Audaz asalto al hermano del concejal Giovannettoni
Un grupo armado compuesto por dos o más personas irrumpió en la vivenda de Fernando Giovanettoni. Lo ataron de pies y manos, lo amenazaron y le pedían una cifra de dinero que decían había cobrado. Malestar por el accionar de la policía.
Fernando, el hermano menor del concejal Fabio Givannettoni, fue víctima de un asalto en su casa de Gomendio y Ruiz Moreno, en el centro de la ciudad, a plena luz del día y sin que nadie advierta lo que estaba sucediendo.
El hecho, que como otros tantos acontecidos en los últimos tiempos no había trascendido ni fue publicado en el parte diario que la policía local emite, se produjo el sábado a las 14.00.
Los delincuentes utilizaron una modalidad cada vez más común en este tipo de ilícitos ya que tras reducir al dueño de casa lo maniataron y amenazaron mientras lo tenían prisionero.
Participaron al menos dos personas y se manejaron con información precisa sobre los movimientos de la víctima aunque no tan certera sobre su economía, ya que hay sospechas de que los ladrones “suponían” que la familia había cobrado un dinero producto del fallecimiento de la madre primero y el padre después.
Tras el hecho, el damnificado se mostró preocupado por otra realidad y tiene que ver con la capacidad y equipamiento de las fuerzas de seguridad, ya que para Giovannettoni, con la policía, “perdió el tiempo”.
Experimentados
y con datos
Los ladrones ascendieron hasta el primer piso de la casa y llamaron directamente a la puerta exacta, cuando sobre el frente hay tres. Preguntaron por un alquiler e insistieron hasta que encontraron el momento justo en dar el golpe.
“Eran como las dos de la tarde, yo estaba en mi departamento y me golpean la puerta”, relató la víctima a La Opinión. “Eran dos hombres con su rostro descubierto y me preguntaron si tenía algún departamento para alquilar, pero les dije que no”.
“En un momento me dicen que necesitaban algo para cuatro o cinco días, cuando dijo así, uno le dice al otro, ‘¡vamos!’, sacan un revolver cada uno, me pegan un empujón, me tiran al piso, me ponen de espaldas, me atan de pie y manos y me ponen una almohada en la cabeza”, detalló Giovanettoni.
El hombre la pasó muy mal ya que uno de los ladrones le pisaba la espalda y le decía que le diera los dólares, mientras le apuntaba con el arma de fuego a la cabeza.
El damnificado sostuvo que en el imaginario popular después de la muerte de su papá y la de su mamá quedó instalado que cobró algún dinero pero que no fue así.
Los ladrones buscaban “dólares” mientras le gritaban que se los diera porque lo habían “dateado” y si no lo iban “a degollar”.
La permanencia de los sujetos en el interior de la casa no fue por muchos minutos y, tras conseguir que el hombre les diera lo poco que tenía encima, se dieron a la fuga.
La víctima, que quedó acostada boca abajo sobre el único ambiente que tiene la casa, pudo cortar los cables con los que le habían atado los brazos y las piernas, y bajó para ver si alguien había advertido algo de lo sucedido. “Le pregunté a una nena que estaba jugando en la vereda, pero no vio nada”, señaló.
El hombre sostiene que había un tercer sujeto que ofició de campana y que los esperó a pocos metros del lugar. Además aseguró que si se los cruza por la calle “los reconocería” ya que se trataba de personas que no superaban los 40 años. A uno de ellos lo describió como “alto, fisicudo, pelo entrelargo con algunas canas y bien afeitado”, al tiempo que dijo “no tenía el aspecto habitual de cualquier ladrón. Esta era gente mandada, no fue al voleo, sabían perfectamente a dónde iban”.
“Con la policía perdí el tiempo”
Fernando Giovanettoni no ocultó su malestar por la intervención que tuvo la policía una vez acontecido el hecho. “Me motivó hacerlo público porque esto no fue difundido por la policía a través del parte de prensa. Yo no tenía ningún inconveniente en darlo a conocer pero increíblemente no salió en ninguna parte”, dijo.
El hombre sostuvo que quien lo atendió bien fue el representante de la Fiscalía, el Dr. Gómez, y que la policía dejó “bastante que desear”. “Estuve una hora parado en la Comisaría esperando que me atendieran, me llevó entre cuatro o cinco horas hacer la denuncia”, señaló.
“Después estuvieron en mi casa los de la Científica, que se alumbraban con la luz de un celular para buscar huellas, me daban ganas de decirles si tenían ojos de águila. Los sujetos habían tocado todo pero la mujer que fue me decía que en la mayoría de las cosas no quedan huellas, solo en los vidrios, pero yo le decía que habían tocado los carnets de plásticos, los vasos, la computadora, pero me decían que eran todas ilegibles las huellas”, relató.
“En realidad, sino hubieran venido me hacían un favor, tengo la certeza de que con la policía perdí el tiempo”, se quejó.