AMIA: una herida abierta
18/07-2008, 14 años de impunidad… Qué país tenemos, y qué país queremos. Nada es, siempre está por ser o esta siendo; si está siendo, está en proceso de ser. Es una manera de deshacerse de las ruinas, de despojarse de apoyos, de desligarse de constituciones prefabricadas acerca de poder ser definitivamente, un país equilibrado, coherente, justo. Nunca nada lleva a nada. Todo está en proceso de la procesalidad, del camino perpetuo hacia ningún fin que nos distinga, que nos enorgullezca. Que sirva para que la sociedad sienta que tiene derechos y que esos derechos son respetados, resguardados. El estado siempre está en el lado opuesto, distraído ante las necesidades de los argentinos y halagando a los de afuera en un permanente romance de trivialidades. En tanto “ciertas minorías internas” hacen de las suyas impunemente! Tan sólo tenemos capacidad de aprendizaje rutinario pegado como un rótulo! Existe un Estado, sobrellevamos un Servicio de Inteligencia sin “inteligencia”. Tenemos un Parlamento sin palabras, sin respuestas! Somos una Nación. Somos todo, y sin embargo vivimos en un desierto! Un desierto donde nada se divisa, donde cada uno mira por sí mismo! Y suceden cosas, todo tipo de cosas que nunca se aclaran, que jamás se terminan, que prescriben porque se caen solas de podridas que están!...Donde nunca se sabe quién las hace, quién las encubre, a quién responden. Un país donde cualquier cosa es posible! Pero seguimos pensando: “aquí esto no puede ocurrir”!. Y ocurrió. Un día amaneció con la sorpresa de que habían volado la Embajada de Israel, y no lo podíamos creer. Parecía una imagen del Medio Oriente, pero no, había ocurrido en Argentina. Otro día fue la AMIA, y ya no fue sorpresa, fue estupor. Dos terribles atentados en poco tiempo, acá en el “ombligo del mundo globalizado”. El “paraíso del crecimiento económico”, de otros y para otros! No tenían sorpresa, sino atenuantes! ¿Qué otra cosa nos podía pasar a los argentinos, ante tantas cosas como nos habían pasado? Nuevamente el país y su sociedad empezando a recorrer el camino de las sombras (en la constitucionalidad de la anticonstitucionalidad). Otros hombres, otros argentinos, fueron artífices de una constitución que amparaba a todos los hombres de buena voluntad y sin distinción de credos, que quisieran venir a esta tierra de paz. Y esos hombres vinieron de todos los rincones del mundo, con sus costumbres y religiones, en busca de esa paz. Se integraron a la nueva tierra que les había abierto sus brazos. Y tuvieron hijos y nietos argentinos y, con su esfuerzo, ayudaron a que la misma fuera una policromía de acentos, costumbres e historias! Entre esos hombres había una colectividad. Fueron los gauchos judíos. Los vendedores ambulantes que vendían a fiado a los pobres, siendo ellos pobres también. Se diferenciaban de otras colectividades por la pasión del conocimiento en sí, el amor a la justicia hasta el fanatismo, y el afán por la independencia personal, expresando las tradiciones del pueblo judío y por eso consideran ser judíos como un regalo del destino. Quienes desatan hoy sus odios contra los ideales de la razón y de la libertad individual. Quienes por medio del terror quieren transformar a los hombres en estúpidos esclavos del Estado, los estiman, con razón, sus enemigos irreconciliables! La historia ya les ha impuesto terribles combates! Pero mientras defiendan ese ideal de la verdad, de la justicia y de la libertad, continuarán existiendo como uno de los pueblos civilizados más antiguos, pero sobre todo cumplirán, dentro del espíritu de su tradición, un trabajo creador para una regeneración de toda la humanidad! El judaísmo trata exclusivamente de la moral, es decir, analiza una actitud en y para la vida. Encarna más las concepciones vivas en el pueblo, que la suma de leyes que los rige, interpretadas en el “TALMUD” (Ley de Moisés que constituye el código civil y religiosos del pueblo de Israel). Representa para ellos el principal testimonio de la ideología. La esencia de la concepción de la vida es la siguiente: afirmación de la vida de todos los seres. El sentido individual de una vida es volver la existencia de todos más hermosa y más digna. La vida es sagrada, representa el valor supremo del que dependen todas las demás valoraciones. La sacralización de la vida ultra- individual conlleva al respeto hacia todo lo espiritual, un aspecto especialmente característico de su tradición. No es una fe. El Dios judío es un crédito de lo moral. Está claro que “sentir a Dios” es servir a los seres vivientes. Y ése es el objeto de su lucha! He querido explicar esto, para que podamos comprender el dolor y el padecimiento de estos argentinos, destruidos en las vidas de sus seres queridos y en sus convicciones, por el poder endemoniado de otros seres sin escrúpulos por la vida, la razón y el derecho a la vida. Enajenados, no por un fundamentalismo religioso, sino por una actitud “mafiosa” ante la vida, la razón y el derecho, como sentidos supremos de la existencia. Por eso AMIA, sigue siendo una herida abierta que lacera a los argentinos que valoramos la razón, el derecho y los sentimientos más sagrados, por sobre la barbarie de los “mercaderes de la muerte” y sus encubridores. En memoria de mi amiga Elena Srur y las víctimas inocentes de este nuevo holocausto. Nélida López