Acuerdo y “aquí no ha pasado nada” con la guerra de los perros
La semana pasada, el Gobierno clausuró el quirófano de la protectora, en un paso más desde que creó la Oficina Animal para el programa de control canino. En una reunión entre funcionarios y el titular del refugio, hubo acuerdo para trabajar en conjunto y elogios recíprocos luego de más de un año de batalla.
La reunión que tuvo lugar ayer en el despacho de Ramón Salazar entre funcionarios del Gobierno y miembros de la protectora de animales Apama significó un pacto que parece haberle puesto fin a la “guerra por los perros” que se desató desde que el año pasado el Ejecutivo anunció un acuerdo con otra ONG y un programa de control de la población canina.
Fabián Rodríguez, de Apama; el Juez de Faltas –que también se llama Fabián Rodríguez–, el secretario de Coordinación Ramón Salazar y el de Salud Edgar Britos participaron del cónclave.
A los efectos de lo que se discutía, llamó la atención la ausencia de la veterinaria responsable de la Oficina Animal, Marina Farías, nuera de la concejala Otero y designada ad hoc para esa dependencia tras la sanción de la ordenanza que creó el plan municipal de intervención sobre la problemática de los perros en la ciudad.
Aunque en el último año y medio hubo cruces –sobre todo en las redes sociales– y acusaciones de toda índole, ayer hubo acuerdo para trabajar en conjunto y hasta elogios recíprocos entre las partes, que supieron protagonizar una disputa que no ahorró recursos.
Clausura “a cara de perro”
La semana pasada, una delegación municipal se hizo presente en el refugio de Apama, ubicado en el camino Lucio Mansilla, en terrenos propiedad del empresario Avigail Fochi, que los cedió en comodato con ese fin y luego intentó recuperarlos antes de que venciera el plazo estipulado, sin suerte.
Estaban el Juez de Faltas Fabián Rodríguez, el secretario de Salud Edgar Britos, el reincorporado director de Seguridad, Tránsito y Nocturnidad Ángel Jesús Burgos e inspectores municipales.
No estaba, otra vez, la veterinaria Farías, quien junto a otros colegas suyos impulsó un reclamo ante el Colegio de Veterinarios de San Nicolás porque consideraban que en Apama había ejercicio ilegal de la profesión. Tampoco estaba la referente de la ONG Vida Animal Cecilia Tarsetti, designada empleada municipal para trabajar en la dependencia creada para ocuparse de los perros.
“Se ha constatado que se estaban realizando castraciones. El lugar no cuenta con habilitación para este tipo de actividad. Tampoco está exhibido el título de la veterinaria que estaba ejerciendo”, informó el Juez de Faltas.
“Se cobraba por la prestación en un ámbito no habilitado. Fue por una denuncia anónima que llegó a Inspección”, agregó Britos, casi con un gesto incrédulo.
Los días que prosiguieron a la clausura fueron duros. En las redes sociales, la guerra que se había desatado el año pasado entre los que apoyaban la decisión municipal de recostarse en Vida Animal y los que defendían a Apama estalló, otra vez.
El amor en tiempos de sarna
A una semana del brote de sarna humana (ver aparte), el tema de los perros se reinstaló con fuerza en medio de un debate que recuperó viejas denuncias y resquemores entre quienes consideran que la tarea proteccionista debe hacerse de tal o cual manera.
El martes al mediodía, el pacto Gobierno-Apama calmó las aguas entre las partes, aunque dejó sorprendidos en las redes sociales a internautas que habían hecho de su posicionamiento un grito de guerra. Cerrada “la grieta” entre los líderes, los combatientes de a pie miraban sus espadas sin saber hacia dónde dirigir la estocada.
“Hemos llegado a un acercamiento entre el Municipio y el refugio, a ver si implementamos las castraciones gratuitas de parte del municipio, se van a hacer dentro del refugio, con los profesionales de Fundaco y con todo el voluntariado de Apama”, informó, satisfecho, Fabián Rodríguez –el de los perritos– al salir de la reunión.
Explicó que la ONG que preside acompañará al Gobierno –nunca nombró a la Oficina Animal, a Farías o a Tarsetti– para solucionar el problema de los “callejeros”, con el compromiso de albergar en su refugio a los que denominó “perros mordedores”, para “rehabilitarlos” y conseguirles un hogar.
“Fue muy positiva la reunión. La gente de la Municipalidad está muy predispuesta a solucionar la problemática. Vamos a ver si implementamos algo sobre maltrato, también. Fue todo con muy buena onda, me trataron muy bien”, reveló Rodríguez.
Apama se comprometió a potabilizar el agua del quirófano y a reacondicionar el lugar para obtener la habilitación como corresponde. “El primer miércoles de octubre vamos a reinaugurar el quirófano para las castraciones”, anticipó.
Desde el Gobierno, el secretario de Salud Edgar Britos calificó de “muy positiva” la reunión y señaló:” La idea es hacer un trabajo conjunto, creo que hay un terreno muy fértil para ello, con el objetivo común que es solucionar la problemática canina”.
Habló de “potenciar” las capacidades de ambas partes y de la necesidad del Estado local de contar con la “estructura y la capacidad instalada que tiene” el refugio.
De la disputa al acuerdo
Todos contentos. Aquí no ha pasado nada. Atrás quedaron las declaraciones off the record de funcionarios y concejales que aseguraban que había que “terminar” con lo que sucedía en Apama, que bregaban por el acuerdo con Vida Animal y que se fotografiaban con alumnos que iban a pintar el “Hospital veterinario” que el propio intendente Cecilio Salazar anunció y que nunca se concretó, a pesar de que ya pasó más de un año desde que fuera instalada la propuesta.
En una recordada sesión del Concejo Deliberante que tuvo lugar el 12 mayo pasado, el presidente del bloque Cambiemos y actual cabeza de lista del oficialismo, Iván Paz, informó que habían firmado un convenio con el municipio de Vicente López, que gobierna Jorge Macri, primo del presidente de la Nación y uno de los máximos referentes del Pro, para que llegue un quirófano móvil desde esa ciudad, capaz de hacer “al menos 50 castraciones por día”.
Aunque según lo que dijo Paz ese día el convenio se había firmado el miércoles 11 de mayo, a tres meses y medio después el Gobierno anunció que no tiene capacidad para hacer castraciones y que un trabajo conjunto con Apama puede colaborar en ese sentido.
Sun Tzu para perritos
En el Palacio Municipal hubo quienes consideraron desde el primer día que la “batalla por los perritos” era una pérdida de tiempo, de energía y de recursos. Son los que consideraban, además, que era difícil de ganar sin invertir un dinero que bien podría ser utilizado en otras cosas.
Todavía no hablaban de campaña, pero medían los resultados de las publicaciones en Facebook relacionadas con mascotas: la participación es masiva y las discusiones son encendidas.
Tras el acuerdo, sacaron el famoso “Arte de la Guerra”, del general chino Sun Tzu, nacido antes de Cristo.
“Un general sabio se ocupa de abastecerse del enemigo”, dice su manual. “El supremo arte de la guerra es someter al enemigo sin luchar”, agrega. Ambas citas fueron referidas para dar cuentas de lo sucedido.
Hubo otras: “Un ejército victorioso gana primero y entabla la batalla después; un ejército derrotado lucha primero e intenta obtener la victoria después”, por ejemplo, y “Nunca se debe atacar por cólera y con prisas. Es aconsejable tomarse tiempo en la planificación y coordinación del plan”. Sirven para analizar lo que pasó, según el cristal con que se mire la denominada “Guerra de los perros”.