Aprobada la ordenanza, sigue la polémica por los criaderos de pollos y feedlots

Durante la sesión del pasado jueves, el Concejo Deliberante aprobó por unanimidad la ordenanza que regula la actividad de productores porcinos, ovinos, caprinos, avícolas y bovinos, que generó polémica ya que las reformas a la ordenanza madre votadas por los ediles contemplaron modificaciones requeridas por los productores, “pero no los intereses del resto de la población”, como expresaron miembros del cuerpo luego de la sesión.
La puesta en vigencia de la ordenanza N° 6.048 otorgó una herramienta fundamental al Ejecutivo y a productores de la actividad, aunque las propias incoherencias en algunos artículos e incisos produjeron que la discusión continúe, e incluso comience el debate sobre nuevas modificaciones.
Respecto de las reformas solicitadas por los productores, dos puntos llevaron conflicto y discusión al seno del HCD: la distancia respecto de las zonas urbanas que debe respetarse para la instalación de estos criaderos; y la ampliación de galpones ya existentes dentro de las zonas restringidas.
“Si a un vecino no se le permite instalar por qué al otro se le permite ampliar”, disparó el Concejal del Frente de Todos Norberto Mitelsky durante la sesión. Además mencionó por primera vez la palabra “prefactibilidad” en el aire de La Radio, concepto que invadió los pasillos del HCD desde que comenzó el debate, pero que nadie se animó a reproducir públicamente.
Informó que “en el partido de San Pedro existen al menos 75 criaderos de los cuales sólo 35 cuentan con habilitación”. Dentro de los 40 restantes, señaló, existe un importante número de establecimientos que fueron instalados en el último año, período en el que estuvieron suspendidas las habilitaciones dentro del partido de San Pedro.
Esto era así desde el 22 de julio de 2010, bajo ordenanza N° 5892, ya que la norma que regulaba la actividad hasta ese momento dejaba “dudas” respecto de los lugares de posible radicación de los mismos, sobre todo en las localidades, ya que no precisaban la cantidad de metros obligatorios que debían distanciar el sector urbano de los posibles lugares de instalación.
“Yo no tengo la culpa de que alguien haya dado un guiño cuando la ordenanza estaba suspendida”, disparó Mitelsky y despertó la polémica. Ahora existen criaderos en zonas restringidas, áreas delimitadas donde otros emprendimientos no podrán instalarse y que además cuentan con la posibilidad de ampliar sus instalaciones, situación que el Concejo Deliberante deberá debatir y modificar para otorgar la igualdad de condiciones a productores o dar un fuerte llamado de atención a aquellos que evadieron la legislación y luego se sintieron con el derecho de reclamar modificaciones para no permanecer en infracción, no sin la necesaria connivencia de organismos responsables por la falta de control y los “guiños” que señaló el edil.

Villa Jardín, un claro ejemplo
La situación que habilita el hecho de la no actualización de la Ordenanza San Pedro 2000 (ver página 6) en el barrio Villa Jardín es un claro ejemplo de lo que sucede cuando el Estado no se plantea un ordenamiento territorial ni abre el debate acerca de qué tipo de distrito se quiere, al no contemplar el crecimiento demográfico de los últimos años y la diversidad de actividades que fueron surgiendo.
Del camino al aeroclub para un lado se puede instalar un emprendimiento como los que hoy están en debate y enfrente, apenas cruzando la calle, no; es que ahí ya es “zona restringida”.
Es decir que un vecino de ese barrio podría ver como le instalan un criadero de pollos frente a su casa y tener que vivir entre olores y moscas, como ocurre por ejemplo en Santa Lucía, donde la zona urbanizada fue ganando terreno a los galpones ya inistalados.
“Hay que legislar para toda la población, porque tu corazón puede estar en algún sector pero hay que legislar para todos, por eso estamos pidiendo los 3.000 metros de distancia aunque algunos pretendan 1.500”, sostuvo Mitelsky, autor de la ordenanza modificada el jueves a raíz del pedido de los productores.