Alcohol, noche, menores y responsabilidad
Estos son al menos cuatro de los aspectos que hace semanas están en discusión en la sociedad. La nocturnidad parece no salir de la agenda de las autoridades, pero no se ofrecen grandes soluciones. Instituciones plantean la problemática del consumo y la falta de compromiso de los padres.
El tema no se terminará nunca, ya que semana tras semana se puede sumar un nuevo episodio con respecto a la noche o el alcohol. Durante la semana pasada, fueron nuevas voces las que se hicieron escuchar en cuanto a estas situaciones, no sólo en la vía pública, sino también dentro de algunas instituciones de la ciudad. El Club Náutico San Pedro, una de las entidades que más actividad tiene entre los menores, ha manifestado públicamente su preocupación por el alto consumo de alcohol entre sus socios más chicos. Reuniones o cumpleaños que se organizan durante las noches son la oportunidad perfecta para tomar alguna que otra botella. El Comodoro del Club (máxima autoridad) Jorge Gil, comentó que esta es una situación que no se da con las bebidas que venden los comercios dentro del mismo predio, sino que los jóvenes se las ingenian para ingresar con botellas ocultas o sino ante la más mínima revisación, se queda alguien afuera, hasta poder pasar por algún alambrado una mochila, donde esté el alcohol.
¿Preocupación real?
El consumo es generalizado y se registra en toda la ciudad, sin distinguir edades, clases sociales o lugares en los cuales se bebe. Es que desde el Club Náutico realizaron una reunión con algunos padres de socios que en algunos casos son los que protagonizan, con mayor frecuencia, situaciones ligadas al ingreso de alcohol al interior del predio. Sin embargo, no encontraron todo el respaldo que pretendían en ese encuentro. Según comentaron las autoridades, no se sintieron apoyados por todos los padres ante esta situación que denominaron “consumo brutal ”. Como consecuencia de esto, comenzaron a ser más exhaustivos en cuanto a los controles, principalmente en el acceso de vehículos, donde se controla lo que se ingresa. Desde el club, comentaron que igualmente no pueden “pisar los derechos” de todos los socios.
Los comercios
Esta situación no se registra solamente en la institución de la costa, sino que además se puede ver en la vía pública. Sería engañoso pensar que la mayoría de los menores no han probado una gota de alcohol hasta los 18 años como indica la Ley. Entonces, aquí se plantean las responsabilidades en cuanto a esta situación. Si bien, esto no implica que todos los que prueben las bebidas se vuelvan alcohólicos, implica que alguien les permitió el acceso. Son dos las opciones: por un lado los comercios, un sector muy común en el que se puede comprar cualquier tipo de bebidas sin necesidad de la presentación del documento. Por otra parte y la más preocupante, es la permisión en casa, en la que son los mismos padres los que acercan a los menores a este tipo de consumo. Las liberaciones son casi comunes, pero se van marcando de a poco y paso a paso, ya que el que cambia en Navidad la gaseosa por un poquito de sidra, otorga una libertad que el chico va usando paulatinamente. “Prefiero que tomen en casa” dicen muchos de los adultos que se vuelven anfitriones de las previas y luego exigen que en la noche no les vendan alcohol.
El coctel perfecto
Menores, alcohol y noche, son un coctel ideal para un negocio perfecto. La nocturnidad vio cómo año tras año fueron más los chicos que se sumaban a la diversión a altas horas y sacaron provecho de ello. Es que muy lejos de ser quienes deben ser los que juzgan, los bolicheros son comerciantes. “Si un chico viene al boliche es porque alguien lo dejó” dijo uno de los dueños.
Lo cierto es que la minoridad es un negocio, porque son los que más consumen para ser, aunque más no sea, “el más vivo el grupo”. Sin embargo esto se vuelve en alguna etapa un pase de facturas. Es cierto que las leyes son claras, los menores no deben estar en la calle después de las doce de la noche y eso no pasa. ¿Pero quiénes son los responsables?, porque es lógico que el comerciante trate de sacar una tajada de la situación, ya que no tiene por qué cuidar a los hijos de un padre que dio el visto bueno para que su chico/a salga a bailar con $ 30 aproximadamente.
La selección
Después de la tragedia de República Cromagnon, se han vuelto más exhaustivos los controles en todos los boliches, esto implica solamente medidas de seguridad tales como puertas de emergencia habilitadas, que no haya elementos de fácil combustión y que se respeten las capacidades de los comercios. En la actualidad, la normativa vigente dice que debe haber una persona por metro cuadrado, por lo que en nuestra ciudad esto no se cumple, por lo menos hasta ahora.
Luego de la reunión que mantuvieron la semana pasada el Jefe de Bomberos de la policía de San Nicolás (un área con dos miembros y nueve ciudades a su cargo), se les pidió a los boliches que exhiban cual es la capacidad permitida por la ley para cada uno. Esto, trajo disgustos, ya que los números eran menos de lo esperado. Es que en total no se llega a las 2000 personas entre todos los boliches y algunos creen que están siendo perjudicados. En una recorrida, se pueden ver estos carteles que indican por ejemplo: 480 en “Club Zero”, 50 en “Oriente Bar”, 35 en “Piratas” y 900 “Quillash”.
