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    Américo De Marchi: “Si los ingleses no recibían ayuda le ganábamos la guerra, no aguantaban más”

    A 40 años de la guerra de Malvinas siguen apareciendo testimonios de quienes arriesgaron su vida en nombre de la patria. Américo Demarchi ya es un sampedrino más y emocionó a todos con el crudo relato de lo que significa una guerra.

    02 de abril de 2022 - 18:09
    Américo De Marchi: “Si los ingleses no recibían ayuda le ganábamos la guerra, no aguantaban más”

    Cada 2 de abril se recuerda lo sucedido en las islas Malvinas y 40 años después se siguen sumando testimonios nuevos y emocionantes de quienes guardaron silencio por años y pero con el paso del tiempo enseñan y educan, son los héroes de Malvinas que siguen enorgulleciendo a todo un país.

    Américo De Marchi es oriundo de San Antonio de Areco pero por cuestiones de la vida se vino a vivir a Santa Lucía y hoy es un sampedrino más.

    Trabaja como auxiliar en la escuela N° 1 y el viernes lo homenajearon con un emotivo acto donde además contó por primera vez los detalles más desconocidos de sus días en Malvinas.

    En la mañana del sábado el héroe de Malvinas estuvo en los estudios de La Opinión y brindó una emocionante nota en Sin Galera.

    “Tengo una gran afinidad con los chicos, soy un chico más con ellos”, comenzó contando Américo De Marchi. “Me buscan en el recreo; yo les enseño que no se tienen que empujar, jugamos piedra, papel y tijera, o si no me dicen, Américo dame agua, Américo dame esto o aquello”.

    “Hace 5 años que estoy en la escuela, antes me dedicaba a la construcción. Costó mucho encontrar trabajo, porque la gente nos trataba de locos”, relató. “Cuando venís de Malvinas, de tirar tiros, tenían miedo de ocupar a los jóvenes esos”.

    “El estudio mío es muy limitado, tengo solo séptimo grado, y por motivo de ayudar en mi casa dejé el 4to. grado para ayudar a mi familia”, confió el héroe durante la entrevista. “Tuve una infancia muy complicada, terminé la primaria en el Servicio Militar”.

    “Esto es fuerte, es revivirlo todos los días, por eso se hacen proyectos en la vida para trabajar y ocupar el cerebro que es una máquina de trabajar y que no tiene fin”. “Ocupo mi cerebro en el trabajo para no pensar tonterías”, expresó con respecto al después de la guerra. “En San Antonio de Areco tengo cuatro amigos, uno internado por un ACV por consumo de drogas”.

    “El cerebro es una maquinaria que de momento está bien y de momentos puede hacer cualquier desastre. El cerebro es un campo minado que explota en cualquier momento”, remarcó.

    Sobre sus días en el servicio militar y la guerra, Américo De Marchi contó que le tocaba ir a la marina pero cambiaron y le tocó tierra. “Ahí cumplí el rol de soldado, salí en la segunda baja por buena conducta pero tuve que regresar”.

    “Escuché el sorteo con mi mamá y mi papá, ellos querían que me salve, mi papá decía que tenía que cumplir con mi deber y mi mamá pensaba que la iba a abandonar”, recordó.

    “Todo esto pasó en San Antonio de Areco. Fuimos 18 soldados a Malvinas, algunos estaban en la marina, otros en tierra y otros en la fuerza aérea”.

    “Casi todos vinimos, solo dos quedaron en Malvinas. Fuimos en la misma compañía pero se distribuyeron distintos grupos y nos separaron”, expresó a los primeros días en las islas.

    “Yo quería hacer la colimba, era una experiencia más para mí, era una salida más. Esperaba el destino y me tocó Mercedes, cerca de Areco. Ahí cumplí con mi tarea”, señaló sobre su etapa de colimba.

    De Marchi fue homenajeado por los alumnos y docentes de la escuela N°1, donde se desempeña como portero. Foto: La Opinión.

    “Solamente había que obedecer en el Servicio Militar. Ellos con su carácter de presión y fuerza te decían que era de otra manera. Ahí éramos todos iguales con la diferencia que el ejército lo aguanta más uno que otro”.

