Rompan todo
Un centenar de jóvenes se manifestó en la madrugada del Domingo frente a la Municipalidad contra la ordenanza que dispone las 4.30 como hora tope de la diversión nocturna. La protesta, organizada con antelación y apoyada por los boliches, terminó con vidrios rotos del Palacio Municipal, piedrazos y balas de goma. Sospechan también de la participación de dirigentes políticos.
Desde que empezó a discutirse la nocturnidad y el proyecto de tope horario para el funcionamiento de boliches y bares, muchas posiciones se encontraron al respecto. Desde las primeras reuniones en la Municipalidad para exigir a las autoridades alguna acción tendiente a solucionar el problema de la inseguridad —reuniones con fuerte sesgo discriminatorio, donde el eje excluidos / integrados mostró su lado más oscuro— hasta las propuestas de movilización contra la decisión unánime del Concejo Deliberante de cerrar las puertas de los locales de diversión nocturna a las 5.30 de la mañana en verano y una hora antes en invierno.
En la madrugada del Domingo, la movilización de los jóvenes descontentos con la medida tomó cuerpo. Durante la semana en la calle y el Sábado a la noche en los boliches había volantes y afiches que invitaban a protestar frente al Palacio Municipal a partir de las 4.30, cuando todo ya estuviera cerrado.
A la hora estipulada, y tras la arenga de DJs de reconocidos boliches bailables, unos 150 jóvenes se dieron cita frente a las puertas del edificio municipal. Lo que empezó como una sentada pacífica, con música a volumen alto emanando desde algunos autos y entre rugir de motos, terminó con vidrios rotos, piedrazos a policías y balas de goma.
Varias versiones dan cuenta de lo sucedido. La más instalada es que unos pocos habrían iniciado los desmanes y que no pertenecerían a los que se agruparon en el lugar en un primer momento. Nada asegura que esa versión, legitimada, sea la más verosímil. Varios son los que señalan al menos dos dirigentes de partidos políticos como instigadores de “la movida”.
No hubo heridos ni detenidos, pero la policía comenzó a actuar de oficio para determinar cómo se gestó, quienes fueron los impulsores y quienes agitaron para que todo terminara desbordado.
Según el Capitán Pedro Biain, hay jóvenes identificados y algunos vehículos registrados como los que efectuaron maniobras intimidatorias, que serían sancionados.
El atroz encanto de la hipocresía
En el “Rompan todo” de 1965, los valores a defender en las calles se ceñían a la usual característica del “ser joven”. Rebelarse contra lo establecido es una condición intrínseca para cualquiera que pretenda comenzar a convertirse en adulto ciudadano. La precariedad de la protesta se mide por sus objetivos y este es el lamentable caso de lo sucedido en San Pedro. Ver que la VIOLENCIA no es patrimonio exclusivo de quienes son señalados como los victimarios, sino de aquellos que por capricho o falta de convicciones abonan a su propia depreciación como humanos que requieren de contención y orientación de sus padres para entender que la buena diversión también pasa por cambiar las cosas de raíz, sobre todo, aquellas que los condenan a un país en el que no tienen espacios para desarrollarse en torno a una cultura que los transforme en militantes de un país mejor donde la noche sea tan sólo una parte de la lógica diversión y no de esa aplastante costumbre de buscar con el alcohol y el “caretismo” lo que no se obtiene por mérito propio. Los adultos tenemos demasiado para pensar cuando la única actitud visible es la HIPOCRESÍA: pedir que la autoridad se haga cargo de nuestros hijos y quejarnos cuando lo hace. Las expresiones violentas no siempre se perciben arma en mano, sino en episodios que se suman al desmembramiento de las ideas y convicciones que podríamos transmitir todos aquellos que por “resignados” a lo establecido de manera egoísta, seguimos poniendo rejas en vez de abrir ventanas para exigir o gritar que nuestros hijos están para mucho más que una sentada pidiendo por una hora más de desencanto callejero. Las piedras al Concejo Deliberante tienen varios significados, puesto que allí están nuestros representantes: LOS QUE ELEGIMOS SIN ELEGIR.
Sería muy saludable saber quiénes instigaron la protesta que defiende el bolsillo de unos pocos y opaca la vida de la mayoría. Es más, sería sumamente saludable para todos que en la próxima convocatoria, que ya circula por cadena de e-mails para el próximo fin de semana, los padres acompañen a sus hijos en esta contradictoria conducta que comenzó con la violación de una ley preexistente: la presencia de menores en los boliches y pubs donde se expenden bebidas
alcohólicas.
Bienvenidos sean aquellos que protestan por una causa justa sin haber violado la normativa que en una democracia es la única garantía de convivencia en sociedad.
Movete, chiquito
Las movilizaciones son el eje de la democracia desde que la era de masas —esa que se definió como el ingreso de vastos sectores ampliados al universo de lo público— comenzó en el mundo. Por eso, que los jóvenes se reúnan en la calle a debatir lo que no consideran justo y a expresarse en ese sentido es, en principio, valorable.
Las preguntas comienzan cuando se observa el tenor de lo que se debate. Por un lado, los mismos que participaron en las reuniones pidiendo cordones policiales que impidieran cruzar a “los otros” para el lado de “los nosotros”, al recibir como respuesta a sus demandas una ordenanza que regula la actividad nocturna —posibilitando, tal vez, mejorar las condiciones de desarrollo de la noche a través de una vigilancia más ordenada en la franja horaria dispuesta— animan una movilización que, hay que decirlo, tuvo una convocatoria importante para los números que manejan las reuniones ciudadanas para debatir temas en el espacio público, pero que es mínima en relación a la cantidad de personas que frecuentan la noche sampedrina.
Los boliches, que contribuyeron a la protesta, tienen un interés que trasciende la demanda que parece reclaman los jóvenes. Su “lucha” es más por los intereses comerciales de su actividad —lastimados por la readecuación de los horarios de salida— que por los derechos civiles de los habitantes de la ciudad.
Lo extraño es que, habiendo tantos temas que tocan de lleno a las juventudes locales y sus distintas expresiones culturales, sociales, educativas, económicas, entre otras, la movilización se reduzca a reclamar por algunas horas más de diversión.