. Enseguida el resto hizo que la limpiara”, comentó la docente compartiendo las sonrisas cómplices con los chicos.
Que se haga la luz
Cuatro profesores del área de taller, terminaron la semana pasada con la tarea que conjuntamente encararon con los alumnos para cambiar la totalidad de las instalaciones eléctricas del edificio. El objetivo era poner en condiciones la infraestructura que nunca fue renovada desde la construcción del establecimiento, hace 25 años y que supone un riesgo sobre todo para sectores como los de Informática y Taller, donde alumnos y docentes utilizan maquinarias eléctricas. Aprovechando la ocasión, también se decidió cambiar luminarias, y hasta centralizar en un sector todas las llaves de luz de las aulas para evitar el mal uso o las roturas constantes que también suponían un peligro.
En la sala de Informática, también se hicieron trabajos de pintura con mano de obra de los chicos de 3º año que hasta limpiaron los paneles de vidrio y aluminio para que todo brillara.
“Lo mejor que tenemos en la Escuela son los chicos. El problema somos los adultos, porque cuando ellos se ven incentivados y los dejamos hacer, nos sorprenden todos los días”, explicó un docente, pleno de orgullo.
Un alumno a la final
Dos chicos que también pueden dar el ejemplo en la Escuela Técnica, son Alexis Alvarez y Bruno Santacreu, dos alumnos de Industrias del Proceso que se presentaron en las Olimpíadas de Medio Ambiente que organiza el Instituto Argentino del Petróleo y el Gas. Este certamen nacional, que está en su fase final, consiste en rendir diferentes exámenes sobre temáticas relacionadas al medioambiente, según la bibliografía que extiende el mismo organismo.
Este año, Alvarez y Santacreu llegaron a la semifinal, que el primero no pudo superar. Por eso ahora Santacreu será el único representante sampedrino en la última etapa. El premio final es una medalla de honor pero también una beca que el año pasado fue de $ 5.000, además de una computadora para la escuela. El 18 de Noviembre es la final y por supuesto, en la escuela todos esperan ansiosos los resultados.