Abuso en un hotel céntrico: el relato del adolescente que denunció el caso revela una trama con muchas ramificaciones
Acompañado de su familia, el joven de 17 años contó a La Opinión en detalle cómo conoció al detenido, dónde estuvieron durante la noche del viernes y cómo llegaron el hotel donde se produjo la situación de abuso. Qué bebieron, de qué charlaron y cómo se tejió la trama que terminó el sábado en una denuncia penal en la Comisaría.
Bajo la carátula de “abuso sexual con acceso carnal”, la Justicia investiga la denuncia que radicó un joven de 17 años contra un hombre de 30 a quien acusó de haberlo sometido a prácticas sexuales sin su consentimiento en una habitación del hotel Eser.
El imputado está detenido y tras prestar declaración indagatoria ante la fiscala María del Valle Viviani fue trasladado a la comisaría de la ciudad de Rojas, donde aguarda que el Juzgado de Garantías interviniente resuelva su situación procesal.
Fiscalía dispuso diversas diligencias y espera los resultados de análisis de sangre y orina del joven, además de las pericias practicadas en sábanas y otros elementos secuestrados en el hotel para avanzar en un caso cuyos detalles comienzan a revelar una trama novelesca.
La Opinión accedió a detalles exclusivos de este caso, que tiene ribetes escandalosos y en cuyo desarrollo aparecen nombres de empresarios de la noche, intercambio de imágenes sexuales, dinero, ostentación, presuntos amigos famosos, muchas mentiras y un personaje inventado al estilo del “estafador de Tinder”, aunque, por lo pronto, con otros fines.
Acompañado de familiares y tras consultar un abogado allegado, el joven denunciante, a quien llamaremos “J.”, relató a este medio todo lo que ocurrió. Cómo conoció al detenido, dónde estuvieron durante la noche del viernes y cómo llegaron el hotel donde se produjo la situación de abuso; qué bebieron, de qué charlaron y cómo se tejió la trama que terminó el sábado en una denuncia penal en la Comisaría.
Al acusado, de nombre Gonzalo, lo conoció a través de un amigo, otro adolescente, quien llegó a este hombre de 30 años porque antes él supo tener un vínculo de amistad con su hermano. Según relató, en el ambiente juvenil en el que se mueve, “todos lo conocían”.
La primera vez que lo vio fue un “jueves de Promo”, de los que participan egresados 2022, como J. Estaban afuera del bar Holly, en Salta y Oliveira Cézar. Eran cuatro, entre ellos el que ya lo conocía. Los invitó a Antón, el local nocturno ubicado al lado, a beber cócteles. Todo lo pagó él.
Allí se dio a conocer: les dijo que era empresario, que tenía acciones en empresas petroleras, que poseía viviendas en Buenos Aires, Estados Unidos y Alemania, que se codeaba con ricos y famosos, con DJ’s, con streamers, con modelos, con artistas a los que incluso él mismo había ayudado a crecer.
Vestía juvenil y con ropa de marca. Mostraba tarjetas de crédito tipo black pero pagaba siempre en efectivo. Todo lo pagaba él. Hablaba de empresas, de viajes y negocios. “Siempre daba a entender que era alguien importante”, contó J.
El viernes pasado fue la segunda vez que compartió velada con él. Su amigo, el que lo conocía de antes, le dijo que Gonzalo vendría esa noche y que los invitaba a salir. Cenarían, beberían y recorrerían bares y boliches sin gastar un peso, porque todo lo pagaría él.
Así fue. El amigo de J. lo pasó a buscar por su casa en moto y fueron a Antares. Allí comieron. Como era tarde y ya había cenado, J. sólo consumió una papas. Bebieron mucho: cócteles, champagne, cerveza. El joven contó que fueron a Antón, donde bebió “tres shots de Jägermeister”, y regresaron a Antares, donde siguieron con champagne y cerveza, hasta que decidieron ir a Club Zero.
Allí ingresaron sin pagar, aunque es un local que cobra entrada. Todo gracias a Gonzalo y sus buenos vínculos. En cada bar, contó el joven, el trato era “el de un cliente VIP, hablaba siempre con los dueños o los encargados, se ve que lo conocían”. En Club Zero compró botellas de vodka, energizantes y champagne.
J. recuerda que cuando llegaron a ese lugar ya estaba bajo los efectos del alcohol y que fue el segundo vodka que tomó ahí el que lo “desconectó”. Así lo dijo. Lo que sigue es un relato referido, puesto que él sólo sabe lo que le contaron, hasta que se despertó en el hotel en medio de una situación de abuso que resistió, según denunció.
