Ante los reclamos por el abandono de la antigua sede de la terminal en calle Oliveira Cézar y Gomendio, alumnos y docentes del Conservatorio de Música Carlos Guastavino formularon su propuesta de acondicionar ese predio para trasladarse.

El conservatorio que expide títulos de validez nacional para profesores de música y que recibe a alumnos desde localidades vecinas funciona hoy en una casona alquilada en Lavalle y Belgrano, donde los espacios van quedando chicos ante el crecimiento de la matrícula. Hay alrededor de 400 alumnos y muchos que quedaron afuera por falta de cupos.

“Mucha gente viene a hacer esa formación básica y después podés seguir por el profesorado, o sea vos necesitás pasar por FOBA para arrancar el profesorado. Después tenés los niños que tienen entre 8 a 13 años, que son 130 niños. El lunes en una clase del FOBA eran 30 en un salón más grande del conservatorio y estaban sin mesas, escribían con el cuaderno en las piernas porque no entraban”, graficó Ariel Arbat en diálogo con La Opinión.

El reclamo del alumnado, los docentes y el cuerpo directivo por un “edificio propio” lleva más de 30 años, con sentadas, festivales, abrazos simbólicos, maquetas, entrega de firmas, reuniones, protestas musicales y el paso por edificios en condiciones deplorables, donde para sentarse al piano había que hacer equilibrismo.

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“Todas las escuelas tienen problemas y el conservatorio es el último orejón del tarro”, aseguró Arbat, que es alumno desde 2018 y recordó: “En 2015 hubo un proyecto para poner el conservatorio donde está la planta depuradora, que diseñaron arquitectos, y nunca se llevó adelante. Ese lugar es muy lindo, para mí para hacer un auditorio, pero el conservatorio no entraría ahí”.

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