15 y 16 años de prisión a los imputados por el caso Sabanés
Mariano Oscar Falcón fue sentenciado a 16 años y seis meses de prisión y Ramón Alberto Monzón deberá cumplir una pena de 15 años. El juicio oral y público se desarrolló entre el lunes y el jueves pasado, pero recién ayer el Tribunal anunció el veredicto. Los abogados de la familia de las víctimas, adelantaron que más allá de este resultado se abrió una nueva causa para investigar la participación de una tercera persona como “entregador” o autor intelectual del asalto y balacera ocurrida el 9 de Diciembre de 2002 en el establecimiento de Santa Lucía.
Ayer, martes, el Tribunal Criminal Nº 1 de San Nicolás, integrado por los Dres. Aramburu, Martínez y Alomar, leyeron el veredicto del juicio realizado contra Mariano Falcón y Ramón Alberto Monzón, los dos únicos imputados por el asalto ocurrido en Santa Lucía durante el cuál falleció el joven Nicolás Sabanés, que tenía entonces 22 años.
Los tres jueces resolvieron condenar a 16 años y seis meses y 15 años de prisión a los responsables de este hecho que destruyó a una familia y sentó un terrible precedente sobre los delitos de esta naturaleza en la zona rural.
Entre el lunes y el jueves de la semana pasada se desarrolló el debate oral y público con el que se cerró esta causa considerada como un “homicidio en ocasión de robo” y con los agravantes de la utilización de armas de fuego y la privación ilegítima de la libertad, porque los ladrones tomaron rehenes para cometer el asalto. Como se había publicado en este medio, las partes habían propuesto 130 testigos para que declararan durante esas jornadas, aunque finalmente lo hicieron unas cincuenta personas.
Vecinos de la zona, empleados de la familia Sabanés, peritos y policías que intervinieron en la investigación brindaron sus testimonios ante el Tribunal. Pero los datos más relevantes los ofrecieron quienes resultaron ser víctimas y partícipes de ese terrible suceso, ocurrido en la madrugada del lunes 9 de Diciembre de 2002. Uno de ellos fue el custodio armado que acompañaba a los hermanos Sabanés esa mañana, Carlos Ingane, y el otro el hermano de la víctima, Germán Sabanés, quien recibió durante el tiroteo un disparo en su espalda que le produjo lesiones graves pero sin riesgo de vida. “Germán sólo quiere que esto termine, olvidar todo lo que pasó aunque nos resulta muy difícil”, dijo su madre, Estela de Sabanés al término del debate que presenció con los ojos colmados de lágrimas.
El relato de lo que ocurrió esa trágica madrugada comenzó con la llegada a la planta ubicada en el acceso a Santa Lucía. Resumiendo lo sucedido, dijeron que al entrar al predio, Nicolás fue el que bajó del vehículo para acercarse a uno de los camiones y hablar con el chofer de apellido Sierra. Al abrir la puerta percibió la presencia de un extraño, y entonces corrió hacia el lugar donde estaba su hermano y el custodio Ingane. En su carrera, fue alcanzado por un proyectil y cayó herido de muerte.
Mientras tanto, Germán e Ingane fueron reducidos por otro de los delincuentes, pero comenzaron a forcejear al escuchar el disparo. Ingane logró zafar y dominar a uno de los delincuentes, pero éste escapó. El custodio le disparó con su arma sin alcanzarlo. Luego, apuntó hacia el otro sujeto a quien le disparó a la altura del tórax. Se supone que era Mariano Falcón quien más tarde sería asistido en el Hospital San Felipe de San Nicolás con una herida en la zona superior. En medio de la confusión, y de los gritos por lo ocurrido, Ingane y Germán se acercaron a Nicolás que estaba tirado en el piso y esa situación fue aprovechada por los delincuentes para escapar.
Los disparos
Uno de los principales argumentos de la defensa de Monzón y Falcón, fue que todos los disparos que se produjeron esa madrugada salieron del arma de Ingane, y que los ladrones sólo poseían un arma que no funcionaba.
