Buscan más pistas por el robo a Codern
Poco en común y poco de común presentan dos hechos hilvanados por la crónica policial y ocurridos en la mañana del sábado. Un hurto común a primera hora y un robo calificado después habrían sido perpetrados por los mismos delincuentes y uno de ellos quedó detenido. El asalto a la familia Codern provocó un gran revuelo en la cúpula policial pero su investigación sigue en el más estricto silencio.
“Jamás en 27 años de carrera me tocó vivir un momento semejante” dijo horas después de enfrentar la indignación de la familia Codern por el robo que sufrió una pareja de personas mayores en su domicilio. La advertencia pública hecha por la hija de la víctima cayó como “la última gota” que le faltaba a jefes policiales que ya no pueden disimular su preocupación por la falta de disciplina en una tropa que no tiene a todos en las mejores condiciones.
Pero más allá de la actuación policial preventiva o de investigación, los hechos que se encadenaron el sábado a la mañana, se ven en retrospectiva como situaciones muy diferentes.
A primera hora del sábado, la policía recibió la denuncia del ingreso de autores ignorados a un domicilio de 11 de Septiembre y Saavedra. Allí se llevaron varios elementos, entre ellos la placa de un profesional, y en la huída provocaron destrozos y hasta orinaron y defecaron en los pasillos.
Más tarde, y después de una presumible tarea de inteligencia para saber exactamente por dónde entrar y qué buscar, el blanco fue la vivienda de la Familia Codern en Chivilcoy al 1000.
En este caso, treparon el frente de una casa virtualmente enjaulada, saltaron a un patio y esperaron con paciencia la salida de una empleada doméstica que, al salir, les terminó facilitando el acceso a los delincuentes. Dentro de la casa aguardaron la llegada del propietario (antes habían reducido a su esposa y a la empleada) y con mucha violencia lo pasearon por el interior de la vivienda. Feliciano Codern, un vecino de 70 años se vió forzado a abrir una caja fuerte de la que, según denunciaron después, sólo se llevaron algunos elementos y dinero en efectivo dividido en diferentes monedas.
Poco en común
Los allanamientos efectuados por la policía después del “apurón” que impuso la familia en estado de shock, condujeron a varios domicilios de barrios periféricos. Allí se encontraron armas, indumentaria para policías y solo algunos indicios que conducían más al primero que al segundo caso.
De los dos detenidos, Miguel Cacho y Gabriel Albacete, sólo quedó detenido este último porque en uno de los domicilios allanados se encontraron pertenencias del primer robo (11 de Septiembre y Saavedra), 20 euros en la casa de su abuela y un par de guantes con los dedos recortados que habrían sido reconocidos por Codern. Albacete es un delincuente con antecedentes y no sería extraña su vinculación con estos casos, pero quedan muchas dudas sobre el móvil del segundo robo y la información que podrían manejar. ¿Tienen relación los hechos entre sí? ¿Los 20 euros son realmente los robados en la casa de calle Chivilcoy? ¿Buscaban algo más además de dinero y eso no se denunció?
La “calle”, en comunidades pequeñas, generalmente maneja todo tipo de versiones y las imágenes del lugar del brutal asalto muestran otro tipo de valores (pagarés y papeles varios) extraídos de una caja fuerte que fue el objetivo inicial de los ladrones. Hay un prófugo que podría ser el portador de otras respuestas y la policía ya “pasó” la causa a la fiscalía sin haber podido tomar testimonios importantes que hubiesen permitido obtener más detalles. El gran revuelo popular del fin de semana pasó a convertirse ahora en un hermetismo comprensible, pero para los sampedrinos más allá de las connotaciones, un robo es un robo y con semejante nivel de violencia es mucho más preocupante.