Remar el privilegio de elegir
Febrero fue el mes de los grandes festivales en Baradero, que arrancó con tres jornadas de rock de primer nivel en lo que se constituyó como el evento más importante del género en la Provincia. Luego siguió el show internacional de Maluma, que pese a no contar con publicidad en ciudades como Rosario y Capital Federal, supo tener un buen marco de público, que en excelente número costeó una entrada vip de entre 900 y 1800 pesos por ver el espectáculo del colombiano que se demoró casi dos horas en subir al escenario.
Después, el Festival Tradicional dio a Baradero cuatro noches con más de 15 artistas por día sobre las tablas del Abel Figueroa en el anfiteatro municipal: desde aquellos desconocidos y no tanto que habían ganado el prefestival hasta los artistas más convocantes de la escena nacional. El chaqueño el jueves, Los Palmeras el viernes, La Sole el sábado y Abel Pintos el domingo colmaron el Pedro Carossi hasta el límite.
En San Pedro, con menos recursos y algunas trabas, no faltaron propuestas. Luego de Ruido Chancho, el primer festival independiente de Chancho Discos, y de que la banda de punk DTLP grabara su disco en vivo en la Cooperativa Las Canaletas, llegó el rock más pesado al histórico paraje de Obligado este sábado 18.
La previa tuvo a Nico Aulet el viernes en la puerta de Paso a Paso cantando hasta que la lluvia corrió al músico y a los comensales al calor del interior de la pizzería que fue cuna del Vuelta de Obligado Rock, con el “Pela” Suárez detrás del mostrador. Pese al inminente mal tiempo, esa noche el escenario ya había sido armado en la plaza de la localidad.
Bandas de todo el norte bonaerense llegaron con la promesa de tocar cuarenta minutos, desde la primera hasta la última formación, en lo que sería un festival con más de 12 horas de música en vivo. La distancia, al menos, frenó a gran parte de los espectadores, aunque las bandas y los conocidos no faltaron. La grilla se retrasó hasta las 17.00, después mejoró el tiempo y no hubo que preocuparse por la lluvia.
El festival fue lo que prometió para quienes eligieron acercarse: fue una fiesta del rock. Aunque el público pareció poco al principio, Suárez relató a La Opinión que superó sus expectativas. “A la madrugada teníamos cerca de 400 personas en la plaza, Hugo Borda no lo podía creer”, dijo entusiasmado. En plena noche, aunque la empresa de transporte Vercelli no respondió el pedido de más frecuencia para la línea que une la localidad con San Pedro, llegaron micros y combis de gente “a bancar”, acompañados con agrupaciones de motos que viajaron desde Burzaco sumadas a las locales. Ambulancia, policía, baños quími
os y hasta un centro de hidratación “para los chicos del pogo” hicieron que además de “fluir” fuera una noche tranquila en un festival familiar.
“Metan pata que hay función en otro antro/ y a remar el privilegio de elegir”, dice la canción con la que Aulet cerró el viernes algunas horas antes cuando el clima puso en duda el Vuelta de Obligado. La convocatoria no define un producto cultural, pero habla de un síntoma de quienes consumen espectáculos en la ciudad. Los que añoran la vuelta de grandes festivales con figuras conocidas siguen; quienes intentan emerger, también.
El domingo, la Dirección de Cultura en el Vía Crucis montó otra edición del Escenario Abierto con Fruson, Invade, Rocío Guilmen, Neandertalis de Garage y Cayen al Duende, en el mismo lugar donde un día antes un puñado de adolescentes rapeaba con nada más que un micrófono, rodeados de decenas de personas que todos los fines de semana acompañan las batallas de freestyle. Ese mismo sábado, Majo Lanús y los Viajantes terminaban de rodar el video de “Fotogénica”, la canción que ganó el Concurso Video Clip, y más tarde a la noche se presentaban los sampedrinos radicados en Capital Federal de Telesistema con la banda Mañana mi coche explotará, antes de la clausura del bar Viento Sur por falta de REBA.