Esta versión fue recalcada por el Dr. Gotardo Migliaro, defensor de Monzón, el único de los responsables que confesó haber participado del asalto. Monzón dijo que portaba un arma calibre 22 pero negó haberla utilizado durante la balacera. Sin embargo, la fiscalía presentó otras pericias que reconocen en el lugar la existencia de vainas de ese calibre, que serían diferentes a la utilizada por Ingane, quien poseía un arma calibre 32.
Otras pericias demostrarían para la fiscalía que Nicolás Sabanés no se encontraba dentro del ángulo de tiro de Ingane, lo que indicaría que es físicamente imposible que haya recibido un proyectil del arma del custodio.
Uno de los testigos clave del caso, Andrés Becerro, empleado de la planta que fue reducido por los asaltantes, declaró el miércoles a la tarde y dijo que ese día se había levantado como siempre para realizar su tarea, pero al llegar “aparecieron dos sujetos que nos redujeron, nos ataron y nos hicieron tirar al suelo”. Después, le preguntaron quién era el conductor y lo llevaron al interior. “Me apuntaron con un arma en la cabeza y estando yo en la cabina del camión me decían que si hacía algo malo me iban a matar”.
Cuando llegaron los hermanos Sabanés, “Nicolás amagó a abrir la puerta del camión para subir y yo alcancé a hacerle señas con los ojos que había alguien detrás de mí en la cabina. Entonces se bajó y salió corriendo para salvarse. Uno de los delincuentes lo siguió y al ratito se escucharon varios disparos de armas de fuego. Después, hubo llantos desgarrantes y gritos que decían que lo habían matado a Nicolás».
“Tenemos dudas, pero no podemos acusar”
Una de las hipótesis que inició la investigación es que detrás del caso Sabanés existió un autor intelectual o “entregador” que conocía con exactitud el movimiento en la planta y la actividad de los dos hermanos, quienes viajaban en forma periódica hacia diferentes ciudades para comprar animales para su frigorífico.
Esta teoría no ha sido descartada y por eso el abogado particular de la familia víctima del episodio, el Dr. Ariel Adeff, confirmó que hay otra causa paralela abierta para que se investigue la existencia de esta tercera persona. “En esta causa específicamente se juzgó la conducta de Falcón y Monzón, pero hay otra causa abierta para dilucidar si existieron otras personas que intervenían en condiciones de partícipes, coautores, u otra figura que se circunscriba a la de un entregador”, dijo el letrado.
La familia Sabanés reconoció sus dudas porque incluso se había establecido un vínculo lejano entre una persona que trabajó con ellos y uno de los acusados. “Sabemos muchas cosas, pero no podemos acusar a nadie todavía”, dijeron en medio del dolor que significó repasar los trágicos sucesos que derivaron en la muerte de su hijo menor.
Todavía, para ellos y para todos los santalucenses en general, no se hizo justicia.
“No le creo”
Estela de Sabanés mantuvo a duras penas la compostura cuando uno de los imputados por el crimen de su hijo Nicolás, habló en la última jornada del juicio y reiteró su inocencia. Mariano Falcón fue el único de los dos detenidos que decidió hacer uso de la palabra cuando se lo ofreció el Tribunal, el jueves al término de los alegatos de la fiscal y los defensores.
Tomó el micrófono y giró hacia la derecha para mirar cara a cara a los padres de Nicolás y Germán, las dos víctimas del suceso.
“Me quería dirigir hacia la familia… Quiero que les quede en claro que no tengo nada que ver en este hecho que se me imputa, estoy muy dolido con todo esto que ha pasado. Yo lo estoy viviendo en carne propia, porque soy el que está detenido y siento dolor también como padre porque lo soy y lamentablemente estoy con ustedes en esta dolencia que están pasando, pero le vuelvo a recalcar que no tengo nada que ver en esto y que quiero que se haga justicia”, les dijo.
Ya fuera del recinto, Estela de Sabanés reconoció entre lágrimas que no había creído en sus palabras. “No le creo, creo que es responsable”, dijo y como tantas otras veces sólo pidió que la justicia se imponga sobre quienes provocaron la muerte de su hijo.