Bailarines de Santa Lucía y Pueblo Doyle brillaron en Chile
El Ballet Folklórico “Corazón de mi Pueblo” estuvo presente en el décimo Festival de Danzas Folklóricas “Entre Mar y Cordillera” en Coquimbo, Chile. La experiencia fue intensa: recorrieron comunas, compartieron con bailarines del mundo y vivieron un terremoto de 6.7.
“Fue una experiencia extraordinaria”: así lo resume Daniel Toledo, el coreógrafo, vestuarista y bailarín que dirige artísticamente al ballet Corazón de mi Pueblo. 15 bailarines, 12 de ellos oriundos de Pueblo Doyle y Santa Lucía, partieron para Chile a mediados de enero, invitados a participar del prestigioso Festival de Danzas Folklóricas “Entre Mar y Cordillera”, en Coquimbo.
“Es el décimo festival que se hace y hace 4 años que no se invitaba a un ballet de Argentina, porque lamentablemente el argentino es altanero, orgulloso, creído, soberbio. Suena feo, pero es así como nos ven. Cuando me invitan, el director del ballet de Chile me dice ‘Mirá, yo te invito, pero… tratemos de limar asperezas’. Estoy contento porque rompí con esa barrera”, contó Toledo a La Opinión, en el regreso de la travesía.
Sin dudas, los bailarines sampedrinos lograron conquistar al público chileno en cada presentación del festival, que los llevó en un recorrido por los diferentes escenarios de cada comuna —La Serena, Coquimbo, La Higuera, Andacollo y Rivadavia—, donde conocieron la cultura de diversos países del mundo, sus trajes, sus danzas, sus comidas y compartieron con orgullo las tradiciones argentinas.
Una de esas noches, luego de bailar y mientras esperaban su turno agrupaciones de México, Togo y Chile, Coquimbo tembló. Eran las 22.33 —Toledo lo recuerda con exactitud— cuando un sismo de 6.7 se sintió en el país trasandino y en cuatro provincias argentinas.
“Es una experiencia que en San Pedro gracias a Dios no hay, no la atravesamos nunca. Y quedamos bastante shockeados. Fue muy feo realmente, el momento más crítico del terremoto fue cuando empezaron a sonar los teléfonos y las alarmas, que sonaban de una manera horrible. Agarré mi teléfono y me pregunté quién llamaba a esa hora. Pero no era una llamada, era una alerta con una pantalla blanca que decía: “Alerta de tsumami, diríjase a la zona más alta que encuentre”. Se me heló la sangre. Después bajó y no pasó nada, a pesar de las más de 60 réplicas después de la fuerte. Sentimos muchas. Pero estuvimos acompañados siempre”, contó a La Opinión.