Amigos del aire
El lunes por la tarde se fue uno de nuestros más íntimos amigos del aire. A los 39 años, un problema cardíaco le arrebató la vida que compartía con otra excompañera de medios, Mariela Epelde, y sus tres hijos, Valentín, Manuela y Dolores.
Su llegada desde FM San Pedro junto a Guillermo Corvalán a La Radio 88.7 y luego 92.3 fue uno de los pilares sobre los que se cimentó una relación que nos mantuvo y nos mantiene unidos a un maravilloso puñado de talentos que despuntaron su amor y compromiso con la radiofonía local.
Germán, el cascarrabias de ácido humor negro, fue el que nos hizo transitar por las más desopilantes situaciones que los oyentes puedan imaginar. Dueño de un vocabulario que transitaba al filo del precipicio a cada instante, se sabía como el ineludible galán de “envase chico” y corazón grande.
Admirando a Diego Torres, se resistía a creer que Penélope era una canción de Joan Manuel Serrat y cada mañana ante la mirada cómplice del conocido periodista y productor Gustavo Laurino, se arrodillaba bajo la consola para pedir que la conductora llegase de buen humor. “Si viene con el pelo liso, preparate”, solía decir a sus compañeros entre dientes para que ese revelador vidrio que separaba el control de los estudios no lo delatara.
En la recepción de La Opinión encontró a su compañera de vida, Mariela, la reticente a admitir que “el Chiqui” le gustaba más de la cuenta.
Así, entre compañeros que no ahorraban cariñosos insultos, recorrió casi una década como operador y movilero, pero también como técnico, electricista, cadete, bromista, compinche y amante de un estilo que destellaba por el talento de quienes participaban de esa epopeya de 24 horas, los 365 días del año, sin preguntar por horas extras. Con el auge de las cámaras digitales hasta se animó a las fotos más osadas para La Opinión.
Más tarde, en las filas policiales comenzaría otra etapa, pero sin dejar su pasión por la música y entre guardia y guardia programaba, editaba y, por qué no decirlo, acompañaba a los “más veteranos de La Radio” programando la música de la trasnoche en una computadora que llevaba a su casa. Entre artísticas y canciones, compartió los dos últimos años de esa emisora cuando la gestión estaba a cargo de quien esto escribe. Fue el primero en ser separado por la actual administración y el primero también en ser reconocido por la mayoría de sus compañeros como uno de los fundadores y artífices de aquella que decía que “siempre está”.
En la sala de la Coopser retumbaban las anécdotas de decenas de compañeros con los que compartió sus mejores horas. “Ahora se levanta y nos echa a todos”, fue la frase que repetíamos quienes siempre estuvimos a su lado, porque eso hubiese hecho de solo saber que alguien derramaba una lágrima en su memoria. Estábamos todos los que fuimos parte de esa hermosa porción de historia del aire en un karaoke colectivo.
“A pesar de los errores / a pesar de los defectos y virtudes / guardo en mí los mejores / momentos que van a quedar / en lo profundo del alma. / Deja todo y no lo pienses más / no se puede olvidar lo vivido / y tus seres queridos / te extrañan cuando ya no estás / no quieren llorarte. / Nada puede hacerte olvidar / que anduvimos el mismo camino / y las cosas que hicimos / fue porque quisimos estar / de nuevo en este lugar”…
Esas son las estrofas que todos entonamos en voz baja, querido Germán. Gracias por estar, porque siempre vas a estar: ayer cuando buscábamos tu foto para escribir la nota que jamás quisimos escribir, encontramos un montón rotuladas con esta inscripción: “Preguntale a Germán”. Sin dudas, tu genuina despedida.
Lilí Berardi y compañeros de ruta.