Esto quiere decir que las capacidades disponibles son altamente inferiores a la que los jóvenes en la ciudad necesitan, pero la seguridad no está en discusión, por lo que lo ideal como negocio es abrir un boliche, sin embargo, estos números se están verificando debido a los espacios de los comercios, razón por la cual las cantidades no son las finales. Lo mismo sucedió con los comercios a los que asiste mucha gente, solamente por citar a uno, al tradicional “Bar Butti” le otorgaron 110 personas.
Obligaciones y DERECHOS! (Por Matías San Hilario)
Desde hace dos semanas se implementó en la ciudad, a través de una iniciativa del Poder Ejecutivo el cierre obligatorio de los boliches a las 5:30 de la madrugada. Digo obligatorio, ya que si bien hicieron firmar un acuerdo a los dueños de los boliches, la mayoría de ellos no están conformes con la medida y firmaron simplemente por una cuestión de “que no los jodan”. Además recordemos que esta decisión ha sido sugerida desde la Intendencia, mientras que en el Concejo Deliberante continúa discutiendo lo que será la Ordenanza que determine el sueño de los jóvenes.
Sin embargo, esta situación puede servir para que todos aprendamos como funcionan las instituciones, cómo se toman las decisiones y qué es lo que pueden hacer los ciudadanos cuando son el eje de las futuras determinaciones.
En la noche del Sábado, pude ver personalmente cómo se aplica el corte de la noche, cómo fue recibido por el público y que circunstancias acarreó.
Es cierto que el Ejecutivo tiene derecho a implementar medidas por el bien de la comunidad y hay que darle al menos una cuota de confianza para ver si funciona esta iniciativa, pero no hay que olvidarse de los derechos de la otra parte.
Realmente nadie puede demostrar que cerrar 5.30 los boliches sirva para cortar la ola de violencia en la ciudad, porque tampoco se puede afirmar que todo pase por el horario en el que los jóvenes salen de bailar. Pero tampoco es necesario salir hasta las 8 de la mañana para poder divertirse.
Tal vez, esta pueda ser la prueba piloto para que los Concejales vean si es que el plan enviado por el Intendente Barbieri para el análisis sirve y realmente es efectivo, pero antes de que se pusiera en práctica, hubiera sido interesante tener en cuenta algunos puntos que no pueden ser dejados librados al azar.
El horario de salidas, es algo casi cultural en la ciudad de San Pedro. Que los jóvenes salgan entre las 2 y las 3 a bailar no es algo nuevo, sino una modalidad más que antigua. Yo recuerdo cuando comencé a salir (no con bastante frecuencia) a mis 15 años de edad (porque seamos realistas, siempre hubo y habrá menores entre los que salen), era tarde el horario en el cual se ingresaba a los boliches. Entonces ¿Cómo se hace para cambiar una costumbre? Creo que gradualmente.
No voy en contra del sistema, sino que pienso que su aplicación podría haber sido gradual, consensuada, notificada y no tan brusca. Por lo menos por un tiempo hasta que se demuestre si esto modifica la violencia e inseguridad que todos los habitantes de la ciudad queremos se detenga.
Es que si de un día para el otro se recortan dos horas y media de la noche, se necesitará un tiempo para adaptarse, o sea podrían implementar primero el horario de las 6:30 como un inicio y luego ir rebajando. Vale recordar que cuando se deje de protestar por el horario impuesto actualmente, se podría haber aprobado la Ordenanza que prevé el cierre de los boliches a las 4:30 Hs. en el invierno. Esto viene a consecuencia de lo que como yo, cualquier funcionario puede observar sucede en las puertas de los boliches. Sin ir más lejos el último fin de semana a las 3:00 o 3:30 Hs. en un lugar que se establecen pueden entrar 480 personas y ya está casi lleno, hay 300 empujándose en la puerta para entrar. Tal vez es como me decía Enrique, uno de los jefes de seguridad de “Club Zero”, “largaron la medida y nos dejaron solos”, porque no estaría mal que tal como sucede en las grandes urbes, la policía o inspección colabore con los “patovicas” para que se haga un ingreso un poco más ordenado.
Por su parte, la salida fue normal y sin inconvenientes, claramente se pudieron escuchar silbidos y quejas cuando se anunció el “chicos tenemos que cerrar”, pero todo el mundo salió tranquilo y sin problemas. “El hombre es un animal de costumbre”, pero hay que darle tiempo.
Otras de las cuestiones en la que creo se deberá hacer hincapié es en la seguridad en las calles, porque ahora que es verano la mayoría vuelve caminando a sus hogares y ¿Cómo se controla que no haya peleas entre dos mil o tres mil chicos que se cruzan camino a casa?, es muy difícil, ya que todos salen a la vez y hay pocos patrulleros dando vuelta, al menos en las periferias del centro. “Hubo riñas como siempre” dijo el Teniente Marmo el Domingo, después de los controles. En el hospital ingresaron heridos, golpeados y hasta apuñalados, situación que se podría complicar aún más en el invierno, cuando para toda esa cantidad de jóvenes o tal vez un poco menos, solamente haya 50 remises. Igualmente, no estoy ni en contra ni a favor de la iniciativa, creo que se debe dar un plazo para ver como funciona, pero que se tomen los recaudos necesarios, para que se cumplan tanto las obligaciones de los jóvenes como sus derechos.