¡Allí donde tu estés!
Carta abierta a mi madre y a todas las madres que ya no están. Detrás de que pequeña nube, detrás de qué pequeña estrella, detrás de qué pequeña partícula de sol; detrás de qué pequeña espiral de humo, que nadie sabe de donde proviene y hacia donde va; detrás de qué pequeña ráfaga de viento displicente y confundido, detrás de qué pequeño espacio sin límites prefijos, en ese gran espacio que miro y no percibo! En qué pequeña estela de luz que rauda pasa, en qué llovizna gris y silenciosa que mira sin decir palabra; en qué gota de lluvia que cual lágrima se desliza lentamente en la mejilla, del vidrio que conforma la ventana! En qué pétalo del capullo húmedo de la mañana, en qué flores silvestres nacidas de la nada, en ese campo abierto sin puertas ni ventanas! En qué agujas de tiempo detenidas en la noche, azul e interminable, en qué voló tu alma; en qué camino incierto de pasos nunca dados, de pasos inmolados que no te precedieron; en qué profundidades aún desconocidas; en qué perfume ausente de flores ya marchitas; en qué lugar inexistente de la vida estás oculta, que ya no puede verte, que no puedo escucharte, que no puedo tocarte, ni darte un tibio beso, cuando me voy sin irme, cuando quiero quedarme a tu lado y no estás! Te he buscado en las cosas que acabo de nombrar, te he buscado en las cosas que no quieren pasar, te he buscado mil veces mirando el infinito, pensando que de pronto te puedes acercar, pero todo es silencio, porque nada es verdad! Yo sé que te has ido muy lejos de mi lado, es un viaje absoluto que te impide volver; yo se que es imposible, aunque muy alto subiese encontrarte en esa casa sin formas, sin glicinas ni rosas, traídas de ayer! Yo sé que nada queda de real en mi espera, pero sigo esperando tu figura viajera, porque sé que no puedes desaparecer del todo, mientras yo te recuerde en todos mis recuerdos; mientras yo te quiera, así como te quiero; mientras te llevo flores allí donde tu estás dormida para siempre! Mientras todas mis lágrimas bendigan tu memoria, mientras sepa que vivo porque un día tu vientre me regaló la vida, para seguir en ti eternamente! No sé cuando será, si es que no nos mienten, si es que es verdad, que me pueda reunir en ese mundo inerte donde dicen que estás, tranquila y refulgente! Pero quiero decirte: ¡mamá vieja querida, que un día acudiré a esa, nuestra cita! Nélida López.