Abuso y secuestro: el crudo relato de la víctima de los vejámenes
La Opinión logró reconstruir paso a paso qué ocurrió entre el jueves a la madrugada y el domingo, cuando fue radicada la denuncia. Abuso sexual, amenazas de muerte, drogas, la exigencia para que mate a un herido de bala y otros detalles dignos de una serie de narcocriminales.
La Justicia rechazó la excarcelación de los cinco detenidos por el caso de abuso sexual gravemente ultrajante y privación ilegítima de la libertad en el marco de una presunta banda dedicada a la venta de drogas, por lo que permanecerán en esa condición al menos hasta que se resuelva el pedido de prisión preventiva que interpondrá la fiscala María del Valle Viviani.
La Opinión logró reconstruir el relato de la víctima de secuestro y abuso, un testimonio crudo que incluye amenazas, armas, vejámenes, el pedido para que mate a alguien, el consumo de drogas y otras situaciones que parecen salidas de una serie de narcocriminales.
Todo comenzó alrededor de las 3.45 del jueves 21 de abril en un barrio periférico de la ciudad en los que la presencia policial y los relatos sobre el enfrentamiento entre bandas dedicadas a la venta de drogas son habituales. Allí llegaron, siempre de acuerdo a la denuncia de la víctima, en un Renault Clio gris, Carlos Devito, Lucas Ramos e Isaías Luppi.
Mientras Devito aguardaba en el coche, Luppi y Ramos irrumpieron en la casa del joven de 30 años, lo sacaron de manera violenta del interior y lo subieron, bajo amenazas y contra su voluntad, en el automóvil para trasladarlo a la casa de Rivadavia 1665 donde estuvo en cautiverio y fue abusado.
En el camino lo golpearon. Al llegar a la casa le advirtieron que lo iban a matar, pero que antes tenía que hacer “un trabajito” para ellos. Todo ello se lo dijeron mientras le introducían una pistola en la boca, le pasaban un cuchillo por el cuello y le pegaban con una tonfa en las piernas.
El “trabajito” que le exigían era matar con una daga a un joven que está internado en el Hospital, donde llegó tras recibir disparos de armas de fuego. Le mostraron un revólver del calibre 38 y le dijeron que la última bala que había salido de allí era la que había dado en el pecho del internado que él debía asesinar.
Como se negó a cumplir con la tarea encomendada, lo golpearon. Allí comenzaron los vejámenes. Le introdujeron elementos contundentes en el cuerpo, lo obligaron a practicar sexo oral, lo quemaron con cigarrillos y lo golpearon. Cuando amenazaron con matar a su hermano, accedió a ir al Hospital pero no para matar al internado sino sólo para constatar que todavía estuviera en el nosocomio.
Una vez cumplida esa tarea, volvieron a llevarlo a la casa de calle Rivadavia. Una vez más, lo golpearon. Allí, la víctima se percató de que le habían robado pertenencias que tenía en su casa: una moto, un teclado, una guitarra eléctrica, un amplificador, entre otras cosas.
El viernes, dijo, estuvo casi todo el día con el dueño de casa, Lucas Ramos, hasta que por la tarde llegó el resto. En su denuncia, aseguró que Carlos Devito lo llevó a un pasillo junto a una planta de marihuana y a punta de pistola lo obligó a practicarle sexo oral para luego introducirle elementos en su cuerpo.
El domingo fue cuando lo obligaron a ir a la casa del abogado Pablo Visca para enviarle el mensaje de amenaza para su hijo, con un proyectil de 9 mm que debía entregarle al tiempo que le ordenaron reclamarle la entrega de un televisor, frascos de flores de marihuana y 6 mil dólares.
Cuando puso al tanto a Visca de todo lo ocurrido, él llamó a la policía, la víctima de secuestro y abuso fue trasladada al Hospital. A la casa del abogado habían ido Maximiliano Ramos y Carlos Devito, según denunció el propio Visca, circunstancia en la que le llevaron un arma con su cargador y el celular.
Este martes, en Radio Cuarentena, habló el abogado que patrocina al denunciante Pblo Visca, que solicitó ser tenido como particular damnificado en la causa. El detalle de lo que dijo el letrado, que La Opinión publicará en otra nota sobre el caso, también es revelador.
El abogado Paulo Cordara sostuvo que su cliente tenía un vínculo de amistad con los acusados pero que nunca sospechó que podrían haber ocurrido cosas como las que dejó asentada la víctima de abuso y secuestro. “Su denuncia le salvó la vida”, aseguró.
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