Obligan a la Municipalidad a controlar que un bar no funcione como boliche
Un Juzgado de San Nicolás otorgó una medida cautelar a un vecino de un local nocturno habilitado como bar pero que siempre funcionó como boliche bailable, con música a alto volumen y hasta altas horas de la madrugada. Desde el verano, es uno de los más concurridos de la noche sampedrina. En diciembre, Giovanettoni había ordenado su clausura por cortar la calle.
Tras años de soportar ruidos molestos, un vecino de Mitre al 400 logró que un Juzgado de San Nicolás emita un fallo que, si la Municipalidad lo cumple como corresponde, le permitirá por fin dormir plácidamente los fines de semana, ya que uno de los locales bailables más concurridos de la ciudad deberá adecuar su funcionamiento a lo que manda la habilitación tramitada y operar como bar.
El Tribunal de Trabajo N° 2, integrado por los jueces Jesús María Pini, Paula Andrea Capucchio y Walter Quadranti resolvieron dictar una medida cautelar contra el titular del local nocturno Dubai, ubicado en Mitre y Arnaldo, que deberá funcionar como bar y no como boliche, tal como lo viene haciendo hasta ahora, a pesar de contar como habilitación sólo para lo primero.
El propietario fue intimado a cumplir la orden judicial y la Municipalidad emplazada a ejercer control riguroso de lo que dispuso la Justicia, por lo que hasta ahora deberá bajar el volumen, evitar que la gente baile y trabajar sólo como lo que es: un lugar de expendio de comidas y bebidas; un bar.
Un viejo reclamo
En la esquina de Mitre y Arnaldo abrió hace algunos años un local de venta de bebidas alcohólicas, que de a poco fue ganando espacio y expandiendo su rubro. El “drink shop” original fue pionero de lo que hoy hacen otros negocios similares sin que nadie los controle y violando toda reglamentación vigente: delivery de bebidas alcohólicas hasta altas horas de la madrugada, sobre todo los fines de semana, a pesar de que la ley establece que a partir de las 9.00 de la noche está prohibido.
El éxito de la venta de bebidas hizo que comenzaran a disponer mesas hasta que decidieron alquilar la vivienda lindera y abrir un resto bar que rápidamente creció para convertirse en un boliche. Tal fue el crecimiento, que los dueños se fueron a un local más grande. Como la esquina ya tenía su fama, otros continuaron con el negocio ya montado.
Desde que sonó el primer acorde de música a alto volumen, el vecino de enfrente, Federico Morreti Arriola, comenzó una cruzada para evitar que sus paredes temblaran cada fin de semana hasta bien entrada la madrugada. Su disputa con los diversos titulares del comercio y sus quejas en la Municipalidad terminaron en la Justicia, que le dio la razón.
El fallo judicial
Los jueces dictaron la medida en el expediente 14991 durante una audiencia celebrada en San Nicolás de la que estuvieron citados el propio Moretti Arriola, su abogado el Dr. Daniel Spirópulos, y las autoridades municipales Raúl Manchone, Director de Seguridad, Tránsito y Nocturnidad, y José Ignacio Macchia, Director de Asesoría Letrada.
En representación del municipio informaron allí que el local contra el que comenzó el amparo había cambiado. El titular dejó de ser Simón Chediak y es Mauricio Barceló. Según consta en la documentación presentada, el comercio se encuentra habilitado como “servicio de expendio de comidas y bebidas en establecimiento con servicio de mesa y/o mostrador, léase Bar”.
La medida cautelar dictada establece intimar a Barceló a “adecuar estrictamente el funcionamiento del local sito en calle Mitre 506, esquina Arnaldo, de la ciudad de San Pedro, en todos los aspectos que atañen al mismo, a lo establecido por la normativa municipal de acuerdo a la actividad principal para la que fue habilitado, es decir a la de bar”.
Ello significa que no puede haber música a un volumen que supere lo considerado “de fondo”, que debe estar por debajo de la voz humana, que no puede haber actividad bailable en su interior, que debe estar cubierto con mesas, con apenas el espacio suficiente para que circule el personal de servicio y la clientela.
La cautelar también encomienda a la Municipalidad “el control riguroso del funcionamiento del mismo a efectos de que se dé cumplimiento cabal a la medida ordenada”, más allá de las “facultades de inspección y sanción que le son propias”.
Como se dijo, la cautelar fue dictada el 25 de marzo pasado. Sin embargo, desde entonces no se han visto modificaciones en el funcionamiento del local Dubai, que cada fin de semana está abarrotado de gente que en su interior baila hasta altas horas de la madrugada, con un volumen ensordecedor que los vecinos, a pesar del triunfo judicial, todavía deben soportar.
El fin de semana fue infraccionado por niveles de música elevada, ya que había una banda en vivo y medía 92 decíbeles desde afuera. Manchone pidió un informe detallado de las infracciones que pesan sobre ese local para entregar al Tribunal interviniente.
Malas costumbres
Comenzar el trámite de habilitación de un bar para que funcione un boliche es un clásico sampedrino. Todo “empresario de la noche” que quiere invertir en el rubro va a Rentas, da el puntapié inicial del trámite y abre. Los controles fallan, al punto de que el año pasado la exdirectora de Inspección General Cecilia Berretta clausuró seis locales por no haber cumplido con las ordenanzas fiscal e impositiva vigentes. Entre quienes tenían a su cargo las inspecciones de Nocturnidad siempre hubo quejas de que las actas que labraban terminaban en la nada. La tarea sigue siendo escasa y los problemas muchos. Algunos locales son casi una trampa mortal que no provocó ninguna tragedia simplemente porque la buena suerte los acompañó.
El boliche-bar objeto de la causa detallada en esta página fue clausurado a fines del año pasado por Giovanettoni, quien en persona dio la orden luego de que cortaran la calle, algo que siguió sucediendo durante todo el verano, sin que hubiera que lamentar víctimas de un accidente de tránsito que podría haber sucedido cualquiera de esas noches.