De la intimidad al mundo, historias de quienes vencieron al dolor gracias al cannabis
Este viernes estarán en San Pedro Marcelo y Mariela Morante, los autores de “Sin dolor. Historias íntimas del cannabis medicinal”, en el que relatan casos de personas que lograron atravesar el padecimiento de enfermedades gracias al uso del aceite de marihuana. Relatos sampedrinos en primera persona.
Cannabis, marihuana, droga, feo, sucio y malo. Pareciera que el inconsciente colectivo hace ese recorrido. Sin embargo, de un tiempo a esta parte la visibilización del uso medicinal de lo que no es más que una de tantas plantas que crecen en la tierra, permitió avances significativos para dejar de estigmatizar, para vencer prejuicios y para permitir debates que son necesarios para el desarrollo nada menos que de la vida.
Luego de la aprobación por parte del Congreso de la ley que establece un marco regulatorio para la investigación médica y científica del uso medicinal, terapéutico y paliativo del cannabis y busca crear un programa nacional. Aunque no contempla el autocultivo, es un paso importantísimo en la lucha de quienes comenzaron la tarea de su legalización: madres que aliviaron el dolor de sus hijos gracias a las propiedades de esta planta.
Este viernes a las 19.00, en el Salón Dorado de la Municipalidad, estarán los autores del libro “Sin dolor. Historias íntimas del cannabis medicinal”, los doctores Marcelo y Mariela Morante.
En el libro aparecen testimonios de pacientes, otros médicos, investigadores, cultivadores, madres que dan cuentas de las propiedades medicinales del cannabis. Personas quepadecen enfermedades como cáncer, esclerosis múltiple, ELA, epilepsia, Parkinson, fibromalgia y autismo, entre otras.
Casos sampedrinos
En San Pedro también hay quienes lograron mejoras significativas en su padecimiento a partir del uso de aceite de cannabis.
En febrero, este semanario dio a conocer la historia de Joaquín, el primer niño sampedrino en ser tratado con el producto medicinal de la planta de marihuana.
A él le permitió aplacar las cerca de 200 convulsiones que sufría a diario producto de una epilepsia refractaria. En septiembre de 2016, la familia dio con la alternativa del cannabis para acabar con una lista interminable de medicamentos. Un mes más tarde, empezó a ser la solución para otro sampedrino. Se llama Juan. Quienes lo conocen de niño todavía le dicen Juani. Tiene 36 años y desde hace seis meses encontró alivio en el aceite de cannabis. Fue once años después de un accidente de tránsito que casi le costó la vida y le dejó dolorosas secuelas.
Hasta que llegó al aceite de cannabis tomaba 250 pastillas y hasta gotas de morfina para sobrellevar los dolores que sufría. Llegó a hacerse cuatro infiltraciones en menos de dos semanas. Pasaba hasta tres o cuatro días sin dormir. Hasta que dio con el Dr. Morante.
Enfrentar al dolor
En octubre de 2006, Juani tenía 25 años. Regresaba de Capital junto a su hijo de tres y la madre del niño. En el cruce de las Rutas 8 y 41, el auto de un joven y reconocido piloto de carreras oriundo de Arrecifes embistió de frente el Renault 18 en el que viajaba.
A Juani lo salvaron los bomberos. Tenía varias vértebras de su columna afectadas. “Explotaron, pero ninguna tocó la médula, si no la historia hubiese sido otra”, contó a La Opinión su madre. Once horas después de entrar al quirófano, Juani salió con una certeza: el dolor lo acompañaríasiempre. Años más tarde, volvió a someterse a una cirugía para que le sacaran la prótesis.
Fue Leticia, su madre, quien descubrió el aceite de cannabis. Leyó una nota en la revista dominical de un diario nacional, en la que el Dr. Morante hablaba sobre el tema. Lo llamó y pidió un turno para Juani.
Así, en octubre del año 2016 apareció en sus vidas el cannabis medicinal como alternativa para mitigar el sufrimiento en enfermedades que no responden a la medicina tradicional. “Juan se jugaba su última carta, y la verdad que yo tenía terror y sabía que si esto no funcionaba, él se iba a desmoronar”, reconoció su madre.
“Vos estás para este tratamiento”, le dijo a Juani el médico. Pocas semanas después, se sentía otro. Su hijo, ahora de 14 años, le contaba a su abuela los avances, que lo veía “diferente, que hablaba, que estaba mejor”.
Hoy la familia pide y lucha para que todos los que sufren dolencias intolerables puedan acceder al tratamiento. “Que se oficialice, que todos conozcan sus beneficios”, es el deseo de Leticia, que espera que los concejales locales trabajen en el tema.
Tras la aprobación de la ley, la lucha de quienes encontraron en el cannabis medicinal una esperanza es por el autocultivo para producir el aceite por sus propios medios. Por ahora, hay que importarlo y el costo no está al alcance de cualquiera.
“Con una planta de cannabis, Juan tendría para un año de medicación”, calculó su madre, que al igual que Nadia Oilher, la mamá de Joaquín, encontró en el aceite de cannabis una tregua para su hijo.