Alerta por las dermatitis que provoca el Paederus o “latigazo”
Desde el domingo la Secretaría de Salud, a cargo de Edgar Britos, trabaja para declarar el alerta en la región y hoy viaja a La Plata. Hay pacientes que están en etapa de recuperación de las lesiones que empiezan con dolores agudos similares a quemaduras que pueden extenderse a todo el cuerpo y tienen una evolución de casi diez días. Estiman que hubo “subdiagnóstico” hasta que el dermatólogo Javier Panatteri dio a conocer que las dermatitis obedecían a la acción del líquido que despide el insecto que científicamente se denomina Paederus, vulgarmente el “latigazo” o “juetazo”.
Los pacientes fueron más veloces que las autoridades sanitarias para declarar su propio alerta. Desde los primeros días de 2015 los efectos del Paederus, el insecto conocido como “latigazo”, comenzaron como “dermatitis inespecíficas” para transformarse luego en dolorosas lesiones cutáneas.
Fotos y casos reportados a La Opinión despertaron el interés cuando la mamá de una nena de dos años relató que su hija había sido derivada a Rosario producto de un “mal diagnóstico” brindado en San Pedro. Hasta allí un caso que solo podía transformarse en noticia por exhibir ribetes de mala praxis.
Sin embargo a ese reporte se sumaron otros y la publicación de la imagen del cuello de una mujer adulta con visibles laceraciones, sirvió para multiplicar las preguntas. Un día más tarde y con la intención de prevenir, el dermatólogo Javier Panatteri compartió en su muro de Facebook el alerta que por la cantidad de pacientes que había atendido, requerían de la toma de precauciones sobre todo ante la ingesta de antibióticos que se tornaban innecesarios en los casos en los que no existía infección.
Ese fue el recorrido de la información limitada a mensajes de ciudadanos o consejos que el médico ofreció en redes sociales sin que se despierte el interés de las autoridades de la Salud Pública. No sólo porque no se denunciaron casos concretos, sino porque el departamento de estadísticas del hospital quedó destrozado y necesita una reconstrucción de datos como herramienta imprescindible para los profesionales que deben implementar programas sanitarios de prevención y tratamiento para toda la población.
El sábado por la mañana el Dr. Panatteri confirmó, en el programa Sin Galera, que llevaba atendidos más de cuarenta pacientes de la zona. “Vino gente de Baradero también a la consulta”, agregó el profesional que logró en pocas horas un llamado de atención que se sumó al alerta epidemiológico que ya se había anunciado en las provincias de Entre Ríos y Santa Fe. La ribera norte de la provincia de Buenos Aires, con la creciente como escenario común, debía generar la información necesaria para que la población pueda tomar medidas.
Reemplazar las fuentes de iluminación blancas por amarillas, utilizar mosquiteros para cuidar a bebés y ancianos especialmente, repelentes para evitar el contacto, y agua y jabón para el caso de sufrir lesiones constituyen el poco costoso, pero vital mensaje para evitar las consecuencias del Paederus.
Britos pidió el alerta
Lo que muchos califican como “sembrar miedo”, en salud se llama prevención. Según indican los protocolos sanitarios cuando se registran más de dos casos sin antecedentes hay que prestar atención. Cuando se multiplican hay que denunciar a la región sanitaria y cuando son masivos hay que tomar medidas de otra índole y no vacilar en proporcionar la mayor información posible a la población.
El sábado el entomólogo del Inta, Licenciado Gonzalo Segade advirtió que no era la fumigación el método más adecuado para terminar con el insecto. (Ver recuadro).
El recuerdo de la invasión de la “mariposa negra” que tuvo a mal traer a gran parte de la población hace más de una década, funcionó como ejemplo para entender que la ruptura de la cadena ecológica conlleva problemas difíciles de revertir. Por eso en aquella oportunidad la fumigación fue regulada y el líquido utilizado fue de los denominados “biológicos”, que son aquellos que emulan la acción de la naturaleza.
El domingo el Secretario de Salud, decidió notificar a la Región Sanitaria para cumplir los pasos hacia el pedido de un “alerta” y hoy miércoles viaja junto al Director de Bromatología, Saverio Gutiérrez a La Plata para acercar la problemática.
Previamente, Britos corroboró los casos reportados desde el sector privado y luego en los registros públicos con la sospecha de la existencia de pacientes que pudieron haber sido sub diagnosticados ya sea por desconocimiento o porque sus lesiones no fueron tan graves como los de quienes acudieron a la consulta.
Con los múltiples consejos difundidos y la disminución de la población de estos insectos es probable que la epidemia remita aunque con las condiciones climáticas y la creciente que persiste, el hábitat es ideal tanto para el Paederus como para otras especies e incluso para las peligrosas yararás que ya mordieron a varias personas.
