Viky en el recuerdo de familiares y amigos
El domingo se cumplieron doce años de la trágica muerte de Virginia González, la joven atropellada por un auto que circulaba sin control cuando embistió el puesto rodante donde vendía panchos.
Aún hoy en los tiempos que corren, cuando la familia de Giuliana y Miguel, en Baradero, aguardan con esperanzas que prontamente se haga justicia por la muerte de sus hijos; que la “Hiena” Barrios quede tras las rejas por haber atropellado y matado a Yamila González en Mar del Plata; o que la familia de Juan José Gamarra pueda entender la absurda muerte de quien fuera impactado por una camioneta en la esquina de Pellegrini y Urraco en noviembre pasado, existen infinidades de casos por los que también se aguarda una resolución judicial ejemplificadora.
Nuestra ciudad jamás olvidará lo ocurrido el 6 de febrero de 1999, uno de los siniestros más terribles que se han vivido en las calles del centro difícil de superar en cuanto a su gravedad y características, donde aun hoy sus familiares y amigos aguardan que algún día también haya justicia, como corresponde.
Increíblemente, la muerte de Virginia González (26 años) debería haber sido un escarmiento para quienes conducen y para quienes toman decisiones, pero con el paso de los años muy poco se ha modificado y el riesgo callejero está latente, aunque también es bueno destacara que la imprudencia se impone ante cada medida preventiva.
Viky, como la apodaban sus seres queridos, se hallaba sentada al lado de su novio Marcelo Diamante en la esquina de 25 de Mayo y Balcarce, cobrando los panchos que él cocinaba en el famoso carrito del centro, y donde también se hallaba Claudio Fasce, un ocasional cliente. Los tres fueron impactados por un Peugeot 504 que guiaba Pablo Pascual. En realidad este vehículo fue colisionado por un Alfa Romeo que conducía Facundo Musante a alta velocidad por el centro de la ciudad, el Peugeot salió descontrolado y terminó chocando contra todo lo que encontró a su paso.
La colisión fue de tal magnitud que las personas sufrieron graves consecuencias, y la peor parte la llevó Virginia González, quien a las pocas horas dejó de existir en la guardia del Hospital.
Familiares y amigos la recuerdan hoy como se lo merece… además de tener que entender que en un hecho absurdo como tal se apagó una vida joven, llena de proyectos y futuro.