Branto dijo que no estaba en el lugar en el que asesinaron a Lillo y sembró dudas sobre las balas
El viernes de la semana pasada Roberto Branto Ayala llegó con fuerte custodia a la sede de la fiscalía para declarar acompañado de su abogado defensor, Diego Jeanmaire. Está acusado de haber disparado contra el agente de la policía local que falleció el 25 de enero en medio de un asalto. Dio el nombre de un tercero, ofreció detalles que lo ubican fuera de la escena y que pueden debilitar la instrucción, porque los proyectiles recogidos en la zona son de un arma calibre 9 mm. Resta saber quiénes entregaron los datos para la comisión del ilícito, cómo y quién lo planificó y dónde estuvo refugiado durante las 55 horas en las que estuvo prófugo.
“Yo tengo una opinión propia y creo que el fiscal coincide conmigo de que esto fue un hecho fatídico, de que estos chicos estaban en el lugar que no tenían que estar. Nada más”, dijo el abogado Diego Jeanmaire al cerrar la entrevista que concedió al programa Sin Galera tras escuchar la ampliación de la declaración que Roberto “Tito”, “el Zurdo” Branto Ayala formuló ante Marcelo Manso el viernes a las 14.00, luego de arribar con una fuerte custodia a la sede de Fiscalía.
Se refería a la teoría que muchos repiten sobre la trágica jornada que se llevó la vida del agente de la Policía Local Nelson Lillo el 25 de enero, cuando intentó detener a uno de los autores del asalto a un camión repartidor en las puertas del supermercado ubicado en Rivadavia y Oliveira Cézar.
El ilícito estaba planeado en detalle, con logística local y cobertura, con datos precisos y autores conocidos en el ambiente de los reclusos experimentados, pero la imprevista llegada de la patrulla local terminó en una tragedia en la que persisten las dudas sobre quién portaba el arma de la que se dispararon las balas asesinas.
Aunque el expediente no está aún disponible para la prensa y ya lleva nueve cuerpos de 200 páginas cada uno, se sabe que el intento que está haciendo Branto Ayala para evitar la condena por el homicidio de Lillo y demostrar que no fue parte del asalto coincide con las hipótesis que arriesgó La Opinión en el mes de abril: hasta entonces, nadie había logrado explicar porque imágenes dicen que no hay– cómo fue el desplazamiento de los dos delincuentes que quedaron vivos. Uno que sigue prófugo y el otro, Branto Ayala, que inexplicablemente estuvo alojado en un domicilio de la ciudad durante las 55 horas que duró “la búsqueda” con heridas que alguien tuvo que curar.
“En esta oportunidad ha dado su versión de los hechos, explicando cómo fueron desde que salió desde su casa hasta que la policía lo detuvo. Cada movimiento, dónde estuvo y con quién estuvo”, dijo Diego Jeanmaire respecto de lo que se escuchó en la Fiscalía.
“Yo mucho no puedo contar, porque esta versión está a corroborarse mediante una investigación que lleva adelante la Fiscalía, por lo cual hay determinados hechos y circunstancias que no puedo transmitir, porque estaríamos obstaculizando la investigación”, agregó aunque reconoció que es cierto que su defendido argumentó “que venía a pagar un presunto alquiler” de una vivienda para “trabajar de albañil”, como le había contado a este medio desde Sierra Chica meses atrás.
Respecto del autor del crimen sostuvo que Branto “es el acusado hoy por ese hecho, pero puede ser otra persona, hay que ver qué bala fue” y qué trayectoria recorrió el proyectil.
“De lo que pudimos ver hay un montón de dudas, por eso se han creado causas conexas y hay todo un proceso que está en fase investigativa. Hay personas acreditadas que estuvieron y que tuvieron pedido de detención que la Jueza de Garantías no concedió”, expuso el letrado. Se refería a Walter Bruzzone cuya captura Fiscalía solicitó en mayo.
A la hora de responder sobre armas y proyectiles, Jeanmaire fue claro: “Sí, hay balas y muchísimas; y sí se sabe de qué arma son. Lo tienen que investigar en la causa… Hoy te dejo con ese interrogante”, le dijo a Lilí Berardi. Pero, por las dudas, apuntó: “Él dijo que no fue y dijo quién fue; y dio datos”.
En cuanto a cómo se pergeñó el asalto, ofreció algunos detalles: “Puedo adelantar que puede haber conexiones con hechos que ocurrieron en Baradero”, señaló para ahondar luego en una cuestión clave para la investigación, que debía saciar con rapidez el reclamo de justicia de una población sacudida por la tragedia: “Imagínense que es un hecho que daba para cerrarlo porque estaban todas las fichitas, en apariencia, demostradas; estaba todo muy clarito para cerrarlo: un robo, un enfrentamiento con la policía y de ahí hubo dos personas fallecidas, y hay persona detenidas. Estaba para decir ‘cierro acá y lo elevo’, pero al fiscal no le cerró y pidió las prórrogas. Nada cierra es todo como muy turbio”, concluyó.
