Accidentes de tránsito todos los días y a toda hora: la culpa siempre es del otro, pero terminan en el Hospital
Alta velocidad, alcoholemia, el celular y la falta de casco resumen el modo en que los conducotes adoptan conductas temerarias. Cuando llegan lesionados nadie se hace reponsable y las consecuencias se pagan en secuelas irreversibles con costos millonarios para la salud pública y la guardia de emergencias.
La siniestralidad vial es tan frecuente como insalvable. Ni los países más desarrollados han logrado erradicarla, pese a un alto compromiso de los estados por evitar el daño que genera y repercute socialmente.
La salvedad es que los cambios culturales se deben diseñar con tiempo para obtener, con el paso de los años, algún resultado. Por eso, en este fenómeno cultural, es cuestión de formación de un individuo a quien se debe educar, formar, concientizar y, si es necesario, sancionar.
En nuestra ciudad estos casos repercuten sensiblemente en la Guardia del Hospital. No existe otro lugar para derivar a un lesionado que esta sala, donde la realidad se convierte en experiencia: son muchos los casos que demandan una especialización constante de los profesionales. También es para pensar la asistencia.

Un traumatizado de cráneo derivado a terapia intensiva tiene costos muy elevados. Si se evitaran habría margen para derivar esos gastos a otras atenciones esenciales dentro de la salud pública.
Un informe de La Opinión, en febrero de 2024, describió que son 2,2 los accidentes por día, 66 por mes, 792 por año, con pacientes que llegan con alguna lesión al Hospital.
“Si la víctima no necesita traslado y sin que se lo derive a un centro privado porque todos los accidentes pasan primero por el Hospital, la inversión es de 497 mil pesos. A 2,2 por día, más de un millón”, reza la nota. Si lo actualizamos por inflación, hoy es el doble o más.
“Qué pasó, cómo fue”, es una pregunta frecuente hacia los protagonistas que llegan conscientes para ser asistidos.

Aquí se observa que nadie asume responsabilidades. “La culpa siempre la tiene el otro”, asoma en las respuestas, y es aquí donde se nota la falencia de quienes desde el momento que salen a la calle son responsables de sus actos.
No importa si es peatón, ciclista, motociclista o automovilista. Todos tienen un rol que cumplir y asumir: lo asisten derechos, pero también obligaciones.
¿Cuáles son las causales de lo que ocurre en la vía pública? Los factores no difieren de las mediciones nacionales.

Así como el grupo mayor de riesgo llega hasta los 25 años (incluyendo adolescentes), está comprobado que, en las arterias de mayor velocidad como una avenida o donde fluye considerablemente el tránsito vehicular, es donde se producen los casos. En San Pedro así está medido.
La alta velocidad, el alcoholismo, el uso del celular y la falta de casco perfectamente colocado (no en el codo) conforman un combo sobre la inconsciencia colectiva.
Pese a que esto se aprecia diariamente, menos autocrítica y reflexión hay para cambiar la postura.

“Menos mal que los operativos de tránsito existen”, admitió un médico sobre otro de los aspectos fundamentales para la prevención, que es el control, que resuena absolutamente en la Guardia. Si hay presencia de inspectores, ingresan menos heridos.
“Pero nada es suficiente. No existe conciencia sobre lo que implica manejar una moto y al riesgo que se someten. Después, por acciones indebidas, solo atinan a culpar al perro que se cruzó en el camino, el estado de la calle, al que se cruzó en la esquina, y también las quejas por la falta de atención a tiempo por demora de la ambulancia, el médico, etc. Siempre es el otro el culpable”, resumió con cierta molestia.
El parque automotor de nuestra ciudad también contribuye. Las calles angostas, cuadras cortas, unas 20 mil motos y algo menos de automóviles conforman un espectro temible. ¿Qué sucedería si todos decidieran salir a la calle el mismo día y a la misma hora? Un caos.

En el caso de las motos, son y serán las principales protagonistas. Un informe de La Opinión de mayo de este año así lo indica y ratifica estadísticas de antaño: de 159 accidentes, el 68 por ciento involucró a motocicletas. Y en el 49% de los siniestros participaron motocicletas y automóviles; el 19% fue entre motos.
Educación, concientización, control y sanción son los ejes que se toman para enfrentar la problemática. Después, otros complementos pueden contribuir a la conformación de una propuesta más amplia. La educación hace a la cultura. Y al tránsito también.
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