Adiós a Musculito, el perrito callejero al que le quieren hacer un monumento
Apareció de la nada, como todos los abandonados a su suerte. Deambuló casi toda su vida entre el Bar Plaza, la parada de taxis, la casa del Pato Corvalán y la Heladería Porta. Fue sepultado en su lugar preferido y ahora gestionan un monumento.
Mr. Músculo o Rubio, según con quien se cruzara, era un perro callejero que “apareció” un día casi al mismo tiempo que Dorita y Sarita, en inmediaciones de la plaza Belgrano.
Flaco de puro galgo nomás, la buena vida que le permitieron los vecinos solidarios de la zona hizo que su porte se ensanche y de allí el apodo “Mr. Músculo”, que derivó en Musculito o Rubio.
Alrededor de catorce años atrás, vino con alguien a la oficina de Anses y allí quedó, como sucede con otros tantos que fueron adoptados por familias mascoteras.
Él eligió la plaza Belgrano como su lugar de residencia. Como todo “Comunitario” fue cuidado y asistido para que tenga una buena vida. Fue castrado para que no participe de peleas o agresiones a otros perros en una zona muy transitada, en pleno centro de la ciudad.
“Musculito” supo hacerse querer, conquistó a los taxistas, a la familia Hainez del Bar Plaza, a la gente de la Heladería Porta, a la familia Corvalán, al Sr. Santi de la calle Güemes y a los jubilados de la plaza, que siempre llegaban con una bolsita con restos del almuerzo o la cena para alimentarlo. En verano, su lugar era el Club Náutico donde supo hacer amigos de su especie y también humanos.
Andariego de ley “Musculito” sorteó varias batallas. Algunas lo dejaron mal herido, pero siempre tuvo la ayuda amorosa que lo hizo zafar.
En invierno, el calefactor del “Barpla” lo esperaba encendido, pero nunca dejó de recorrer el barrio y pasar la mayoría de su tiempo en su lugar favorito: la plaza.
“Rubio” acompañó durante catorce años a los vecinos en su recorrida de compras, sus ratos al sol en uno de los bancos de la plaza, en los juegos, en la espera de un coche en la parada de taxis.
Su salud de roble comenzó a deteriorarse hacia finales del 2023, cuando sus visitas a los veterinarios se hicieron frecuentes. Una lesión en su columna trajo dolores difíciles de soportar y las secuelas de un ACV lo complicaron todo.
De común acuerdo sus cuidadores decidieron que era hora del descanso para “Musculito”, que aún en sus últimos días, no dejó de ir a la plaza, su lugar preferido, su rincón en el mundo.
“Rubio”, “Musculito” murió el 10 de mayo de 2024 rodeado de amor y cuidados por parte de quienes lo amaron durante catorce años y tramitaron un permiso especial ante el municipio para poder enterrarlo en ese sector público de la ciudad donde vivió.
El callejero que bien podría ser el protagonista de la reconocida canción de Alberto Cortez, tiene un poema en su homenaje escrito por Marino Fabianesi y que será plasmado en una placa de acrílico donde descansan sus restos.
“Aquí yace la esencia de lo que fue un amigo y ha de quedar por siempre, a la sombra del pino.
Descansará arrullado por el viento, el trino y el verde de la plaza, le brindará su abrigo.
Aquí descansa el "Rubio", será de este paisaje una sombra más, rondando la barriada.
En sus cuatro patitas, llevará el equipaje para pisar estrellas, en su última morada.
Sí pasas por aquí, déjale una sonrisa piensa en cosas buenas, inclínate un segundo
Un ladrido lejano, te dirá con la brisa que mientras haya un perro... Habrá amor en el mundo”
Su despedida en redes sociales pintó un panorama de lo que sembró “Musculito” durante sus más de catorce años de vida:
Patricia comentó: “Gracias a todas las personas que se acercaron a conversar con él, a saludarlo y un especial GRACIAS a Maria Marcela Hainez por darle un lugar donde dormir, comer, veterinaria y sobre todo amor, mucho amor.”
Adriana dijo: “Mi flaco hermoso, te vamos a extrañar con la manada. Tuviste una larga vida, y por suerte te encontraste con un ángel como Marcela. Descansa, flaquito querido”.
Susana escribió: “Cuando un amigo.se va... porque eso es un perro no es un animal. Vuela alto, aunque no te haya conocido”
Maria Ester: “Estaba muy viejito, ahora no va a sufrir”
Elba: “Vuela alto y descansa en paz”
Olga: “Dios te recibió Rubio lindo y jugarás con todos los amorcitos que se fueron antes”.
Rosa: “Cuánta tristeza. Besos amiga, tienes un noble corazón que ama a los animales”.
Graciela: “Yo estuve con él ayer y lo acaricié y lo hablaba, se quiso levantar, pero su cuerpo cansado se volvió a acostar, le dije te quiero, lo mire y me fui, hoy fui a verlo y le costaba respirar, dormía, no lo desperté, me despedí porque ya lo sentía partir, siempre estarás en mi corazón.
Lorena: “Hermoso musculito, se te va a extrañar tanto! vivirás eternamente en nuestros corazones. Te abrazo fuerte Estela que siempre estuviste para él y Marcela su ángel protector hasta el último instante. Vuela alto amiguito querido”
Silvia: “Vuela alto Musculito, es hora de descansar, gracias María Marcela Hainez por haberlo acompañado”
Patricia: “Se lo va a extrañar al rubio o flaqui como lo llamábamos”
Isabel: “Son la compañía más fiel. Ahora dejó de sufrir”
El galgo gordo, el compañero de todos, el clarito, el rubio, hasta podría tener su monumento que lo haga inmortal y que ayude a crear conciencia sobre el abandono y el maltrato hacia estos seres que dan ejemplo de amor, respeto y fidelidad.
El proyecto está en marcha, ojalá que no duerma encajonado como tantos otros y que esta historia despierte acciones estrechamente relacionadas con la salud pública.
La asistencia sanitaria, vacunación, castración, alimentación y sanciones por maltrato evitarían que otros cuatro patas abandonados a su suerte como “Musculito” la pasen tan mal como se ve a menudo.
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