Un hombre mató a su hijastro y se suicidó
Las primeras horas del viernes en el Barrio San Roque fueron de gran confusión y conmoción. Alrededor de las cuatro de la mañana un hombre de 43 años ingresó a la vivienda del hijo de su concubina y le disparó con una escopeta. Luego al ver el resultado se quitó la vida con un disparo en la boca. Los medios nacionales le dieron gran repercusión al caso ante la información policial que indicó que el hecho se habría desencadenado por la inducción a las drogas que la víctima habría generado con el hijo de quien luego se suicidó.
Dos personas muertas, mucho dolor y una gran cantidad de trascendidos que sólo se quedan en eso y que a pesar de tratarse de un caso cerrado deberían preocupar a las autoridades policiales y a quienes deben estar cerca de los problemas sociales que se esconden en algunos barrios.
Inocencio Jesús Soto, de 43 años, fue quien en la madrugada del viernes, aparentemente después de haber estado en un bar en donde habría comentado su mal trance, tomó la escopeta calibre 16 de dos caños y con ella la decisión de ir a la casa de Emilio Andrés León, de 21 años, hijo de quien hasta hace 10 días atrás era su pareja.
Soto vivía en Dávila al 800, a media cuadra de la casa de su víctima. Caminó hasta allí y en circunstancias no muy claras (hay varias versiones) descerrajó un disparo sobre León, quien vivía en el lugar junto con su hermano. Luego, desesperado, se dirigió a su vivienda donde tomó la decisión de acabar con su vida.
Inocencio Soto, ex jugador de equipos de fútbol locales y de las selecciones sampedrinas, ingresó al Hospital ya sin vida y presentaba un disparo con orificio de entrada en la boca y de salida en la cabeza. Fue la hermana de León quien escuchó el segundo de estos disparos. Al ingresar a la vivienda de Soto se encontró con el triste espectáculo y rápidamente dio aviso al Hospital.
León fue trasladado con vida, aunque con un estado gravísimo y fue su pareja la que llamó para que lo llevaran al Hospital. Allí después de algunas horas en coma 4, falleció. Los restos de los dos protagonistas de este caso fueron velados cada uno en una empresa diferente pero los sepelios de ambos coincidieron a las 9 de la mañana del sábado.
“Algo iba a suceder”
Los vecinos del lugar aseguran que todos vivían atemorizados por el modo de vida de “los León” quienes contaban y cuentan con antecedentes por diferentes hechos policiales. Una vecina que pidió expresamente que no se revelara su identidad, comentó que le robaban herramientas a Soto. A partir de la larga relación que este mantuvo con la madre de estos hermanos, Soto, según comentó esta vecina, intentó en varias oportunidades “enderezar” a estos jóvenes, pero sin obtener resultados. Esto motivaba que tuviera varias discusiones, con su pareja, quien, aparentemente, los apañaba.
Inocencio Jesús Soto, más conocido como “Tito”, era muy recordado por los sampedrinos ya que durante varios años se desempeñó como jugador de fútbol, principalmente por vestir durante varios años la camiseta del Club Atlético Banfield.
Sin embargo, también la hermana del joven fallecido quiso aclarar que era mentira los comentarios de los vecinos: “Mi hermano no tenía ningún problema, no discutía con Soto y cuando fue asesinado venía de trabajar. Trabajaba en Prear”, dijo, muy nerviosa, en diálogo telefónico con La Opinión.
Otra de las versiones que surgieron de boca de los vecinos, y que sigue siendo extraoficial, es que Soto se habría enfurecido al enterarse que León había iniciado a su hijo de 14 años en las drogas, lo que le habría llevado a tomar esta trágica decisión.
De esta versión se hicieron eco los medios nacionales como Clarín, La Nación, Infobae, Radio 10, Radio Del Plata y Crónica TV que brindó una importante cobertura con relatos de familiares y amigos de “Tito”.
Las consecuencias del drama son irrecuperables, pero queda la oportunidad de indagar un poco más en quienes, cercanos a este episodio, aún están a tiempo de salir de un contexto en el que otro momento así, siempre puede repetirse.