Probation para Alan Ocampo por falsificación de firmas
La denuncia efectuada en su momento, tanto en el ámbito judicial como en el educativo, causó efecto, y ahora, el docente que protagonizó el escandaloso caso fue sentenciado y deberá cumplir tareas comunitarias.
La Copa Coca Cola no era más que una experiencia deportiva con escasas perspectivas de progreso, pero algunos se lo tomaron en serio y fueron mucho más allá de lo que daba apenas una promoción comercial y prácticamente pusieron en juego la credibilidad y confianza ganada en todos estos años y en distintos ámbitos. A cambio de nada o sólo para salir en “la foto”.
Alan Ocampo, docente responsable del grupo, quien además cumplía un rol preponderante en el Partido Socialista de la ciudad, en el que llegó a cargos locales y provinciales y hasta fue candidato a Intendente, quedó imputado en el caso como el autor material de un delito que desde el punto de vista social es quizás más grave que desde el judicial, ya que abusó de la confianza de sus superiores para sacar ventajas deportivas en el certamen comercial.
Culminada la etapa de instrucción a cargo de la Fiscalía N° 7 de la Dra. Ates, el docente, quien era el Director Técnico del equipo de fútbol de la Escuela N° 6 de Gobernador Castro, terminó reconociendo el delito por el que se lo acusaba. Por esta cuestión las partes involucradas firmaron una Probation luego de que se comprobara que Ocampo había falsificado la firma de la Directora del establecimiento educativo para que los alumnos pudieran jugar.
El sistema condenatorio aprobado es una suspensión del juicio que se aplica a quienes cometen delitos leves y que no tienen antecedentes penales, a cambio de cumplir con determinadas reglas de conducta fijadas por un Juez. Es decir que Ocampo deberá realizar una tarea social determinada, previo acuerdo con la Justicia.
La Copa Coca Cola es una competencia de fútbol de la que toman parte equipos de todo el país. En este caso se había conformado un equipo integrado por alumnos de la Escuela Nº 6 de Gobernador Castro y todo marchaba por sus carriles normales, pero como dice el dicho, “la mentira tiene patas cortas”.
La ilusión de los chicos era mucha y la ambición de los grandes también. Hubo recibimientos y caravanas en la localidad, pero a medida que el equipo ganaba e iba superando etapas, debía incrementar los viajes y cantidad de partidos. Todo salió a la luz cuando la escuela no autorizó el viaje de los alumnos a disputar la ronda final ya que no había garantías legales en el ámbito educativo que enmarcaran el caso. Allí aparecieron las dudas cuando se advirtió que los chicos ya habían jugado varios partidos sin la anuencia de las autoridades, pero en verdad alguien los había autorizado. Es decir que había sido falsificada la firma de la Directora para las autorizaciones.
En este contexto, la participación del equipo en la Copa Coca Cola se cortó abruptamente y, otra vez, el protagonismo de los grandes superó al de los niños, que quizás muy poco entendieron de lo que sucedió, pero quedaron envueltos en una situación con pocos precedentes, pero lamentablemente habitual en este tipo de ámbitos como el del fútbol infantil.