Ayelén Navarro, de un choque callejero a un síndrome que la mantiene en agonía
Una joven de 15 años permanece en estado crítico por las lesiones provocadas por el Síndrome de Steven Johnson, tras haber ingerido un anticonvulsivo recetado por sus médicos luego de haber sido operada de un hematoma que tenía en el cráneo a raíz de un accidente de tránsito que protagonizó junto a su novio el pasado 3 de julio.
El desenlace inesperado para Virginia Ayelén Navarro llegó cuando una sucesión de infortunios se ensañó con su pequeña humanidad. El pasado 3 de julio se dirigía a su domicilio junto a su novio, Leandro Villarruel, cuando chocaron con un patrullero. El accidente, que no fue reportado en el parte policial, tuvo consecuencias graves para la adolescente de 15 años.
Los policías que manejaban el rodado llamaron al servicio de emergencias para el traslado de las víctimas y se llevaron la moto sin que sea peritada. Más tarde, los dos agentes se presentaron para someterse al control de alcoholemia frente a las responsabilidades que les competen en un incidente de estas características.
Habían pasado las 23 hs. cuando Ayelén llegó al Hospital para ser evaluada. Horas después, los profesionales constataron la presencia de un coágulo de sangre en el cráneo que obligó a la derivación al Hospital Posadas, donde fue intervenida quirúrgicamente con éxito. A los tres días le dieron el alta y la medicación anticonvulsiva habitual para acompañar la recuperación.
Nadie imaginó que pocos días después comenzarían a surgir los primeros síntomas de una enfermedad poco conocida en el lenguaje común pero extremadamente grave para quienes la padecen por sus altos índices de mortalidad.
Cadenas de oración
El caso tomó repercusión pública el pasado viernes en horas del atardecer cuando el novio de la menor relató y compartió con sus amigos la historia que mantiene con riesgo de vida a Ayelén en el Sanatorio AMTA (Asociación Mutual del Transporte Automotor), ubicado entre las estaciones de Liniers y Ciudadela. De inmediato, La Opinión pudo corroborar lo sucedido y reconstruir la historia que hoy se publica y que circuló durante todo el fin de semana con cadenas de oración que pedían “un milagro para Ayelén”.
Al menos así lo describieron sus allegados y familiares en Sin Galera el pasado sábado, cuando albergaban la esperanza de una cura para una enfermedad de la que sólo pueden recuperarse unos pocos. Hasta ese día, sólo se conocía en la ciudad un caso de un menor que hoy tiene 14 años y pudo sobrevivir a la pesadilla de las secuelas que quemaron su piel por fuera y sus órganos por dentro. Luego apareció un caso más de una persona mayor que también logró sobrevivir a la enfermedad.
Así es este síndrome que lleva ese nombre que se compone de los dos apellidos de los médicos que en 1922 descubrieron su existencia.
Hasta ayer, Virgina Ayelén Navarro peleaba entre la vida y la muerte en una sala de terapia intensiva de ese centro asistencial que también posee una unidad de atención que se especializa en quemaduras. El último reporte señala que las lesiones que posee la paciente son tan extensas que requieren de su permanente cambio de posición para soportar las ampollas que cubren casi la totalidad de su piel. Las únicas esperanzas que albergan los profesionales sólo dependen de una remisión que el mismo organismo produce pero que en este caso creen poco probable.
Por qué se produce el Síndrome de Steven Johnson
Se trata de un rechazo severo a un medicamento que tanto puede ser este anticonvulsivo como un simple diclofenac o ibuprofeno. Sucede cuando el sistema inmunológico desconoce o no asimila una sustancia pensada para sanar el cuerpo y entiende que se lo está atacando. En esa lógica, el organismo intenta defenderse con todos sus recursos y termina provocando quemaduras internas en toda la mucosa que recubre los órganos, incluido el cerebro. Aparecen así las quemaduras sobre la piel que empieza a caerse en capas, las pestañas comienzan a invertirse apuntando al globo ocular y se afecta gravemente el sistema respiratorio.
Los síntomas iniciales varían pero una de las señales más claras es la urticaria generalizada. La suspensión inmediata del medicamento y la consulta al médico constituyen la única esperanza, ya que las reacciones pueden manifestarse a pocos minutos de la ingesta y hasta quince días después de suministrado el medicamento. Otras señales posibles son: fiebre alta, síntomas de resfrío, dolor en piel, rostro hinchado, herpes labial, ampollas en piel y membranas mucosas, lengua hinchada, sarpullido rojizo o purpúreo que se extiende, despellejamiento de la piel e Inflamación de párpados.
Palabras de mamá Marcela
Marcela Ramos y José Luis Navarro son padres de tres hijos. Ayelén “es la del medio”, dice la mamá. “Hoy hubo una junta médica y decidieron que esta noche (por la noche del martes) le aplicarían la primera” de las tres dosis de una vacuna que genera algunas esperanzas pero que también puede tener efectos adversos. “Si con la primera mejora, le ponen las otras dos”, sostuvo la mujer, que desde el martes 21 a la madrugada permanece en el sanatorio. “La médica de Osprera habló con la médica de Ayelén”, indicó.
La nena empezó con los primeros síntomas el viernes 17, el sábado comenzó con problemas de visión. “Le dijeron que era conjuntivitis y le dieron unas gotas”, contó la mamá. El sábado comenzó con dolores más intensos y el domingo aparecieron las primeras ampollas, “hasta en las palmas de las manos, por fuera y por dentro”.
En principio fueron derivados a la Clínica Adventista especialista en quemados ubicada en Belgrano, de allí se trasladaron de inmediato al lugar donde hoy permanecen en vigilia aguardando alguna mejoría. “La dan vuelta todo el tiempo, se le complicó el riñón y los pulmones. Del riñón se recuperó un poco y con el respirador aunque la ponen boca abajo puede oxigenarse pero está muy mal”, relató Marcela.
Enterada de la solidaridad de los sampedrinos, la mamá de Ayelén agradeció las cadenas de oración y aclaró que por el momento pueden seguir en Buenos Aires pero que en caso de necesitar ayuda las únicas personas autorizadas por la familia son Ruth Ramos y Laura Puig, su hermana y la madre del novio, respectivamente.