    Sobre su participación en la guerra de Malvina De Marchi recordó que se comunicaron a su casa y le dijeron a su madre que debía presentarse. “Me fui diciendo que al otro día volvía y no regresé más”, relató. “Me dijeron que me iban a dar la ropa de combate, yo no sabía nada del conflicto de Malvinas”.

    “No tenía tiempo de escuchar la radio, llegue sin saber. Me entregaron la ropa y me dijeron que suba al unimok, ahí me respondieron que ya iba a saber”.

    “Ahí me llevaron a Palomar, nos avisaron que nos iban a dar la comida y solo sirvieron dos huevos duros que había en un tacho de 200 litros y una cantimplora con agua. De ahí nos subieron a un avión de Aerolíneas Argentinas que le habían sacado los asientos”, recordó.

    “Cuando subimos nos dieron la orden directa y en voz alta, que nos sentemos ahí y no preguntemos nada. Éramos algo de 300 soldados, con el fall y sin el cargador, porque el soldado sube equipado por cualquier situación pero con la idea de que va a hacer un operativo”, aseguró De Marchi.

    “Vamos a defender la patria respondieron entre la incertidumbre, pero no me dijeron dónde. Si es una orden directa es una orden directa, cuando subimos, me dicen que estamos en Santa Cruz, Rio Gallegos, y dicen, soldados, bajen que le van a dar la comida y otra vez nos dieron huevo duro”.

    “En el avión todos intrigados preguntábamos qué pasó”. “No se hablaba mucho, estábamos concentrados de que íbamos a defender la patria”.

    “Nos dan la orden de subir a otro avión y cuando aterrizamos era una neblina húmeda y  mojada, ahí ya sabíamos que teníamos que defender la soberanía, llegábamos a defender la isla”, dijo orgulloso.

    “Yo no sabía cómo era el Sur, pero cuando me bajé dije esto es un infierno”.

    “En ese momento no pensé nada, pensé después cuando me dijeron soldado esto es Malvinas, la tenemos que defender porque si no los piratas la van a querer agarrar ellos y que muchos de ustedes no van a volver”.

    “Cuando nos dice el superior que muchos de nosotros no íbamos a volver era así, eran directos”.

    Américo De Marchi fue enumerando cómo eran los días de combate y de qué maneras se las arreglaban para a sobrevivir a todo. “Muchas veces pensé si yo iba a volver, cuando nos empezaron a bombardear, tenía 18 años”.

    “Cuando cayeron las primeras bombas no lo podíamos creer, nosotros no estábamos acostumbradas a escuchar bombas de 1500 kilos”, manifestó aun asombrado. Tiembla todo, no sabés si se va a hundir la tierra, la mente viaja muy rápido, tuve miedo permanentemente”, reconoció.

    “Uno veía a jovenes como yo lastimados, sin brazos, sin piernas, un montón de cosas y eso en el cerebro de uno marcha a más tensión”. “Yo encontré a muchos amigos muy mal, porque estaban mal comidos, yo fui con 88 kilos y volví con 60 kilos”.

    “A lo último no te digo que comíamos pasto, pero tuve que sacrificar una foca con gente de Corrientes para poder vivir, también un pingüino, en ese momento no lo pensás, fue por necesidad, pero se te cruzan muchas cosas en la cabeza, hoy no toco ni un pajarito”.

    De Marchi contó cómo eran las noches de frío y llovizna durante los días de guerra. “Siempre estuvimos al aire libre, no dormíamos. Nos turnábamos y dormíamos dos horas cada uno, se dividió todo en grupos, éramos 26 en total”.

    “Argentina es un país que tiene un semillero capaz de hacer cualquier cosa, y nosotros allá con el armamento que teníamos estábamos convencidos de que éramos invencibles. Teníamos armas viejas y si los ingleses no recibían ayuda le ganábamos la guerra, no aguantaban más”.

    Sobre sus últimos días en Malvinas el héroe contó que cayó prisionero de los ingleses. “Estaba durmiendo, éramos como 12 en el grupo, ya habían muerto varios compañeros”. “Lloraba, qué vas a hacer, no podía hacer otra cosa, algunos se salvaron, gritando y sufriendo”, señaló emocionado.

    “Nos habíamos acurrucados porque hacia 2 días que no comíamos, y quedamos todos apichonados y dormidos, y cuando quisimos acordar fuimos carne de ellos”.

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