Buenos oficios para convencer a “los sucesores”
El Gobierno municipal citó el viernes pasado a los trabajadores, por un lado, y a los responsables de la clínica, por otro. Con los primeros se reunió el Secretario de Economía. Con los segundos, el intendente Cecilio Salazar.
Allí acordaron la gestión ante las obras sociales Pami y Osprera para que adelanten pagos, de manera tal de que haya un dinero disponible para los trabajadores. “No para sus bolsillos”, repetían los funcionarios del gabinete en relación a los actuales dueños, herederos de los doctores Artana, Giordano y en menor medida Taurizano, cuyas sucesiones tienen alrededor del 70 por ciento de las acciones. Hay varios accionistas más, minoritarios.
Ayer el intendente Salazar informó a La Opinión que sus gestiones “resultaron exitosas” y que estaba garantizado el depósito de las obras sociales para que la clínica transfiriera los fondos a los empleados. El intendente reafirmó que “se condicionó” a los titulares del sanatorio “que ese dinero es para pagar sueldos”. Entre las partes hubo una reunión infructuosa. El Estado local hará “buenos oficios” como intermediario para intentar que la situación no termine en el peor desenlace.
El titular del Ejecutivo local conoce con qué bueyes ara. La obra social que condujo hasta ser intendente tuvo en algún momento acercamientos para intentar ingresar como accionista mayoritario a la clínica. No fue la única. Hubo otras obras sociales vinculadas a sindicatos fuertes que intentaron hacer lo propio. Hasta Femeba, en pleno conflicto con el Círculo Médico local en 2014 analizó la propuesta de venta que la San Martín tiene hace tiempo.
Cada vez se encontraron con el mismo escollo. Los sucesores de los médicos que fundaron y dejaron su vida en la clínica no habrían aceptado que alguien llegara a controlar la mayoría accionaria para hacerse cargo de la gestión, poniendo un dinero que serviría en principio para saldar las deudas.
Quienes estuvieron cerca de esas gestiones deslizaron que a los abogados y a los propios herederos sólo aceptarían la venta con dinero contante y sonante.
Esos relatos permiten acercarse a la comprensión de un conflicto que se agrava desde unos años a esta parte, sin soluciones a la vista. Dentro y fuera de la clínica, quienes conocieron a Artana, Giordano y Taurizano aseguran que “los doctores jamás hubiesen permitido esto. Hubiesen hecho cualquier cosa con tal de salvar la clínica, que siguiera funcionando”. No lo podremos saber. Lamentablemente, ya no están y los actores de reparto, que no hablan públicamente con este ni con ningún otro medio, no parecen estar a la altura de las circunstancias.