Hace frío pero el cielo despejado deja que el sol genere una linda atmósfera. Supongamos que estamos en los primeros días del mes, por lo que salgo a pagar impuestos y tramites (ya saben, esas cosas que deberíamos hacer todos, aunque algunos no pueden… y otros no quieren). Como todos sabemos esta actividad se desarrolla en la zona céntrica, por lo que encaro para el centro en este hermoso día.
A medida que me acerco, se desata frente a mí el mismísimo apocalipsis… no son cuatro los jinetes, son DOSCIENTOS jinetes… pero en moto. Motos por todos lados, como equilibristas sin miedo, y sin casco, con veinte pibes encima, surfeando una marea de gente que se tira encima del que se cruce, con autos que se mezclan en doble fila, cruzados en las ochavas, haciendo una marea de “me cago en todos”, esquivando personas que cruzan por donde se les antoja, todos revolcaos en el mismo merengue… Madres, padres, hijos, amigos, familias, oficiales, empleados. ¡Hasta turistas! El CAOS es total. La imagen es terrible. La irresponsabilidad y la falta de ordenamiento en el tránsito de San Pedro es contundente.
El planeamiento y la urbanización no son sólo reformas o mejoras en la infraestructura, es además un conjunto de herramientas generadoras de cultura. El centro de nuestra ciudad tiene consolidadas ediliciamente varias instituciones que hacen que los ciudadanos concurran de modo masivo y en distintos tipos de transporte. En este escenario, el ordenamiento debería ser prioridad.
San Pedro presenta grandes fallas en el cumplimiento de una reglamentación municipal, tanto por el municipio mismo como por nosotros los civiles. Esto demanda un reacondicionamiento de las calles, un reordenamiento del sistema de transporte y la jerarquización de las distintas vías que nos conectan y llevan el centro. De ese modo, transitar la ciudad debería ser un viaje más agradable y sano para quien lo hace. Es decir, necesitamos darle un orden y respetar (y hacer respetar) las normas que ya existen y al mismo tiempo generar nuevas que permitan tanto al peatón como al conductor transitar sin problemas y sin riesgo.
También, a mi parecer, es fundamental comenzar a pensar en una nueva infraestructura de transporte público, no sólo por la mejora del servicio en sí, sino también para conectar y aprovechar la cotidianeidad de la actividad urbana. Esto exige a su vez una peatonalización de las calles principales, tanto en sus funciones urbanas como de paseo, estableciendo circuitos según las distintas actividades que se desarrollen en su extensión.
La importancia del planeamiento y la preservación es de vital importancia para la calidad ambiental. Debemos transmitir un interés por concreción de un orden en el tránsito, tanto peatonal como vehicular, identificando procesos de descentralización para que la ciudad fluya sin caos y de ese modo se expanda con un criterio donde el tejido urbano y los espacios habitados por los ciudadanos convivan en armonía.
Si esta problemática no se trata lo antes posible el CAOS, que hoy tanto nos perjudica, no sólo va a seguir existiendo sino que va a mostrar de nuestro lugar una visión hostil y de la cual no podemos estar orgullosos.
Es necesario hacernos la siguiente pregunta: ¿Como nos gustaría que sea San Pedro como ciudad?, porque es nuestra y está siendo descuidada.
Podemos vivir mejor y así evitar la histeria masiva que nos afecta individualmente, ergo, a los que nos rodean, a los que nos quieren y a los que queremos.