De Club Zero, dijo, salió del hombro de un amigo. Eran pasadas las 4.00 de la mañana. Fueron a la Peatonal, donde estuvieron un buen tiempo, lo que debe estar registrado por las cámaras de seguridad públicas, así como todo lo demás está en las privadas de los comercios nombrados, que las pusieron a disposición de la Justicia para lo que necesiten.
En la Peatonal debatieron sobre el estado de J., que estaba bajo los efectos del alcohol. Unos propusieron llevarlo a su casa. Gonzalo, según refirió J. que le dijeron sus amigos, se mostró insistente con llevarlo al hotel para que descanse y se recupere antes de ir a su domicilio.
Logró convencerlos, porque desde allí caminaron hasta el Eser. Al llegar, en recepción les dijeron que no podían entrar, contó J. Eran alrededor de las 6.00 de la mañana, le dijeron. Quedaron en la vereda a la espera de Gonzalo, que fue a resolver la situación. Luego entraron. Eran cuatro. Gonzalo, J., el amigo que conocía al denunciado y otro joven del grupo.
Ocuparon las habitaciones 114 y 116. En una de ellas ya estaba alojado Gonzalo, donde según J. llegó en un Uber desde Rosario. De allí a Antares lo llevó uno de los tres socios de ese bar, con quien todo indica no tenía más vínculo que el de un cliente que suele gastar buen dinero y con intereses en hacer negocios.
En el hotel Eser, contó J., Gonzalo y él ocuparon una de las habitaciones. La otra fue para sus amigos y registrada a nombre de uno de ellos. J. había vomitado en la vereda y también lo hizo en la habitación. Sus amigos le dijeron que estaban en la escalera mientras “Gonzalo iba y venía” y “les decía que yo estaba bien y que tenía que descansar”.
“En un momento, él me desvistió. Yo recuperé mi conciencia y no tenía remera ni buzo, Gonzalo me había sacado las zapatillas y me estaba sacando los pantalones. En ese momento empieza a abusar de mí, me toca y demás”, contó el denunciante.
J. no estaba en sus cabales e intentó forcejear. Cuando Gonzalo, según su denuncia, intentó “hacer algo más” le gritó que no. “Él seguía intentándolo, hasta que mi amigo lo llama, y Gonzalo me dice no te muevas, quedate acá, ahora vuelvo, yo seguía desnudo y acostado en la cama”, relató.
Cuando Gonzalo salió de la habitación, J. se levantó. “Me vestí como pude y bajé la escalera. Me dijeron que me golpeé contra las paredes y caí en una mesa, me senté en una silla. Los de recepción me hablaban, me dieron agua, preguntaron si quería llamar a la policía o a una ambulancia, yo les decía que no, que estaba bien, sentía que me las podía arreglar solo”, relató.
Sus amigos bajaron. Uno de ellos discutió con los de recepción porque como la habitación estaba a su nombre, dijo, se la querían cobrar. Les explicó que Gonzalo se ocuparía de pagar todo. Uno se fue y J. quedó con quien lo había invitado a salir esa noche, que lo acompañó a pie durante las alrededor de 20 cuadras que separan el Eser de su casa.
“Yo lloraba, seguía mareado. Mi amigo estaba enojado con Gonzalo, yo estaba re enojado, apretaba el puño y le pegaba a la nada. Cuando llegamos a mi casa mi amigo me dijo que se iba al centro a buscar su moto y se iba a la casa”, relató.
Cuando entró, les contó a sus padres lo ocurrido. Dijo que sintió alivio, a pesar de que al principio había pensado en no decir nada. Su familia no dudó y decidió radicar la denuncia. El amigo que conocía a Gonzalo primero les dijo que no lo hicieran, que podía ser peligroso por “los contactos” y “el poder económico” del ahora detenido. Sin embargo, decidieron avanzar.
El caso tiene muchas aristas. Del relato de J. se desprenden vínculos sobre los que La Opinión avanzó y cuyos testimonios también serán publicados. Además, la investigación sobre el imputado, su familia, su lugar de origen y sus presuntos negocios también comenzó a arrojar muchas dudas y será revelada.
Antes de irse de la redacción, J., su mamá y su hermana revelaron que Gonzalo no sólo era conocido en el ambiente adolescente donde se mueve el joven sino que además habría habido ofrecimientos de dinero a cambio de fotos íntimas y hasta de servicios sexuales. Todo es materia de investigación en un caso cuyas ramificaciones recién comienzan.
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