84 viviendas: Noelia e Isaías, la historia de una familia que soñó con el techo propio y ya no cree en falsas promesas
Lo más curioso es cómo le entregaron la llave de la casa, un dato que favorecerá a los preadjudicatarios ante la investigación judicial que instruye la Dra. María del Valle Viviani.
La tarde más lluviosa del mes trajo a La Opinión la voz de Isaías. Fue el último sorteado en aquella memorable jornada en Independencia. Él y Noelia se pusieron de novio cuando apenas tenían 17 años.
Son los de la fila de casas que está sobre la calle 58, las más atrasadas, las que no tienen ni marcos para las ventanas.
“Estoy esquivando las gotas que van cayendo, porque literal, les gota con el mismo óxido del hierro que tiene, mancha la ropa; te mancha el piso, por ejemplo, ya está manchado en los lugares particulares donde cae la gota siempre, ya está manchado”, esas palabras llegaron a La Opinión & Sin Galera el miércoles 13 de Marzo.
Claramente, los de “la última fila” reclamaban porque el móvil había estado en una casa de la primera. La casa de Franco, el hombre que por haber sido alumno de la escuela Industrial pudo armarse su propio tablero de luz con disyuntor aunque la Coopser insista con su negativa a respetar que quieren un medidor legalmente para pagar la energía que consumen.
Tres días después, el móvil de Sin Galera llegó a la casa de Isaías, allí esperaba Noelia porque se turnan. El trabaja como empleado en un comercio y ella lo reemplaza en ese inmueble en el que se ve un colchón en el piso, una reposera, una silla y algunos elementos que permiten sobrellevar el tiempo.
La historia comenzó el día en que se enteraron que había una convocatoria para anotarse en un plan de viviendas. Cumplían los requisitos, aguardaron el tiempo necesario para las observaciones y cuando ya habían comenzado a construirse las casas volvieron a soñar. La edad que tienen hoy es mucho menor a los tiempos de Depietri, Indalar, el proyecto del puerto privado, los reclamos de Arcor. Nunca habían oído nada al respecto.
Cuando se vieron en el listado de los más de 700 seleccionados, ya tenían a sus hijos en la escuela. El día del sorteo ya estaban desahuciados cuando el locutor le entregó a la escribana el último apellido. Eran ellos.
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“Todos los tiros que dieron cosas siempre arrancaban por la primera manzana y ya ahí había rumores de que no había para todos. Por ejemplo, cuando empezaron a entregar las cosas al baño arrancaron por la primera manzana con el rumor que de algún lado salió de que no había para todas las casas. Entonces todo lo de la última y la anteúltima iban corriendo a querer recibir algo porque 'por lo menos voy y me agarro un inodoro, por lo menos voy y me agarro una ganilla, una platita menos”, no?", así dijo que razonaban y que era preocupante que además de todas las mentiras de las que fueron víctimas se pretenda enfrentar a los vecinos.
Esa es una de las grandes preocupaciones: la convivencia. Por eso Noelia aclara que “nos ayudamos entre todos” y que sabe que los responsables son los que cobraron y no hicieron las obras.
“A nosotros no nos va a hacer la diferencia que nos den unas hojas porque no tenemos marco de ventanas, no tenemos nada. Pero por lo menos sí psicológicamente nos explicaran estaríamos más tranquilos”.
Noelia está sorprendida porque desde hace muchos días no llega nadie del municipio ni tienen noticias oficiales sobre quienes se harán responsables de todo lo que falta. Cuenta que invertir en terminar es una de sus posibilidades pero que también teme que algún día le reclamen algo.
Uno de los detalles más importantes y que la justicia debería tener en cuenta es cómo le entregaron las llaves de su casa. Vale la pena escucharla.
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