“Sólo entiendo una sola clase de democracia,
la de la convivencia y el consenso” Raúl Alfonsín.
Cuando este intolerante, arbitrario y dictatorial gobierno impulsó que se inaugurara el busto del Dr. Raúl Alfonsín en la Casa Rosada, una persona se le acercó y le dijo: “la estima de la población ha crecido sobre su persona” y él le contestó: “Y ya va a ver cuando me muera”. El viejo político, astuto, comprometido, tenaz en sus principios radicales, era bien conciente que en esta Argentina cultivamos, además de soja, la necrofilia. Así fue nomás, cuando falleció las muestras de amor y cariño del pueblo fueron innúmeros.
“Clarín” por ejemplo, que lo atacó hasta lo indecible, ya le dedicó dos (2) suplementos especiales. Un coro de adulones, hicieron prácticamente un torneo de lamentaciones. Lástima que ya estaba muerto. Un video de Ruckauf, siendo gobernador con Duhalde, lo despedazaba de una manera escandalosa. Luego del óbito, el elogio era superlativo. Como si el cambio de pelo le hubiera posibilitado un cambio de… cerebro.
Eso es lo que sucede. No he estado en velorio alguno donde la persona que se está acompañando no fuera excelente, buenísimo, etc., etc. y en vida se lo cuereaba como si fuera Lúcifer o un discípulo. Volviendo a Alfonsín, nadie puede ser tan necio como para ignorar todo lo que hizo por la democracia y la república, incluyendo un Pacto de Olivos con Carlos Menem que posibilitó una reforma constitucional que, con mezquindad, le espetaban que era sólo para la reelección del riojano. Cuanta mentira. Si conocieran las modificaciones y el contenido de la nueva Constitución de 1994 verían y (¿sabrían?) que eso fue sólo un mínimo punto de la Carta Magna.
Ya en 1988 se fue quedando solo y aislado, primero por sus propios “correligionarios”, la Sociedad Rural y los Empresarios de la UIA, lo atacaban ferozmente tanto que provocó una clase magistral de Alfonsín en el acto de inauguración de la muestra ganadera, ¿lo recuerdan?. En medio de una silbatina intolerante (¿palabra nueva?) hizo una apología de la democracia y el disenso, y llamaba a la conciliación. La respuesta fue la hiperinflación y los que iban a llenarle la cabeza a Aldo Rico y a Seineldín para que sucedieran las cosas terribles que soportó su gobierno. A Seineldín luego lo derrotó Menem que, convengamos tenía el talento de hacer, o mandar a hacer cualquier cosa entre partido de golf y partido de golf.
La derrota primero con Cafiero y luego de Angeloz con el mismo riojano, y la crisis de 1989, lo llevaron a la categoría de gobierno fracasado, un lugar que no merecía sin dudas!!! Hizo lo que pudo y posibilitó una democracia fuerte, sólida, estructurada y que permitió estos 21 años que llevamos, aún con nuestras debilidades, vicios, corrupción, y cien etcéteras más… pero, en el momento crucial, estaba insólitamente solo. En el velatorio, se peleaban para salir por TV y llorarlo.