Acordaron nueve años de prisión para Gabriela López
La protagonista del caso de filicidio deberá purgar nueve años de prisión efectiva tras acordarlo en juicio abreviado. La mujer asfixió a su pequeño bebé de apenas tres días y lo enterró en una tapera del paraje El Descanso. Había inventado una historia en la que decía haberlo entregado y quererlo recuperar. Días después confesó el crimen.
En pocos días llegará a su fin uno de los casos más aberrantes inexplicables y dolorosos que recuerde la sociedad en relación a la conducta humana: el asesinato de Agustín López, el bebé recién nacido que encontró la muerte bajo una almohada y en un bolso.
Cuando todo hacía suponer que a mediados del presente mes se desarrollaría la jornada de juicio oral y público contra Gabriela López (41 años), ahora, por expreso pedido del padre de Agustín López, Gerardo Sobrino, a quien los exámenes sobre la paternidad le dieron positivo, se acordó utilizar la figura de juicio abreviado.
Las partes involucradas en la causa firmaron por una condena de nueve años de prisión efectiva para la mujer, única imputada en el asesinato de su hijo de apenas tres días de vida, eludiendo quizás la posibilidad de purgar una cadena perpetua en caso de haber ido a debate público.
Sin dudas esta decisión amparada por la ley deja de lado varios puntos que seguramente se hubiesen ventilado durante el juicio oral y que en manos de la Justicia quizás dispararían nuevas investigaciones, principalmente porque la causa, no bien se supo lo que había sucedido con el bebé, estuvo envuelta en innumerable irregularidades.
La propia Gabriela López, a la hora de confesar el homicidio, involucró a varias personas; también quedará en el anecdotario qué rol tuvieron en este caso quienes rodearon a la homicida en las últimas horas de internación; por qué demoró tanto en actuar la Fiscal Franca Padulo; la participación del personal y profesionales de la Clínica San Martín; las pericias en el campo; y hasta la elección de los testigos.
Tras el juicio abreviado que condena a López, las dudas persistirán hasta diluirse con el paso del tiempo, beneficiando a quienes rogaban que muchas de estas cosas no salieran a la luz.
Durante todo el tiempo posterior al asesinato, la filicida, tras permanecer alojada en la Unidad Penal de Los Hornos, fue internada en una clínica privada de Pergamino recuperándose de las propias secuelas que le dejó la escasa recuperación post parto. Meses después fue beneficiada con arresto domiciliario en una casa que la familia habita en Santa Lucía y todo parece indicar que seguirá así hasta cumplir la pena impuesta.
Con la marca del horror
Lo que no quedará en el olvido será la triste historia que se cobró la vida del pequeño Agustín López, nombre con el que fue documentado días después del hallazgo de su cadáver por sus abuelos Ignacio y Ana María.
Gabriela López fabuló una trama siniestra que mantuvo en secreto durante seis días. Narró ante la Justicia, sus familiares y los medios una situación que fue ganando interés hasta alcanzar una trascendencia inesperada, lo que quizás también influyó para que su mentira estallara y terminara confesando.
El sábado 3 de octubre de 2009, Gerardo Sobrino se presentó en el destacamento policial de Santa Lucía asegurando que su ex pareja, Gabriela López (en ese momento de 39 años), había hecho desaparecer un bebé que presuntamente era producto de una relación sentimental entre ambos, pero que habría concluido en diciembre del año anterior.
En un primer momento López dijo que el niño había quedado en poder de su padre, pero a los pocos minutos cambió de versión y relató pormenorizadamente cómo le había entregado el bebé de tres días a una mujer de unos 40 años, flaca y morocha, que dijo haber conocido unos cinco meses atrás en las puertas de la Casa del Niño.
Al día siguiente se presentó junto a su hermano Walter en las oficinas de La Opinión y comenzó a utilizar el medio para intentar recuperar a su bebé.
Así fueron transcurriendo los días, con Gabriela López repitiendo la misma historia y todo un país buscando al pequeño Agustín. Las fotos del bebé comenzaron a observarse en distintos lugares y hasta los principales medios de prensa de la Argentina llegaron a San Pedro y Santa Lucía para contar lo que estaba sucediendo. Las dudas estuvieron siempre latentes, pero nadie imaginó que la historia tejida por López se desmoronaría abruptamente y con un final digno de horror.
Seis días después, la mujer confesó a sus íntimos que ella misma había asfixiado al bebé; que lo introdujo en un bolso de jean azul y que esperó que muriera. Viajó en colectivo hasta su casa del paraje El Descanso, esperó que toda la familia durmiera para tomar una pala, caminar por la tapera y bajo un viejo árbol caído enterró al inocente Agustín.