Este medio le recordó a Jeanmaire que Branto Ayala había violado las condiciones de la libertad asistida de la que gozaba y allí reconoció: “Infringe y se profuga, es un hecho innegable, y no reingresa a la Unidad 19 después de una salida transitoria”, con el consabido peligro que representa para la sociedad la presencia de un delincuente con el prontuario que exhibe el exintegrante de bandas famosas tanto por su eficacia como por sus consecuencias.
De allí en más las respuestas comenzaron a transitar por carriles más riesgosos, aquellos que pueden debilitar el proceso y cuestionar el accionar de la fuerza de seguridad. Cuando los agentes Lillo y Lencina llegaron al lugar del asalto, había clientes en el comercio y personas que aguardaban en la Secretaría de Desarrollo Humano, que recién advirtieron el ilícito cuando empezaron los disparos. “El protocolo policial dice que tiene que haber el doble de personal policial por cantidad de delincuentes para accionar, si no se debe perseguir y hacer un cerrojo y esperar refuerzos, por el simple hecho de preservar a las personas. Hecho que acá no se cumplió. La persona de mayor jerarquía no cumplió, poniendo en riesgo la vida de ellos mismos y con el fatal desenlace que ocurrió”, sostuvo el abogado.
La cuestión clave que el defensor se encargó de resaltar es la que intenta establecer lo sucedido con el delincuente abatido, Pablo Morel. Dijo que no hubo un enfrentamiento con la policía: “Morel no tiene armas. Quedó muerto en el piso y el arma hubiera caído, como él. Las pericias de dermotest no dieron positivo, por lo cual ahí tenemos una cuestión: los fallecidos no dieron tampoco positivo, así que por exclusión nos queda decir que hubo desde la parte policial un hecho bélico. ¿Por qué se disparó?”, preguntó.
Respecto a la declaración del viernes, sólo restaba preguntar qué dijo el acusado sobre el lugar que utilizó de guarida: “Branto dijo dónde estuvo después del hecho, pero eso no te lo puedo decir”. La Opinión ha insistido siempre en esa zona oscura que parece esfumarse de la verdad objetiva que ratifica la existencia de cómplices locales que pueden seguir operando en otros delitos.
Todo indicaba una fuga extraordinaria hasta que se produjo la llamativa “detención” de Branto Ayala en zona rural, en pleno callejón de tierra, con zapatillas impecables y curaciones que luego se examinaron en el hospital durante los días que permaneció internado a la espera de un lugar en una cárcel de máxima seguridad.
“¿Se puede decir que los que lo tuvieron hicieron parte de la logística del asalto?”, se le preguntó al abogado. “Sí, se puede decir”, respondió.
Una versión por lo menos dudosa
Antes de cerrar el reportaje, el Dr. Diego Jeanmaire quiso explicar por qué su defendido se ubica fuera de la escena del crimen de Lillo. “Los disparos que recibió Branto y donde comienza a encontrarse su ADN fueron por la espalda y por calle Arnaldo. Ahí (sobre calle Rivadavia) aparece ADN de sexo masculino de otras personas que no era compatible con el de Branto”, aseguró y sentenció: “Ya sabemos que hay más personas, y el Fiscal ya está yendo detrás de ellos, todavía no logró la detención de uno que está asegurado y que era el compañero de Morel”. Se refería a Marcos Bruzzone, el presunto tercer integrante de la banda que desapareció de la escena.
La reconstrucción del defensor es poco plausible y bastante curiosa: “Él iba a alquilar una casa a una persona del Fonavi. Estaba a unos metros de Arnaldo, sobre Rivadavia, estaba negociando sus últimos detalles de locación, según él narra, y en el momento en que estaban charlando con la persona que lo ayudaba es cuando siente el primer impacto de bala, después el segundo; corre y después esta persona lo busca y lo lleva”, describió tras ser consultado sobre la moto que milagrosamente lo trasladó hasta algún lugar donde esperaba un vehículo. “Las balas son todas de 9 mm, no hay otro tipo de bala; los ADN ya están acreditados”, sostuvo.
La Opinión también preguntó por qué querría el delincuente alquilar una casa en San Pedro: “Para trabajar de albañil”, respondió el abogado, como si el rubro de la construcción tuviera tanta demanda de mano de obra salida del presidio.