#SampedrinosPorElMundo Los Pivarc, una familia en cuarentena distribuida entre España, Costa Rica y Argentina
Juan José quedó solo en Málaga porque su esposa regresó al país, donde tienen en común dos hijas en Capital Federal y otra en San Pedro, y no pudo volver porque se cerraron las fronteras en el marco del aislamiento impuesto en ambas naciones para evitar la propagación del coronavirus. Mientras tanto, el otro hijo de la pareja, Juan Ignacio, vive desde el 2018 en América Central. "Somos una familia muy compañera y unida", destacó el padre del clan en diálogo con La Opinión a pesar de la distancia que en la actualidad acorta la tecnología.
La numerosa familia Pivarc es sampedrina pero desde hace un tiempo está distribuida en tres países: en España vive Juan José con su esposa; en Costa Rica su hijo Juan Ignacio; y en Argentina tres hijas del matrimonio, una en San Pedro y dos en Capital Federal. Ninguno escapa a la pandemia que atraviesa el mundo y cada uno vive la cuarentena en la zona del globo terráqueo en la que está con diferentes normas y restricciones, tal contaron a La Opinión.
Juan José, de 67 años, está transitoriamente solo en Málaga porque su "señora", como la definió, volvió a su tierra de origen y no pudo regresar porque se cerraron las fronteras. Más allá de eso y de las distancias que separan a cada integrante del clan, destacó que están juntos: "Somos una familia muy compañera y unida". Y sobre su aventura en Europa, detalló: "Estoy en un pueblo llamado Vélez, a 30 kilómetros de Málaga. La decisión estuvo relacionada al espíritu aventurero, de querer descubrir y conocer cómo es vivir como inmigrantes. Acá encontramos calidad de vida a como estábamos en ese momento en Argentina y vinimos a probar un tiempo, con la idea de volver en algún momento y de reunirnos allá con hijos nietos, pero aun no es el momento".
Apenas llegó a Europa hace siete años, Juan José y su esposa estuvieron en Almería hasta que conocieron Málaga, los atrajo, se mudaron y están confinamiento en esa localidad: "Nos gustaron la vegetación, los paisajes y las montañas, acá todo es lindo y se disfruta. Vélez es una localidad de 80 mil habitantes con pocos casos de coronavirus (N. de R.: en el país ibérico al 22 de abril se registraron más de 200 mil casos positivos y alrededor de 21 mil muertos). Si bien el hospital de acá abarca una región y hay gente internada, hay pocos. De todos modos estamos atentos, nos cuidamos mucho, todos con barbijos y guantes. Es una incógnita con incertidumbre de cuando terminara todo esto, no se ve una merma como para decir esto se va a terminar pronto y muchos dicen que esto seguirá para la próxima temporada de verano española (N. de R.: entre junio y septiembre). Aquí hay mucho turismo y hay muchas dudas, se notará una crisis grande".
Por último, Juan José explicó que actualmente, tras desempeñarse en la compra y venta de autos particulares, tiene un "negocio de venta de productos tipo minimercado" en el que continúa trabajando porque está "autorizado".
El único hijo varón de Juan José se llama Juan Ignacio, tiene 29 años y está en Costa Rica junto a su novia desde octubre de 2018 cuando, tras mudarse a los 13 de San Pedro a San Fernando en el norte del Gran Buenos Aires, le llegó con una propuesta de trabajo de la agencia de publicidad internacional en la que se desempeñaba y tenía una posición vacante en la sede de la nación centroamericana. "Me vine para acá y estuve el primer año en la zona de Heredia en San Antonio de Belén donde vivía entre medio del valle central entre montañas. Después salió una oportunidad de un crecimiento laboral en una cadena boutique de hotel que se llama Greentik Hotel y estoy trabajando desde noviembre de 2019. Eso hizo que me mudara a Manuel Antonio, que es en Punta Arena en pleno Pacífico Central, al lado de la playa. Acá trabajo de gerente mercader y ventas para el grupo.
En Costa Rica se registraron hasta el momento casi 700 casos positivos de COVID-19 y fallecieron seis personas. Juan Ignacio admitió que a la pandemia la "veían venir" por cómo bajaron "las ventas" en el turismo al conocerse "los primeros casos en Europa": "Acá hubo un caso el 1 de marzo y el 3 de marzo el gobierno decidió cerrar las fronteras. Creo que el país reacciono rápido y tomó muchas medidas, cada vez más estrictas. Hay restricciones vehiculares como por ejemplo que una persona sola viaje en coche y que los buses internos tenían límite de personas. Así se fue progresivamente avanzando hasta que se cerraron playas y parques nacionales".
El sampedrino explicó que allá "no hay ejercito ni Gendarmería" como tampoco "existe en la constitución la idea de un toque de queda". Por eso, "las medidas que fueron tomando apelan mucho a la sensibilidad social" y las restricciones las regula la Policía "que es como una guardia urbana" porque "no está ni armada". "El acatamiento es muy grande, el gobierno se esforzó mucho porque su capacidad de camas estaba en un 80 por ciento. El sistema de salud es público y es muy bueno, pero ya se notaba con el crecimiento poblacional que no daba abasto y creo que reaccionaron bien. Se armaron tiendas hospitalarias al lado de los hospitales principales", añadió.
Sobre su trabajo, contó que "el equipo de los cuatro hoteles" cerró temporalmente "ante la falta de llegada de turismo internacional" y está "esperando qué pasa". El turismo ocupa al 18% de la población costarricense y representa el 5% del PBI. Por ello, sostuvo que "es un golpe muy grande" a la economía aunque se tomaron medidas: "El gobierno sacó un plan que se llama Proteger y ayuda con 50 a 250 dólares por persona depende si fue despedido, suspendido, jornada reducida y de otras causas, intentando paliar la situación. No hay una perspectiva que todo se reactive pronto, como en todo el mundo. El país está calmo, no hay casi fabricas porque viven de cuidar el medio ambiente, se incentiva el teletrabajo tipo Amazon y hay una economía que va moviéndose pero nada se equipara al turismo".
Por último, Juan Ignacio relató que con su pareja están "bien" y son "afortunados" porque están vivienda en uno de los hoteles frente al mar el cual está "cerrado" y pueden usar sus instalaciones. Y cerró: "En San Pedro tengo muchos amigos, de hecho siempre vuelvo. Aun no tenemos hijos, estamos enfocados en el pura vida como dicen acá y ganas de viajar un poco más antes de pensar en formar una familia. La vida es tranquila, se duerme con la puerta abierta, la gente es humilde y muy amable. Estamos rodeados de monos que nos visitan mucho. La mayor parte del año hace muy buen tiempo, la temporada baja es en septiembre y octubre que baja a casi cero pero el resto del año se trabaja bien".