“Parece que vivimos en el far west…”
¿Quién puede parar lo que ocurre en el barrio 150 viviendas? Es la pregunta que los vecinos le siguen haciendo a las autoridades tanto policiales como municipales para que tomen medidas. El fin de semana un nuevo enfrentamiento entre “los Vargas, los Ferreira y Lezcano”, terminó con disparos y la destrucción de un automóvil. “Estamos esperando un nuevo crimen”, dicen los habitantes.
Son muchas las familias que viven en el barrio San Miguel, contando las horas para saber en qué momento están a salvo y cuándo deben encerrarse bajo llave para no ser blanco de la violencia.
Son pocos los que, “siempre ellos”, se enfrentan en peleas sobre las que jamás se llega a conocer el origen o motivo pero que terminan con heridos de arma blanca, golpizas sanguinarias y hasta disparos de arma de fuego.
La situación no es nueva porque ha ocupado páginas de este semanario; es “eterna” como dicen los habitantes de este barrio, porque nadie parece tener alguna salida para ofrecerles.
El domingo a la tarde, la violencia duró una jornada laboral: ocho horas de grescas, peleas, disparos y destrozos. Los personajes centrales son los mismos que han sido nombrados en diversas oportunidades por los vecinos pero siempre “off the record” por el temor que se les tiene. Son “los Vargas”, jóvenes y no tanto de una familia cruzada por la delincuencia, el alcohol, y las armas, y “los Ferreira y Lezcano”, vecinos cercanos en los que se mezclan jóvenes menores de edad con características comunes.
Las ocho horas que mencionan los vecinos comenzaron a las dos de la tarde aproximadamente. Los comentarios indican que primero se enfrentaron dos hermanos –por una “novia” o por alguna cuestión pasional- y que poco después se mezclaron otros.
“Primero fue una batalla campal en lo de Vargas, con cuchillos, y casi mataron a dos pibes. Después la cosa siguió con los Ferreira y los Lezcano que se metieron… Eran como 15 que primero estaban en la esquina de Javier Rivero y Aulí tomando. De ahí se fueron para Ruffa, a pelear con los Vargas en la calle, todos reborrachos”, relató una vecina agregando que “aunque llamábamos a la policía recién aparecieron unos patrulleros como a las cuatro de la tarde, pero ellos se metieron adentro y al final no se llevaron a nadie”.
Tiroteo entre autos
La situación no mejoró cuando llegó la noche, porque pasadas las ocho los mismos jóvenes siguieron con el raid de violencia contra otras personas que serían -según los testimonios-, habitantes del barrio El Caserito.
“Por Ruffa pasaron dos autos, un Fiat 600 y un auto tipo rural, meta tirar tiros desde adentro. Yo cuando escuché los disparos salí descalza porque mi hijo estaba en la calle y los vi”, relató una vecina horrorizada.
“Parecía una película del lejano oeste. Pero no terminó ahí porque fuimos después a mirar y vimos al Fitito frente a la casa de los Lezcano. Los pibes de ahí lo dieron vuelta y rompieron todo a los golpes, era un vidrierío por todas partes… Cuando miramos para Aulí y Manuel Iglesias vimos que venía un hombre con un revólver en la mano, tirando tiros para los cuatro costados. Nos dijeron que era del barrio El Caserito y que era el que se había enfrentado por los Lezcano y que les disparaba a ellos, pero podría haber matado a cualquiera”, agregó la mujer.
Los testigos aseguran que a pesar de todas esas vivencias, tampoco la policía tomó cartas en el asunto. “Los patrulleros llegaron después que pasó todo otra vez, pero tampoco detuvieron a nadie. Los vecinos le gritaban a los policías “recién ahora vienen” y los insultaban. Con el auto no sabemos qué pasó porque a la mañana no estaba más y una de las hermanas estaba barriendo los vidrios de la calle…”
Los protagonistas de esta persecución digna de una película, portaban algunos escopetas y otros, revólveres. “Por milagro no mataron a nadie, pero no sabemos si no habrá algunos de ellos heridos”, explican los vecinos.
Las alternativas que evalúan no son muchas. Dicen estar cansados de la escasa o nula respuesta de la policía, y que tampoco en el municipio los escuchan porque “ya se hicieron reuniones y todo siguió igual”.
“No se puede vivir más. Una cosa es contarla y otra vivirla, simplemente estamos esperando que maten a una criatura inocente en estos tiroteos porque quizá así alguien reaccione. Los vecinos simplemente esperamos que estos hijos de puta asesinen a alguien más”, dicen.