Ocho días de evolución para las lesiones
“No hay que aplastarlo”, es la principal advertencia que se hace para evitar las consecuencias del ataque de un Paederus, es que es el líquido que desprende lo que causa la severa dermatitis.
Una vez provocada la lesión que produce el agudo dolor de una quemadura, además de lavarse las manos para no contagiar otras zonas del cuerpo hay que saber cómo evoluciona.
En las primeras 48 horas aparece “un edema de apariencia rojiza que a veces presenta pápulas y prurito”. Luego continúa con un “eritema, se forman vesículas o ampollas que pueden tornarse purulentas. Entre el quinto y el octavo día, la toxina se difunde y da lugar a lesiones secundarias alrededor de la lesión primaria, que pueden confundirse con contaminación bacteriana. En esta etapa puede haber dolor, fiebre y malestar general. Recién después de ocho días la eritema comienza a disminuir y se forman costras que luego caen”, señalan los profesionales de la ciudad de Paraná en Entre Ríos que están lidiando con la epidemia que en esa provincia comenzó mucho antes que en el norte de la provincia de Buenos Aires.
Dermatitis por Paederus: cuando los insectos usan armas químicas
Por Gonzalo Segade *
Esta afección, de la que ya se conocen numerosos casos en San Pedro, se origina cuando la piel se pone en contacto con una sustancia cáustica producida por algunas especies de insectos emparentados con los “escarabajos” y “cascarudos”, conocidos a nivel mundial como Paederus.
En el último siglo se han registrado casos de dermatitis por Paederus en todos los continentes, especialmente en áreas tropicales y subtropicales, aunque también en zonas templadas bajo condiciones climáticas particulares y atípicas.
En Argentina los primeros casos se conocieron a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, refiriéndose a los insectos responsables como “bicho de fuego” o “bicho de los vigilantes”, ya que era común observar esta dermatitis en vigilantes nocturnos que trabajaban debajo de las fuentes de luz.
En nuestro país existen ocho especies de Paederus pero solamente dos de ellas pueden ocasionar este tipo de dermatitis: Paederus brasiliensis y Paederus ferus. Ambas especies son muy similares, teniendo los adultos el cuerpo alargado, de entre 1 y 1.5 cm, con colores vivos: azul o negro metálicos y anaranjado. No muerden ni pican ni ocasionan lesiones sólo por caminar sobre la piel. Sin embargo, producen una sustancia irritante (llamada pederina) que pueden liberar o bien por glándulas que tienen en el extremo del abdomen o bien cuando se los aplasta, ya que la sustancia está presente también en su sangre.
Estos insectos se alimentan de otros insectos (algunos de ellos plagas) y habitualmente son considerados beneficiosos para la agricultura. Prefieren lugares húmedos o cercanos a orillas de ríos, lagos, lagunas o zanjones y aunque habitan en nuestra zona desde hace ya muchos años, su presencia solo se hace evidente cuando sus poblaciones alcanzan valores inusualmente elevados. Este incremento obedece principalmente a factores climáticos que los favorecen, tales como precipitaciones copiosas, alta humedad y temperaturas elevadas. El aumento poblacional, sumado a la pérdida de parte de su hábitat a causa de las crecientes provoca la migración de adultos voladores hacia zonas más urbanizadas e iluminadas, aumentando así la frecuencia de contactos accidentales con seres humanos.
En lo que respecta a prevención y control, no se recomienda el uso de insecticidas en grandes áreas debido a que los sitios en los que habitan pueden estar muy dispersos, siendo difícil determinar exactamente dónde pulverizar. En cambio, la herramienta más útil consiste en brindar información a los pobladores sobre el aspecto y comportamiento del insecto, así como algunos consejos prácticos tendientes a evitar el contacto con Paederus:
I. Aprender a reconocer al insecto
II. Antes de acostarse examinar las aéreas donde pudieran estar localizados (sobre todo en las paredes y techo alrededor de la luz)
III. Si se posan sobre la piel, evitar frotarlos o ahuyentarlos bruscamente (removerlos con un suave soplido o con una hoja de papel)
IV. Utilizar mosquiteros en puertas y ventanas
V. Reducir el número de lámparas y/o focos encendidos, reemplazando (en lo posible) los focos exteriores por “bombillas de luz amarilla para insectos” para disminuir la atracción de adultos voladores.
* Lic. en Cs. Biológicas Gonzalo Segade
Laboratorio de Entomología
Grupo Investigación en Gestión Social y Ambiental
INTA EEA San Pedro