Ofrece un candado a sus clientes para evitar robos de bicicleta
La tienda ubicada en Mitre y Alvarado decidió colocar un cartel para avisar a sus clientes sobre el continuo robo de bicicletas y hasta les ofrece un candado. La propietaria confirmó que en una semana robaron seis, y por eso decidió alertar a las personas que se acercan a su local. Los ladrones son menores de edad y conocidos en el barrio, que actúan con total impunidad ante los indignados vecinos.
“Por favor! ate su bicicleta, pida candado aquí” reza un cartel colocado en la puerta de una tienda sampedrina que abrió sus puertas en el local de la esquina de Mitre y Alvarado hace algunos meses y desde entonces, no para de contar robos de este tipo de rodados.
La propietaria de Chicco, el comercio en cuestión, confirmó que la idea surgió hace unos 20 días, después de una semana fatídica. En ese lapso, robaron seis bicicletas a diferentes clientes que se encontraban comprando.
“Nosotros los vemos, los conocemos”, dicen esta mujer y sus empleadas sobre los ladrones. Son un grupo de unos cinco chicos que tienen entre 10 y 15 años, y que deambulan diariamente por la calle Mitre “mirando” los locales para ver qué pueden robar.
Esta comerciante explica que en varias oportunidades estos mismos chicos le sustrajeron prendas de la vidriera. La modalidad que utilizan es introducir un alambre por las hendijas que quedan entre los blindex, tirar de la prenda y extraerla por el mismo reducido espacio. “Al otro día, pasan y me gritan: gracias por los calzoncillos, mirá que bien me quedan las medias que me llevé anoche”, dice indignada la damnificada. “La otra vez me dejaron el alambre enterrado en el macetero de la calle como para burlarse”, agrega.
La impunidad con la que se manejan estos chicos resulta indignante pero no increíble porque la misma policía parece haber bajado los brazos contra estos ladrones de poca monta y no ofrece ninguna solución a los comerciantes y vecinos que los ven todos los días. “A nosotros nos dijeron los propios policías que sabían adonde llevan las bicicletas pero que no pueden hacer nada. Por qué no pueden hacer nada? No te dicen”, comenta.
“Mecheras” de 5 años
Entre las historias de robos que comenta esta comerciante, hay una que despierta su furia al recordarla. Ocurrió en el anterior local que ocupaba la tienda, y las ladronas son una mujer y su hija, de unos cuatro a cinco años.
Ambas le sustrajeron unos $ 300 utilizando una modalidad bastante particular. La niña fue la que comenzó a decirle a su mamá, casi llorando, que necesitaba ir al baño. Ante esta situación, la comerciante la invitó a pasar y le indicó el sanitario sin sospechar nada. Pero la nena aprovechó la ocasión para abrir la cartera de la mujer –que se encontraba en la trastienda del local- y le sustrajo el dinero. Recién después de que la menor y su madre se habían marchado, la víctima descubrió que había sido engañada. “Son excelentes actrices y encima no se les puede hacer nada”, dice. Es que luego de realizar la denuncia, la policía interceptó a las ladronas cuando se disponían a tomar un colectivo para marcharse a la localidad de Río Tala, donde viven. Y aunque encontraron escondida en la ropa interior de la niña el dinero, no pudieron detenerlas porque la madre explicó que siempre colocaba el efectivo en la ropa de la niña para evitar que la robaran. “Me dijeron que dejara todo así porque me podían denunciar ellas a mí”, sintetiza con respecto a la respuesta policial.
Meses después, y ya en el local que ahora ocupa, la gente de Chicco recibió nuevamente a la joven madre y su hija pero esta vez no pudieron llevarse nada. “La chiquita me miraba fijo, y me reconoció”.
Cuando salió le dijo a la madre: “¿te diste cuenta quién era esa negra?”, frase que acompañó con toda una serie de malas palabras.
Hay más para contar. En el mismo comercio, hace poco una pareja intentó perpetrar un asalto pero desistió de hacerlo aparentemente por la cantidad de gente que se encontraba en ese momento junto a la propietaria. El hombre y la mujer dijeron ser hermanos que tenían internada a su madre y por eso buscaban pijamas, pantuflas y otras prendas.
De repente, el sujeto habló por su celular diciendo algo así como “no se va a poder” y en forma intempestiva se marchó con la mujer sin comprar nada. Después, le confirmaron a la comerciante que era un peligroso ladrón que había asaltado otros comercios y que llevaba entre sus ropas un arma de fuego.