Accidente de tránsito: no importan las causas, importa que el video no se publique
Allegados a las víctimas intentaron evitar que se den a conocer las imágenes de un choque que se habían viralizado cuestionaron a La Opinión, pero olvidaron tomar nota sobre tres personas a bordo del rodado, sin casco, a alta velocidad y con una niña de un año que resultó lesionada.
Una mujer que dice ser familiar de los jóvenes accidentados en la intersección de calles Belgrano y Petrona Simonino, pidió a La Opinión no publicar el video de la violenta colisión.
“La gente y vos (por nuestra directora, Lili Berardi) atacan sin saber”, cuestionó la mujer, para después indicar que “te pido con todo respeto y de buena manera que bajes la publicación”. Otro reclamo llegó por la presencia de un menor de edad, que ni siquiera se identifica en las imágenes, como tampoco a los conductores.
En la tarde del jueves 17 de octubre colisionaron una pickup Amarok y una motocicleta 110cc, guiada por hombre mayor de edad, a quien acompañaban su pareja y la hija de ambos, de tan solo 1 año de vida.
La beba aún se recupera de las lesiones sufridas con monitoreo del Hospital.
Fue un hecho milagroso. El resultado, indudablemente, pudo haber sido peor por las características del impacto. Apenas los ocupantes de la moto presentaron traumatismos varios, nada de gravedad, de acuerdo al informe médico.
No es novedoso que San Pedro fue, es y será una de las ciudades con mayor siniestralidad del país. La fisonomía de la ciudad, de calles angostas y cortas, y el “enorme” parque vehicular, con casi 20 mil motos, la trasforman en una urbe “peligrosa” para el tránsito.
A su vez, parte de esto se profundiza por una cuestión netamente cultural, que es la falta de conciencia al momento de conducir un rodado y de educación sobre el desconocimiento de lo que son las normas de tránsito.
Si tomamos en cuenta este hecho, se puede apreciar cómo la moto no respeta la prioridad de pase a quien circula por la derecha (la camioneta), sus ocupantes son tres (cuando solo deben ser el conductor y un acompañante, nadie más), no llevan cascos, ni tampoco tienen consideración de la criatura que transportan, cuando la ley es clara cuando indica que, respecto a los niños, solo podrán subirse a estos rodados quienes “logren apoyar con firmeza sus pies en los pedalines u otro punto”. La niña tiene 1 año.
Y no profundizamos sobre la documentación: licencia de conducir, tarjeta verde a su nombre y seguro.
Esto no se discute. Lo que podría analizarse es la proyección de las imágenes. Aquí nos remitimos a las campañas viales de “Estado” que algunos países adoptaron. Y que en gran medida compartimos en cuanto a su criterio.
España era, hasta hace unos 30 años atrás, el país de Europa con mayor cantidad de muertos por accidentes. Cuando cobró firmeza revertir esta cruel realidad, entre otras medidas acudieron a los medios de comunicación para solicitarles la colaboración con la proyección de las imágenes tal la crudeza del siniestro, sin piedad, que la gente vea y comprenda lo que significa un accidente con cuerpos ensangrentados y hasta mutilados.
Y así lo hicieron, y de manera similar lo llevó a cabo Australia, que además le sumo una campaña de spots televisivos que también fueron desgarradores. Esto contribuyó a bajar las fatalidades y los enormes costos asistenciales, que en salud representan un enorme presupuesto, como lo padece el Hospital San Pedro.
Eso es concientización, y no debe faltar la educación, y menos el control y la sanción. Muchos se quejan por los operativos de tránsito que, en definitiva, reflejan las irregularidades en varios aspectos. La mayoría de las infracciones es por falta de casco, algo perceptible en la ciudad, y cuando se incauta el vehículo, pocos tienen la documentación necesaria para recuperarlos. Si no fuese así, no habría cada año miles de motos que van a compactación.
Por todo esto, y aunque seamos reiterativos, subirse a una moto es colocarse el casco atado, respetar la velocidad, no utilizar a los niños como “paragolpes” en muchos casos cuando los paran junto al manubrio, no subir más de dos personas, anunciar las maniobras y entender que, en la vía pública, “se debe convivir respetando al resto”.
Si queremos bajar los lamentos, comencemos por cumplir las normas y ser conscientes de que se “está manejando un arma”, como bien decía una publicidad en otra época. Y no pidamos ocultar el video de un choque, cuando lo mejor es analizar por qué ocurrió para evitar que se repita.
Comentarios
Para comentar, debés estar registrado
Por favor, iniciá sesión