El sábado, a los 91 años, dejó de existir Pablo Noat, un verdadero símbolo de parte de la historia sampedrina social, comercial y deportiva.
Había nacido en 1925 en el Paraje La Rosada y su primera labor fue reparar radios, para luego dedicarse a la instalación de amplificadores de sonido en orquestas, posteriormente a la publicidad ambulante y, por último, a la venta de baterías, comercio que hoy en día llevan adelante sus descendientes.
Además, tuvo una vida ligada al club Sportivo La Esperanza, donde fue arquero, representante en la Liga Sampedrina y presidente.
Su momento de gloria en el club de sus amores fue en 1996, cuando se inauguró el Polideportivo que lleva su nombre y el Verde alcanzó su primer título en el Apertura, derrotó luego en la final anual a Independencia y se consagró como el mejor equipo del fútbol local del año.