Soy una vecina del club de fútbol “El Porvenir”. Hace dos años que vivo en el barrio y lamentablemente he tenido algunas situaciones de violencia con algunos chicos que concurren al lugar a entrenar y a jugar.
Concurren con gomeras, matan teros y pájaros, sin ninguna razón. Cuando intenté llamarles la atención recibí insultos de algunos y otros no dicen nada. Pregunto: ¿y los adultos donde están?
Tiran piedras para comer nísperos de un árbol, pegan en el techo de mi casa y una de ellas cae al lado de mi brazo cuando intentaba ver qué estaba sucediendo. Salgo y algunos de los chicos corren y entran al club. Hablo con el resto de los chicos explicándoles la gravedad de la situación (casi me lastiman), excusas y silencios. Tuve que llamar un patrullero para que hable una vez más con los adultos del club para que los controlen. En reiteradas oportunidades hablé con personal del club. Pregunto: ¿y los adultos donde están?
Insultaron a una vecina que estaba en mi casa esperando mi llegada, que también les llamó la atención por las piedras que tiraban. Uno de ellos le dijo que él trata de la misma manera a sus padres… Adultos ausentes.
No puedo dejar el auto afuera por temor a que rompan algún vidrio y mientras trabajo pienso si cuando regrese me encontraré con algún vidrio roto de mi casa.
Como docente creo que la práctica de un deporte es una actividad totalmente educativa y me pregunto: ¿solamente le enseñan a patear una pelota, o también le enseñan el respeto por el otro, el respeto por el lugar donde van a practicar y los vecinos del barrio? Si le enseñan estos valores, debería existir como en las escuelas una sanción ejemplificadora. Pero si los adultos no están presentes es imposible que los chicos aprendan.
Estaría bueno que los padres de esos chicos, junto a los entrenadores y autoridades del club piensen y establezcan un sistema de convivencia, de premios y sanciones para los chicos. No sólo se puede premiar a los que juegan bien a la pelota, también se debería premiar a los responsables, respetuosos, cordiales, solidarios. Y a los que no lo son, darles una sanción que les permita reflexionar sobre lo que hacen.
Frente a estas situaciones siempre tengo la misma pregunta: ¿dónde están los adultos responsables de estos chicos? Están ausentes y parece que con aviso, porque nunca aparecieron para hacerse cargo de todo lo sucedido.
M.F. – DNI 14.989.737
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